Por:
Rebeca Chávez
En este artículo:
Cuba, Ejército Rebelde, Estados Unidos, Fidel Castro Ruz, Historia de Cuba, Raúl Castro Ruz, Segundo Frente, Vilma Espin
Raúl
Castro durante la Operación Antiaérea en la zona del II Frente
Oriental. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo
de Estado.
“Iba
en un jeep por aquellas lomas a verme con Tomassevich y Efigenio pero
ya llevaba en el bolsillo el informe sobre los bombardeos…”
La imagen que provoca la evocación surge enseguida: el jeep minúsculo
avanzando en medio de un paisaje que puede ser Mícara o Caujerí. Y
después el sonido de la aviación que lanza sus bombas… Conocía por un
extenso testimonio[1] su relato de la salida de del grupo de la Sierra
para fundar el II Frente guerrillero. Raúl Castro
detalla la larga travesía hasta asentarse en las montañas, enumeraba
combates, también los problemas y dificultades de la guerra y la
alteración de la vida cotidiana, pero sobresalía, en medio de esos
recuerdos, una historia: la captura de los marines de la Base naval y
sus por qué…Hay muchas fotos de esos días. En una Raúl está flaco, viste un uniforme raído, se adivina la pelambre debajo de la gorra (otras veces lleva sombrero), pero la misma expresión. También hay una sentado en una hamaca: aquí sonríe con picardía y complicidad. En otra está sentado en una elevación, muy concentrado en sus pensamientos (esta es muy reveladora tal vez sea los momentos que vive en ese mayo-junio del 58). De fondo el escenario de su guerrilla en la Sierra Cristal. Son los días de la Operación Antiaérea (Orden Militar No.30), una audaz y riesgosa acción pensada y realizada con precisión por los rebeldes al mando del comandante Raúl, en junio de 1958.
…las acciones del enemigo que más se
hacían sentir eran los efectos de sus bombardeos indiscriminados,
causándole, indudablemente, más daños a la población civil que a los
propios miembros del Ejército Rebelde. Conscientemente desataban toda su
cobarde furia contra la población, con el fin de aterrorizarla y
hacerle pagar un alto precio por el apoyo que brindaban al Ejército
Rebelde. Además de las muertes ocasionadas a la población, incluyendo
mujeres y niños y la destrucción de bienes materiales, lo más lamentable
era el terrible efecto psicológico que, sobre todo a los niños,
ocasionaban los bombardeos; el más triste espectáculo que veíamos, peor
incluso que las evacuaciones de campesinos en medio de los gritos y
lamento de las mujeres, era el de los niños despavoridos corriendo en
todas direcciones en medio de cada bombardeo, y la tarea de recogerlos
extremadamente excitados, y dando gritos con todas sus fuerzas después
de alejarse los aviones. Había familias enteras que llevaban semanas y
hasta meses viviendo hacinados en cuantas cuevas y agujeros había
disponibles…
Los efectos morales de este plan
conciente y cínico del enemigo no se hicieron esperar por largo tiempo.
Muchos campesinos que no comprendían el objetivo de la lucha, que vivían
rodeados de una gran miseria y padeciendo una brutal explotación, al
ver aparecer el Ejército Rebelde por sus respectivas zonas, a sus
desgracias anteriores había que sumar la peor de todas, según ellos
consideraban, era la de los bombardeos señalados. Los más atrasados y
menos comprometidos razonaban así: “Antes vivíamos mal, pero desde que
llegaron los rebeldes vivimos peor”.
En el mes de mayo, Raúl recibió una fotografía tomada dentro de la
Base Naval norteamericana de Guantánamo, donde se veían claramente dos
aviones de Batista cargando armamento y, más revelador aún, un documento
arrancado de los registros de embarques que detallaba la salida el 8 de
mayo de uno de los envíos.“Iba en un jeep por aquellas lomas a verme con Tomassevich y Efigenio pero ya llevaba en el bolsillo el informe sobre los bombardeos…”, eso nos cuenta a unos poquitos en un saloncito de Protocolo del teatro Karl Marx, en marzo del 2009[2].
Me impresionó -al oírlo- que Raúl conservara tan nítidamente aquellos recuerdos (nadie sabía ni estaba acordado hablar de esta Operación), pero sobre todo los argumentos de los campesinos entrampados en medio de una guerra que no acababan de reconocer como suya, y esta confesión significaba un duro golpe, un impacto emocional con consecuencias de difícil pronóstico para la estrategia que pretendía desarrollar en el II Frente.
