Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

domingo, 27 de marzo de 2016

Esperábamos un discurso más serio


Esperaba que el Presidente de los Estados Unidos, en una visita histórica en 90 años, y la primera durante la Revolución, emitiera un juicio de valor o una disculpa, por mesurada que fuera, por tanta afren­ta de los gobiernos que lo antecedieron
Esperaba que el Presidente de los Estados Unidos, en una visita histórica en 90 años, y la primera durante la Revolución, emitiera un juicio de valor o una disculpa, por mesurada que fuera, por tanta afren­ta de los gobiernos que lo antecedieron. En cambio, lo que escuché fue un sermón bastante trivial donde se banalizaban la política y el capitalismo, al punto de que definió el sistema que im­pera en EE.UU. como de libre mercado, con lo que eludió llamar las cosas por su nombre. Creer que únicamente la conectividad, y no el acceso a los mercados, al capital, las inversiones, el conocimiento y la justicia social, es lo que va a resolver los problemas del desarrollo, es parte de esa banalización. Co­nozco de primera mano a mu­chas personas para quienes conectividad significa también con­sumismo, incomunicación, soledad.
Su lectura de nuestra historia —la que conoce, según él—, es de una simplificación asombrosa. Se olvidó del imperialismo norteamericano, tempranamente revelado por Mar­tí, y, por supuesto, del an­timpe­rialismo de los cubanos.
Fue muy manifiesta su intención de insistir en la división de la sociedad cubana en Estado y pueblo, em­presa privada y estatal, jóvenes y viejos. Esa visión light e interesada, apelando a trucos para resultar agradable, apoyándose en frases hechas, fue fácilmente perceptible en los que estábamos allí.
Tengo la impresión de que él se percató de que sus chistes no calaban, al me­nos en ese auditorio.
En fin, esperábamos un discurso más serio de alguien que maneja muy bien la retórica y el marketing político, lo cual lo distanció mucho más de la generación de revolucionarios que ha conducido este país, la que es y ha sido siempre honesta, sincera, legítima e inobjetablemente heroica. La intensidad de los aplausos devino un símbolo ine­quívoco de la identificación de la so­ciedad civil cubana con lo que representa Raúl.

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