Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

viernes, 9 de octubre de 2015

Sombras en repliegue

En el juego, actividad indispensable para la socialización de las niñas y los niños, interviene todo el personal de la escuela. Foto: del autor
HOLGUÍN.—La ternura y la voluntad para echar abajo lo que a veces el desespero define como imposible, son los pilares del modelo pedagógico que se abre paso en la escuela es­pecial Haydée Santamaría Cuadrado para ni­ñas y niños con trastornos del espectro autista.
Así lo estima la mayoría de los progenitores de los 21 infantes que asisten a este centro, creado un año atrás en el reparto Peralta de la capital provincial y en el cual el personal docente, compuesto entre otros, por maestros y especialistas en logopedia y psicopedagogía, apoyados por el personal de servicio, reta una perturbación del neuro-desarrollo humano que encierra en un mun­do muy propio a quienes lo padecen y no reciben tratamiento.
Carlos Rafael Sánchez, presidente del Con­sejo de Padres, expone que hace pocos días realizaron un análisis sobre los resultados del primer curso y de lo hecho en este. Las conclusiones son muy favorables porque en ese periodo se han logrado cosas maravillosas con los niños a partir de la actitud de los maestros y demás integrantes de la escuela. “Nuestros hijos han comenzado a rebasar las limitaciones que poseen para relacionarse socialmente. Juegan en colectivo, han adquirido habilidades para comunicarse, aceptan a otras personas y muestran cariño”.

SELLO  PROPIO
Asumir desafíos es una de las virtudes del colectivo que dirige la Máster en Ciencias de la Educación Mairé Guerrero Ricardo. Según cuenta, el primer paso fue el diseño de un proyecto rectorado por la Dirección Provincial de Edu­cación para crear una escuela desde la cual los alumnos puedan transitar a las enseñanzas especial o primaria.
Esclarece que los infantes no estaban desamparados, pues provienen de una escuela y un círculo especiales ubicados en la capital provincial, pero la necesidad de brindarles atención más específica condujo a la apertura del plantel.
“El autismo afecta la comunicación, el lenguaje, la socialización y la conducta. Por ejemplo, si un niño tiene el intelecto conservado aprende como cualquier otro porque solo tiene daños en una de esas áreas. De inmediato trabajamos sobre aquella donde se manifiestan los problemas y el niño sale adelante”, explica.
Tienen aquí procedimientos pedagógicos propios. Por eso comienzan organizándole al niño cada jornada, para lo cual aprovechan el comportamiento rutinario de los autistas. Lo hacen a través de un panel de entrada que emplea pictogramas, es decir, fichas mediante las cuales los infantes individualmente o con ayuda de las maestras y sus auxiliares relacionan lo que harán en el día.
“A continuación los más pequeños realizan gimnasia y los que están en edad escolar se concentran en el matutino o en la conversación inicial, actividades que se alternan durante la semana. Después todos invariablemente nos vamos a la ronda por media hora. Se trabaja en el control muscular de los niños, su reconocimiento propio, la socialización y la conducta”.
En esta parte, relata, desempeñan un papel esencial la música y las canciones. En la interacción se prevén premios para los niños, que consisten en que ellos mismos canten o ejecuten ejercicios para el desarrollo de la psico-motricidad.
Después se van a las aulas. Le sigue el recreo a media mañana, con otra ronda tan activa como la inicial. Y por la tarde, al filo de la 3:00, se intensifican las actividades so­cio-educativas. Así vuelven los juegos, el trabajo en el banco de arena para adquirir coordinación en los movimientos y las excursiones a un parque infantil cercano en el que emplean preferentemente los cachumbambés y las canales por el efecto positivo que dejan en los niños, según las observaciones que el co­lectivo registra con cuidado para argumentar científicamente su labor.
“Como es lógico, nos ocupamos de forma directa de niñas y niños residentes en el municipio de Holguín, pero al mismo tiempo actuamos como centro metodológico provincial porque damos asistencia al personal docente que en los municipios atiende a alumnos autistas. También organizamos el Día de las Puertas Abiertas para los padres de cualquier lugar que buscan ayuda especializada”.
La expresión de Cristian es elocuente: puede concentrarse en las ilustraciones. Mucho ha trabajado María Elena Pérez. Foto: del autor