Relató que en medio del bombardeo entró en una cueva:
Se me acercó una niñita y me dijo
¿quieres que te peine? Le dije que sí. No sé cuántos días hacía que no
me bañaba y mi cabeza era un pajonal tremendo. Volvió con una tela
blanca o una toalla y empezó a desenredarme el pelo…caían unos piojos
gigantes, parecían cucarachas…
Desde que recibí los dichosos papeles,
frente a cada bombardeo, frente a cada cadáver de cada civil muerto,
mujer o niña destrozado por las bombas, frente a cada poblado arrasado
por la aviación, pensaba en la forma de detener esos métodos bárbaros
(…)
Alrededor del 17 de junio,
encontrándome en el Puerto de Mando del Cmdte. Ameijeiras… analizábamos
las operaciones militares de ese momento. Estábamos en un ranchito
abandonado y nos sorprendió un bombardeo, tratábamos de protegernos
corriendo hacia un cafetal cercano, buscando una cueva que sabíamos
existía en el lugar. La encontramos repleta de familias campesina con el
espanto reflejado en los rostros, algunos de los cuales no podían
ocultar su manifiesta hosquedad hacia nosotros.
Un viejo campesino, con pesar y hasta
con cierta indiferencia, mirándome fijamente me preguntó: ¿Cuándo se va a
acabar esto? No encontraba mucho que decirle, me limité a contestarle:
no se preocupe que esto se va a acabar pronto. Si, será cuando hayan
acabado con nosotros, concluyó el anciano mientras seguía sentado en el
suelo.
Frente a esta situación incomoda
decidí salir de la cueva, sentarme cerca de su entrada y a la sombra del
cafetal esperar el final del bombardeo. Armé mi hamaca entre dos
cafetos, a unos 40 ó 50 metros distantes de la entrada de la cueva…y fue
precisamente allí, después de pensar un buen rato, donde tomé la
decisión de proceder a detener a los ciudadanos norteamericanos que
estuvieran a nuestro alcance, y producir un escándalo internacional,
utilizando las pruebas que ya teníamos en nuestro poder…
…el 22 de junio de 1958, después de
una reunión con diferentes oficiales del Estado Mayor, se informó de los
documentos que poseíamos, de la difícil situación general que
confrontábamos, les impuse de la decisión que había tomado, e
inmediatamente nos dimos a la tarea de analizar las repercusiones así
como las consecuencias, sin ignorar por lo tanto, la gravedad del paso
que estábamos dando.
En primer lugar, la responsabilidad en
que yo incurría al tomar esta decisión “por la libre”, sin consultar
con la Comandancia General de la Sierra Maestra.
Casi con las mismas palabras, esa noche de marzo Raúl nos dijo que él
sabía todos los riesgos, incluida su desobediencia al Comandante en
Jefe y me sorprendió con una pregunta: “¿Tú quieres hacer una película con eso? Yo no la veo…, pero la ofensiva de verano que dirigió Fidel… Ahí sí.”Alfredo Guevara y sobre todo Eusebio Leal seguían este intercambio palabra por palabra. Esa noche asistimos a una suerte de “revelación”. Oíamos un testimonio de primera mano que invitaba al conocimiento y estudio de la Historia desde todos los ángulos y a descubrir las complejidades de cada situación. Tener esta visión será crucial para los análisis que tendrán que venir.
Me animé a decirle a Raúl que la historia que nos contaba estaba llena de emoción y de conflictos y aunque conocía su testimonio (parte del cual ustedes leen ahora) y el de otros participantes y creía que ese suceso estaba perdido en el tiempo, casi desconocido, convertido, a veces, sólo una referencia, sin embargo estaba repleto de ideas, de conflictos, matices y contradicciones, esenciales para una película. Ofrecía, además, la libertad de buscar esencias y raíces de una historia tan particular como esta. Alfredo sabía que faltaban estas tramas en el cine cubano.
¿Serían capaces de intervenir
militarmente en Cuba? No éramos un Estado legalmente constituido contra
el cual podrían ellos actuar. Legalmente, el Estado estaba representado
por su títere Batista, y las intervenciones descaradas, con cualquier
pretexto, al estilo de 1898, no eran posibles a mediados del siglo XX,
ni podía permitirlo la opinión pública mundial y, sobre todo, la opinión
continental. Ellos no tendrían más remedio que venir a parlamentar con
nosotros la libertad de los norteamericanos que pensábamos capturar… El
día 26 de junio todas la unidades sabían la misión que tenían que
cumplir.
Los ataques contra dos cuarteles en Moa marcaron el inicio de la “Operación Antiaérea”:
El capitán Soto, a pesar de las pocas
armas que se le habían asignado para dicha Operación, avanzó
impetuosamente hasta llegar a introducirse en las propias trincheras
enemigas donde una granada lo mató.
