La Habana ha sido escenario de intensos y heroicos combates urbanos. Durante la tiranía machadista, en agosto de 1931, el capitán mambí Arturo del Pino se batió prácticamente solo contra decenas de soldados y policías. Veintisiete años más tarde, tres jóvenes y una embarazada, militantes del Movimiento 26 de Julio, reeditaron su hazaña.
Cerca de las dos de la madrugada del 8 de noviembre de 1958 cientos de policías y miembros del Servicio de Inteligencia Militar (SIM), algunas fuentes estiman que eran más de 400, comenzaron a agruparse en la esquina de Goicuría y O’Farrill, en el hoy municipio de 10 de Octubre. Contra un apartamento del edificio con el número 523 concentraron todo su poder de fuego que incluía ametralladoras ligeras y pesadas. Desde la vivienda los sitiados respondían con igual vehemencia. El tableteo de las ametralladoras era silenciado a veces por las explosiones de granadas y cocteles Molotov. En la calle un carro patrullero agonizaba entre las llamas.
Poco después del amanecer el combate cesó, al quedarse sin balas los jóvenes. A golpes y empujones, encañonados por la policía, salieron del edificio los tres muchachos. A la embarazada, Norma Porras, de 19 años, la capturaron en una azotea aledaña Los vecinos pudieron ver desde sus persianas entreabiertas que a los combatientes se los llevaron vivos. Luego aparecerían sus cadáveres baleados en una Casa de Socorros (policlínico). La policía obligó a los médicos, a punta de pistola, a certificar en un documento que habían muerto en un tiroteo.
A Norma la trasladaron para el Hospital Militar (allí la inscribieron como Norma Borrás con aviesas intenciones), pero fue en el de Emergencias donde atendieron sus heridas. Después la llevaron al Hospital de la Policía. Recuperó su libertad (y la de su pequeño hijo) con el derrocamiento de la tiranía.
TRES HÉROES
Ángel Ameijeiras (Machaco) era en el momento de los hechos el jefe de Acción y Sabotaje del Movimiento 26 de Julio en la capital. Pertenecía a una estirpe de revolucionarios, todos sus hermanos se habían vinculado a la insurrección contra la tiranía: Juan Manuel había caído en el Moncada; a Gustavo lo desaparecieron los sicarios batistianos (mayo de 1958); Nene sufría prisión por sus actividades revolucionarias; Efigenio comandaba una columna guerrillera en el Segundo Frente Oriental Frank País.
Machaco había nacido en Puerto Padre, Oriente, y con su familia marchó a Santa Clara (y después a La Habana) buscando mejores opciones de vida. Se desempeñó como mecánico de autos, chofer particular o de alquiler. Desde el mismo 10 de marzo se inició en la lucha revolucionaria. Fundador del Movimiento 26 de Julio, se convirtió en uno de los combatientes más audaces de los grupos de Acción.
Pedro Gutiérrez tuvo que dejar la escuela en el tercer grado. En su Punta Brava natal trabajó con solo 10 años de aprendiz de zapatero. Participó en huelgas obreras en la textilera de Ariguanabo. En el Movimiento 26 de Julio integró el grupo de acción del legendario Arístides Viera (Mingolo) y al caer este, continuó la lucha bajo las órdenes de Machaco. Tenía una niña, siempre hablaba de ella, recuerdan sus compañeros. "Aquel 8 de noviembre íbamos a llevarle una bata que le habíamos comprado", ha testimoniado Norma Porras.
En el apartamento de Goicuría y O’Farrill los jóvenes idearon una contraseña, una pañoleta anaranjada colgada en la tendedera. En caso de peligro debía quitarse, como aviso. Cuando se les agotan las balas, Pedro la descolgó antes de que los esbirros echaran abajo la puerta. Aun con la muerte tan cerca, seguía pensando en la seguridad de los demás compañeros.
Rogelio Perea (Rogito) tuvo que dejar los estudios en el bachillerato. Trabajó en la agricultura y en una tienda de ropa. Junto con su amigo y compañero de luchas, Gregorio Arlés Mañalich, organizó manifestaciones, huelgas y sabotajes contra la tiranía en su natal Melena del Sur. Supo de detenciones y cárceles. Integró el grupo de acción de Mingolo y, como Pedro, continuó después bajo las órdenes de Machaco. Según quienes le conocieron era inteligente y talentoso, leía mucho. Menudo de cuerpo, irradiaba un magnetismo personal intenso. Contaba al morir con solo 21 años.
EL COMBATE MÁS INTENSO DE LA CLANDESTINIDAD
Según informes de la propia policía, el combate de Goicuría y O’Farrill duró más de cinco horas, lo que lo convierte en el de más duración de la lucha clandestina contra la tiranía batistiana. El régimen reportó a la prensa diez agentes heridos, entre ellos un mayor y un sargento.
Al día siguiente del suceso, el 9 de noviembre de 1958, Radio Rebelde anunciaba al pueblo el ascenso a Comandante de Machaco y rendía homenaje "al heroísmo con que se batió durante horas con las fuerzas del tirano, sin importarle el número del enemigo". La alocución finalizaba: "Comandante Ángel Ameijeiras, ante ti se cuadran todos los combatientes del Ejército Rebelde y esperan tus órdenes cuando se acerquen a las calles de La Habana".
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