SANTIAGO DE CUBA.—Durante poco más del lustro en que donó
voluntariamente su sangre, el amor experimentado en cada entrega jamás
permitió a Miladys Ramírez Díaz, imaginar que tan tempranamente ella
podría estar entre los hombres, mujeres y niños, que agradecen
infinitamente ese gesto altruista de miles de cubanos.
Transcurrido alrededor de un año de la mala pasada jugada por su salud, al diagnosticársele insuficiencia renal terminal, ella quiso sumarse al reconocimiento que desde este 6 de junio reserva la Jornada nacional de homenaje al donante voluntario, mediante los sentimientos de quien ha compartido esas diferentes situaciones.
“Como funcionaria de los CDR en el municipio de Santiago de Cuba y hasta entonces con una salud inmejorable, mientras cursaba en el 2010 la escuela nacional de cuadros de la organización, en La Habana, recibimos la visita de un banco móvil de sangre, y no obstante cierto nerviosismo fui de los primeros en acudir a donar.
“Quienes nunca lo hayan hecho, sepan de corazón que el temor es solo por la primera impresión, pues luego nos embarga un orgullo interno, que junto a la explicación de los especialistas sobre la seguridad del acto y la importancia de tu sangre para múltiples circunstancias, te enamora de por vida.
“Particularmente —añade—, resultaban especial para mí servir de ejemplo a los demás cederistas, la satisfacción de seguirle los pasos a una donante de tantos años como mi madre, Plácida Díaz Leyva, y la celebración en las donaciones masivas de cada 13 de agosto del cumpleaños de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro”.
Tan bellas sensaciones podrían haberse transformado con aquel diagnóstico que además de privarla de continuar la noble tradición, la remitió a tres sesiones de hemodiálisis semanalmente, y en no pocas, ante cifras de hemoglobina por debajo de lo establecido, ha requerido previamente de transfusiones de sangre.
“Es cierto, pues ya no es lo mismo —señala—, pero me queda la satisfacción del aporte dado, tengo ahora muchos más argumentos de la importancia de las donaciones de sangre, y puedo agradecerle doblemente a Fidel el haber creado este significativo movimiento que muchas veces encabeza mi provincia.
“Desde este sillón que ocupo las cuatro horas acoplada a la máquina, pienso que me levantaré mejor por la sangre generosa de otro cubano, en la posibilidad de recibir un trasplante de riñón, y en que gracias a la Revolución no tengo que pagar los 300 dólares que cuesta cada una de las sesiones con este maravilloso colectivo.
“Así como el donante no pide nada —enfatiza—, tampoco sospecha la recompensa que puede recibir en la vida. Por haber experimentado ambas cosas, creo que nadie debe perder este singular momento de festejar los 90 años de nuestro querido Fidel, sin sumarse al movimiento de donaciones voluntarias de sangre”.
Transcurrido alrededor de un año de la mala pasada jugada por su salud, al diagnosticársele insuficiencia renal terminal, ella quiso sumarse al reconocimiento que desde este 6 de junio reserva la Jornada nacional de homenaje al donante voluntario, mediante los sentimientos de quien ha compartido esas diferentes situaciones.
“Como funcionaria de los CDR en el municipio de Santiago de Cuba y hasta entonces con una salud inmejorable, mientras cursaba en el 2010 la escuela nacional de cuadros de la organización, en La Habana, recibimos la visita de un banco móvil de sangre, y no obstante cierto nerviosismo fui de los primeros en acudir a donar.
“Quienes nunca lo hayan hecho, sepan de corazón que el temor es solo por la primera impresión, pues luego nos embarga un orgullo interno, que junto a la explicación de los especialistas sobre la seguridad del acto y la importancia de tu sangre para múltiples circunstancias, te enamora de por vida.
“Particularmente —añade—, resultaban especial para mí servir de ejemplo a los demás cederistas, la satisfacción de seguirle los pasos a una donante de tantos años como mi madre, Plácida Díaz Leyva, y la celebración en las donaciones masivas de cada 13 de agosto del cumpleaños de nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro”.
Tan bellas sensaciones podrían haberse transformado con aquel diagnóstico que además de privarla de continuar la noble tradición, la remitió a tres sesiones de hemodiálisis semanalmente, y en no pocas, ante cifras de hemoglobina por debajo de lo establecido, ha requerido previamente de transfusiones de sangre.
“Es cierto, pues ya no es lo mismo —señala—, pero me queda la satisfacción del aporte dado, tengo ahora muchos más argumentos de la importancia de las donaciones de sangre, y puedo agradecerle doblemente a Fidel el haber creado este significativo movimiento que muchas veces encabeza mi provincia.
“Desde este sillón que ocupo las cuatro horas acoplada a la máquina, pienso que me levantaré mejor por la sangre generosa de otro cubano, en la posibilidad de recibir un trasplante de riñón, y en que gracias a la Revolución no tengo que pagar los 300 dólares que cuesta cada una de las sesiones con este maravilloso colectivo.
“Así como el donante no pide nada —enfatiza—, tampoco sospecha la recompensa que puede recibir en la vida. Por haber experimentado ambas cosas, creo que nadie debe perder este singular momento de festejar los 90 años de nuestro querido Fidel, sin sumarse al movimiento de donaciones voluntarias de sangre”.
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