La muerte de los otros cinco
compañeros que cayeron en una emboscada cuando se retiraban, fue
consecuencia de la irresponsabilidad y cobardía de dos oficiales que más
tarde fueron degradados, expulsados el Ejército Rebelde y condenados a
prisión hasta que concluyera la guerra por su irresponsabilidad en los
hechos…
Esta acción fue el único combate en el desarrollo de la Operación.
Las unidades rebeldes capturaron 49 norteamericanos: componían el grupo
Infantes de Marines presentes en la zona y empleados de un grupo de
Compañías: United Fruit Sugar Company, Moa Bay Company, Nicaro Níckel
Company.
Llegué al pueblo de Andrés en las
márgenes del río Sagua de Tánamo, donde estaba el puesto de mando del
capitán Pedro Sotto, y allí en su propia jefatura, de donde salió muchas
veces a cumplir acciones heroicas, ahora se encontraba tendido, junto a
los otros cinco compañeros caídos en la acción de Moa. Allí estaban
los doce norteamericanos capturados en dicho lugar, los que mandé a
sacar del local para que no oyeran nuestras palabras al despedir el
duelo de los compañeros caídos y evitar tener que ligarlos
inconscientemente a la indignación general que todos experimentábamos en
esos momentos…
Copio algunas notas tomadas por el cap. Cuza[3]
que se encontraba presente: “Raúl nos habló de la importancia que tenía
la Operación realizada, pues el mundo se enteraría de que el pueblo de
Cuba estaba dispuesto a pagar cualquier precio por la victoria y que el
anhelo de libertad de nuestros mambises vivía en nuestra generación, que
al conjuro de ‘Libertad o Muerte’ íbamos a vencer, que la opinión
pública mundial sabría que nuestro pueblo estaba siendo asesinado por la
dictadura de Batista con armas que le proporcionaba el Gobierno
Norteamericano, y que en nuestro poder obrara fotos de los aviones del
dictador cargando bombas en la Base Naval de Guantánamo.”
La Orden Militar No.30 se había cumplido a plenitud.
A finales de Junio llegó la compañera
Déborah, entrando por la vía de Alto Songo, coincidiendo con el Cónsul
del Gobierno norteamericano en Santiago de Cuba…
El último avión de la tiranía
batistiana que operó durante esos días por el territorio del II Frente,
fue precisamente una avioneta artillada, que ametralló el jeep donde iba
el Cónsul hacia su destino.
En todo este relato hay un encadenamiento de sucesos, puntos de giro,
contradicciones y conflictos, claroscuros, matices que hacen posible
estructurar un relato de esta realidad, e imaginar sentimientos,
emociones, situaciones que pueblan las historias en el cine y la
literatura. Permiten especular y aventurar reflexiones desde un hoy que
ya sabemos el final.Los problemas reales encontrados por el Jefe guerrillero: la urgencia de lo que ahora percibe, que no es exclusivamente asentar un Frente y operar contra los soldados; los reproches de los campesinos por los bombardeos, y también lo que ve. Todo esto va o impulsa a buscar un camino que implica asumir toda la responsabilidad. No puede esperar 20 días para que el Comandante en Jefe apruebe esta idea, que significa posponer un plan, no cumplir una orden. Todos coinciden en que puede desatarse una situación más grave de la que ya viven, pero la tragedia de las muertes de civiles pesa más. Las acciones se suceden y hay solo un combate. Sin embargo, el éxito del combate está lleno de tristeza. Hay 12 rehenes en el escenario fúnebre, constancia de la victoria, pero el Jefe guerrillero no quiere que formen parte de ese momento, íntimo y triste, cuando le habla a las tropas, a sus compañeros: Pedro Sotto Alba ha muerto.
La aviación desapareció completamente de los cielos del II Frente.
Las mujeres y los niños salieron de
las cuevas volviendo a sus hogares; a los rostros infantiles volvió
nuevamente la alegría; los campesinos, conociendo ya hasta el nombre de
la Operación, y viendo los resultados de la misma, cuando se encontraban
con algunos de nuestros combatientes, les decían en tono jocoso:
“Óiganme, mándenos para el barrio nuestro un par de yanquis, de esos
antiaéreos, y no vayan a soltarlos de ninguna manera”.
A mí me cuenta luego, cuando casi estoy viendo la película de la Operación Antiaérea ante mis ojos: “Vilma (Déborah) se ocupó de curarme o quitarme aquellos piojos y, sí, Tomassevich y Efigenio discutían… ¿quién no?”Raúl comprendió que si no hacía algo, si no provocaba un giro en la situación, esos campesinos no iban a confiar en el Ejército Rebelde y eso podía significar, a la larga, no ganar la guerra. Tenía que conquistar esa confianza y corresponderles: ese era el significado y esencia de la Operación Antiaérea. El Jefe guerrillero se enfrentó al dilema de la creación y la disciplina. Estaba ante un conflicto no previsto. Por fortuna se arriesgó esa vez y muchas veces más. Ganó la creación y el futuro.
