Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

jueves, 28 de enero de 2016

#Cuba El Héroe de Quisqueya

Gaspar Pérez tiene aún fresco en la memoria aquel partido decisivo. Foto: Juana Perdomo Larezada
MATANZAS.—El 26 de agosto de 1969 Quisqueya estuvo a los pies de Gaspar el “Curro” Pérez. Fue du­rante el Campeonato Mundial de Béisbol celebrado en República Domi­ni­cana. La inolvidable narración del desaparecido Bobby Salamanca dejó para la posteridad aquel momento decisivo, con el ponche al receptor estadounidense.
La ya cercana Serie del Caribe, con sede esta vez en la hermana nación, aviva las re­membranzas de aquel certamen concluido con la victoria del equipo Cuba ante la escuadra norteamericana, 2-1.
El triunfo puso a volar de uno a otro confín del archipiélago cubano el nombre del pitcher-bateador matancero, a quien Fidel  lla­mó el Héroe de Quisqueya, al recibir a los campeones horas más tarde en el aeropuerto José Martí, de La Habana.
Sus dotes de lanzador inteligente, de esos guapos de verdad, palpitaron en tierra dominicana. El “Curro” tiró en cinco de los diez juegos del conjunto, y consiguió cuatro victorias. Lanzó en 25,2 entradas, y permitió una limpia, para 0.35 de promedio.
Especialmente recordado fue el último encuentro frente a los norteños, cuando ya en el octavo y perdiendo una por cero, im­pulsó con jit a Antonio González (había salido a correr porLázaro Pérez) para empatar el desafío que finalmente decidió otro ma­tancero, Rigoberto Rosique.
—Dejarte batear con el marcador 0-1 y el empate en segunda base fue algo controversial, ¿no lo consideras así?
—Yo no era un mal bateador. Me inicié en la receptoría y luego seguí en el campo corto y en tercera base, hasta que en 1964 decidí hacerme pitcher. En los entrenamientos previos a esos eventos internacionales me sacaban con frecuencia frente a lanzadores de calidad. En ese Mundial conecté seis imparables en 11 turnos. No fue casualidad, había confianza en mí.
“Me emocioné tanto con aquel jit que ya en primera base no cogí la seña de toque de bola que le dieron a Félix Isasi. Por suerte, logré llegar a segunda y anoté por el imparable Ro­sique”.
La alegría del triunfo no se ha disipado. A pesar de los más de 46 años transcurridos aún perduran en su memoria hasta los más mínimos detalles del mencionado desafío.
“El choque por el título, que concluyó pa­sada la una de madrugada, resultó muy tenso. Cuba entera seguía con ansiedad la marcha del encuentro, la gente llegó a contener el aliento durante largo rato, sobre todo en el dramático octavo inning.
“El pitcher Larry Osborne dominó a su antojo a la batería nuestra durante siete entradas. Tenía ‘un mundo’ en la recta y excelente control. Por eso cuando en el noveno inning saqué el out 27, las aclamaciones y los gritos de entusiasmo inundaron el estadio”.
El “Curro” Pérez, quien heredó de su familia, en especial de su padre, el amor por la pelota, participó en diez series nacionales, con 75 victorias y 62 derrotas y 2,54 como promedio de carreras limpias permitidas.
El 20 de febrero de 1977, justo en la ceremonia de inauguración del estadio Victoria de Girón, dijo adiós al béisbol activo. Sus seguidores lo recuerdan por su coraje, uno de los rasgos fundamentales de su espíritu deportivo y que tuvo su momento cumbre en Quisqueya.

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