Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

sábado, 4 de junio de 2016

Puntos WiFi, guerra mediática y otros demonios

En su artículo del 30 de noviembre del 2015 Es hora de conectar a Cuba a Internet, el periódico estadounidense The New York Times dice: “Millones de cubanos podrían tener acceso a Internet a un precio moderado en cuestión de meses. Lo único que mantiene a Cuba en las tinieblas en plena era digital es la falta de voluntad política”.
Esa es una mentira repetida durante años, donde se cumplen los principios básicos elaborados por el jefe de la propaganda nazi J. Goebbels, alumno aplicado de los estadounidenses E. L. Bernays, W. Lippmann e Ivy Lee, padres de la industria de las Relaciones Públicas. Son tan efectivos que puedes encontrar en Cuba un desconectado o desconectada que reproduce esas palabras con absoluta seguridad, y además da por hecho de que “eso todo el mundo lo sabe”.
Según los preceptos goebbelianos, “la propaganda debe limitarse a un número pequeño de ideas y repetirlas incansablemente, desde diferentes perspectivas, sin fisuras ni dudas” y se puede llegar a convencer a mucha gente de que piensa “como todo el mundo”. Ambos principios son claramente visibles en los ataques mediáticos contra nuestro país, sobre todo en el tema de las infocomunicaciones.
Si algo ha sobrado en Cuba es la voluntad política para expandir las nuevas tecnologías de las comunicaciones e Internet. ¿Para qué un país subdesarrollado, todavía bajo la crisis del período especial, crea una superuniversidad de Ciencias Informáticas, la UCI, en el 2002? ¿Para qué se abrieron decenas de escuelas de formación de técnicos de nivel medio y obreros calificados en la especialidad? ¿Para qué se aumentan las matrículas en los centros de altos estudios donde ya estaba la carrera y se abre la de telecomunicaciones donde no existía?
¿Para qué se crean los Joven Club de Computación en cada municipio? ¿Para qué se contrata la construcción y el enlace por cable de fibra óptica con Venezuela? ¿Para qué se crean cientos de puntos WiFi en todo el territorio nacional, con recursos propios, sin esperar a la buena voluntad de los vecinos del norte?
Pudiera usar mil argumentos más pero creo que estos son más que convincentes.
Ha sido y es voluntad política de nuestro Gobierno el desarrollo de las telecomunicaciones e Internet. Es vital para el progreso. El país que quiso dejarnos en el silencio absoluto, en la más profunda oscuridad digital, cerrándonos rigurosamente cualquier intento de acceder a las nuevas tecnologías de la información y las telecomunicaciones, ahora, como tantas veces en la historia de nuestras dos naciones, quiere utilizar las circunstancias para sacar provecho político y económico.
The New York Times argumenta que desde el 17 de diciembre se abrió la posibilidad a Cuba de acceder a estas tecnologías, de negociar con las empresas estadounidenses. Tengo una opinión muy personal, no creo que exista la voluntad política del verdadero poder yanqui de mejorar las relaciones y levantar el bloqueo, pienso que el anuncio fue parte de la estrategia de subversión creada para desmovilizar, dividir y confundir a las fuerzas revolucionarias dentro y fuera de la mayor de las Antillas y me viene a la mente la enigmática frase del Diario de las Américas refiriéndose al tema hace un par de meses, en boca de un enemigo de la Revolución: Nosotros terminaremos el trabajo que Obama empezó. ¿Cuál?
LOS OTROS DEMONIOS
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Ahora me voy a referir a los otros demonios, pues los hay como el famoso cable de Venezuela. El problema está en que el secretismo impidió explicarle a la población que si usted va a planchar una camisa, no lo puede hacer solo con el cable, le hace falta la plancha y nosotros compramos el cable, lo conectamos a la corriente, ¿y la plancha?, ¡ah, la plancha! En las brumas del misterio se va armando pieza a pieza, con mucho esfuerzo y sabiduría.
Se han creado cientos de puntos WiFi, ya era hora, porque hay otros demonios rondando. Cierto que es voluntad política del país desarrollar el uso de las nuevas tecnologías, pero hay quien le tiene terror a Internet, cuando escuchan hablar de la red de redes les entra calambrina. Hay de todo, el que con buena voluntad pero ignorancia lo ve como un peligro y el que no quiere y lo ve como una amenaza para sus intereses personales. Por suerte los prejuicios van cediendo poco a poco y la batalla se va ganando.
Alrededor de WiFi ronda el demonio de la bolsa negra, (ya no se le llama así, pero es eso), a través de la reventa de tarjetas para conectarse y que no hay siempre en los puntos de venta. Sin embargo, siempre aparece un “buena gente” que te resuelve a “precios módicos”. Otro demonio más chiquito y juguetón es el de la gente tirada por el suelo, recostada donde quiera, acabando con jardines, y con el césped y los bancos de los parques. El espectáculo es muchas veces tragicómico, aunque bueno, no hay que exagerar, primero hacían falta los bueyes, ya algún cubano avispado creará las carretas.
Pudieran hacerse muchas cosas más, sería útil e interesante que a nivel de los Comités de Defensa de la Revolución (CDR) se crearan redes WiFi con vistas a contrarrestar las campañas mediáticas de los enemigos de la Revolución, sería una tarea de los Comités para los jóvenes, que sumaría a no pocos.
WiFi en los barrios o al menos en determinadas áreas cercanas, por ejemplo, a los Joven Club, manejadas por los cederistas, nada esquemático, no para repetir consignas preelaboradas ni reproducir lemas de propaganda, simplemente para usar nuestra arma más certera, la verdad; contar lo que pasa en cada barrio, lo que hacemos en las cuadras, nuestra vida cotidiana, cómo vive el cubano, qué hace, qué espera, qué logra, qué nos falta. La verdad es y será siempre el arma invencible de la Revolución, así lo aprendimos de Fidel, de aquella Radio Rebelde desde la Sierra Maestra.
Pudiera organizarse primero a nivel de las direcciones municipales de los CDR en coordinación con los Joven Club, luego en las zonas hasta llegar en la medida de las posibilidades hasta la comunidad y el comité.
Cuando, como va a ocurrir, en todos los hogares cubanos podamos acceder a Internet de manera normal, segura y soberana hasta donde puede serlo en el mundo de hoy en materia de comunicaciones, tendríamos destacamentos organizados y preparados en los barrios, para defender el proceso revolucionario con una manera nueva de vigilancia y de trabajo político ideológico.
Invertir en estas redes sería un gran negocio para ganar la guerra que se nos hace. No sumaremos centavos pero sumaremos conciencias, sumaremos y ganaremos el valor más alto que defendemos, la esencia que nos mantiene vivos y creciendo en un mundo donde la verdad se compra y se vende. Pena da esa prensa, lástima de gran periódico, lástima de papel desperdiciado en calumniar, porque si algo no se puede esconder es la verdad.
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*Periodista, escritor y profesor universitario.

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