Notas
[1] Publicado el 7 de julio de 1963 en el Suplemento “Hoy Domingo”, del periódico “HOY”. Todas las citas con sangrías en este artículo pertenecen a ese texto.
[1] Publicado el 7 de julio de 1963 en el Suplemento “Hoy Domingo”, del periódico “HOY”. Todas las citas con sangrías en este artículo pertenecen a ese texto.
[2] Esa noche se celebró el 50 aniversario de la fundación del ICAIC con el estreno del filme “Ciudad en Rojo”, de la cineasta y autora de este texto Rebeca Chávez.
[3] José L.Cuza Téllez Girón. Fue Jefe de la Marina de Guerra Revolucionaria. Almirante –R-.
El
jefe del Segundo Frente tenía suficientes pruebas de que los aviones de
Batista, arrojaban bombas de napalm y rockets, sustancias criminales
suministradas por Estados Unidos y pertrechados en la base naval de
Guantánamo. En los últimos días del mes de mayo, Raúl Castro recibió una
foto y documentos de gran importancia de manos del Departamento de
Inteligencia Rebelde que probaba lo anteriormente expuesto. Foto:
Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
Ante
la difícil situación de la fuerza enemiga para penetrar las fuerzas
rebeldes del Segundo Frente Oriental “Frank País García” en la zona
oriental de Cuba, la aviación enemiga intensificó sus crueles bombardeos
contra la población civil en la mayoría de los caseríos de las zonas
liberadas en 1958, en la que, mujeres, niños y ancianos eran las
principales victimas. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos
del Consejo de Estado.
Raúl
decidió capturar a ciudadanos norteamericanos con el objetivo de
impedir que continuaran los bombardeos, cosa que ocurriría al estar
estos prisioneros en la zona rebelde. Estos fueron los dos grandes
objetivos de la Operación Antiaérea en Segundo Frente. Foto: Archivos de
la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
El
22 de junio de 1958, el Comandante Raúl Castro redactó la orden No 30
que disponía la detención de todos los ciudadanos norteamericanos que
residían en los punto indicados en la instrucción, allí se especificaba
que lo dispuesto no alcanzaba a las mujeres y los niños. También se
emitieron instrucciones en la que precisaban los métodos que se debían
seguir en el proceso de detención y custodia con énfasis en el trato
respetuoso. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del
Consejo de Estado.
Durante
la operación antiaérea hubo un total de cuarenta y nueve apresados, de
ellos veintinueve marines de la base naval de Guantánamo, también se
produjo la toma del centro industrial minero de Moa y del cuartel de la
guardia rural de ese poblado. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos
Históricos del Consejo de Estado.
Raúl Castro en los días de la Operación Antiaérea. Foto: Archivos de la Oficina de Asuntos Históricos del Consejo de Estado.
La
Operación Antiaérea tuvo un gran impacto en la opinión pública nacional
e internacional, logró el objetivo de frenar las operaciones aéreas que
destruían al territorio y causaban muchas víctimas en la población
civil. Foto: Archivo de la autora
Otro
hecho importante de la Operación Antiaérea fue el “Llamamiento de la
Juventud del mundo”, emitido desde esas históricas montañas, documento
que denunciaba los crueles ataques de la tiranía y el apoyo militar de
EEUU. Foto: Archivos de la autora.
La Operación Antiaérea concluyó el 2 de julio de 1958. Foto: Archivo de la autora.
La
“Operación Antiaérea” se llevó a cabo en Moa, Nicaro, Guaro, los
centrales azucareros La Isabel y Ermita y en la carretera de Guantánamo a
la ilegalmente ocupada Base Naval en la bahía de Guantánamo. En su
cumplimiento intervinieron las Compañías A, B, C, D y E del II Frente
Oriental. Foto: Archivo de la autora.
Mediante
la Orden Militar No. 31 del 27 de junio de 1958 del Jefe del II Frente
Oriental, el Primer Teniente Pedro Sotto Alba fue ascendido en Honores
Póstumos a Capitán y nombrado: “Comandante de todos los Legionarios de
Honor ‘Frank País”. En la despedida del duelo de los seis combatientes
caídos, fue que el Comandante Raúl Castro proclamó que al triunfo de la
Revolución el Centro Industrial de Moa llevaría el nombre glorioso del
Comandante Pedro Sotto Alba. Foto: Archivo de la autora.
Todos
los “Testigos Internacionales” fueron siendo liberados paulatinamente;
los marines los últimos en ser devueltos el 18 de julio. Todos muy
contentos y felices de sus “vacaciones” en el II Frente. Foto: Archivo
de la autora.
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