DANDO TODO
Si alguien desea conocer a fondo cómo transcurre en el centro la embestida contra las sombras, debe recorrer las aulas, donde los alumnos reciben clases en correspondencia con un currículo institucional, que no es otra cosa que la adaptación del programa docente general a cada caso, lo cual es otra singularidad del plantel.
En la de primer grado la maestra María Elena Pérez abraza con cariño a Cristian Miguel Mo­jena, mientras le conduce la mano para ayudarlo a escribir algunas vocales. Su propósito es llevarlo a la concentración, cosa que logra. Luego relata: “Cuando llegó a la escuela se comunicaba por gestos y hoy empieza a manifestar un lenguaje coherente con oraciones simples. Ya identifica las ilustraciones y las figuras geométricas, compara conjuntos y reconoce los nú­meros del uno al diez”.
En un local próximo Luis Alejandro Sán­chez interactúa con la maestra Norma Ro­drí­guez Carmenate. Inicialmente bailan y luego el niño enciende el televisor y selecciona los canales. Día a día la pedagoga ha logrado que Luisi controle la conducta. Ya no da las perretas en las que se despojaba de las prendas de vestir, las cuales identifica. Tampoco se orina en cualquier sitio y le gusta asistir a la Edu­ca­ción Física. Los familiares dicen que reconoce al hermanito y juega con él.
“Lo más importante es que logra concentración en todas las actividades”, anuncia Nor­ma, quien apoya con su magisterio al resto de los docentes, aunque admite que en esta escuela se aprende cada minuto.
A Antonhy Argüelles la maestra Darielkis Batista Domínguez lo prepara para incorporarlo a la enseñanza primaria. Trabaja hábilmente sobre la conducta, área que tiene afectada. Con sistematicidad le da masajes en las manos para anular la tendencia del niño a echarse de torso sobre la mesa. Estimulado, él lee palabras o escribe oraciones cortas. Entre otros progresos del muchacho, sitúa la tolerancia al uniforme y la asistencia al comedor, donde acepta almorzar, cosa que evadía antes.
Un aula-taller está a disposición de Rodolfo Hamz González, quien tiene 15 años. Por la mañana recibe clases de acuerdo con el currículo diseñado para él y por la tarde asiste a un curso de computación en una institución de la ciudad. Ya se graduó de operador de micro, meta que se trazó la maestra Mariela Guerrero Gámez.
Antes, al tener en cuenta que al muchacho se le diagnosticó el síndrome de Asperger, caracterizado por un alto grado de funcionabilidad en el autismo, la pedagoga y otros especialistas realizaron una evaluación que arrojó las potencialidades del alumno con el fin de prepararlo para su vida adulta. Tam­bién lo hizo transitar por varios talleres, entre ellos el de artesanía, hasta determinar que daría más con las computadoras.
“El siguiente paso de Rodolfo es graduarse de programador y tal vez en el futuro se de-sempeñe como tal en esta escuela”, dice emocionada Mariela.
Mailén Cruz González, madre de Esteban García Cruz (cuatro años de edad), reconoce la actitud diaria del personal docente en la instalación. También tiene en alta estima los vínculos del colectivo con las familias. “To­dos los meses se organiza un encuentro con los padres y un equipo multidisciplinario in­tegrado por el personal de la escuela y es­pecialistas de Salud Pública, entre ellos psi­quia­tras y psicólogos. Recibimos clases y con­sejos sobre conducta, dieta y todo lo que ayude en el manejo familiar. Incluso, se ha­cen dramatizaciones que ayudan al proceso de educación”.
De igual modo, hay encuentros específicos con los abuelos y los hermanos de los niños con el fin de involucrar en el proceso educativo a todos los componentes de la familia. El  amplio programa de socialización, añade, pre­vé una excursión en grupo al mes a sitios de la ciudad, para lo cual la escuela garantiza un medio de transporte.
Igual que Carlos Rafael Sánchez, opina que recibirán todo el respaldo de personal del plantel para organizar una campaña pública que expanda en la población conocimientos sobre el autismo. La idea es convocar a artistas, escritores, periodistas y comunicadores en general, así como a todo aquel que pueda ejercer in­fluencia para cambiar actitudes. “Duele que vayas en una guagua o que camines por un sitio y tu hijo monte una perreta, se golpee o asuma otra conducta y la gente no entienda lo que ocurre porque desconocen todo sobre este padecimiento”.
Para Rebeca Fernández la receptividad del personal del plantel y su identificación con las angustias de las familias son créditos de seguridad. Su hijo de tres años, Andrés Feria, se incorporó en septiembre pasado, al inicio del curso en marcha, y en tan poco tiempo revela progresos. Uno de los motivos de la alegría que empieza a disfrutar la familia es la relación que ha establecido con la hermanita de cinco años.
“Otros padres me decían que aquí los niños cambian rápidamente y ahora lo vivo. Vengo a la escuela en diferentes momentos del día y encuentro a mi hijo rodeado de atenciones dirigidas a acercarlo al mundo real. Cada vez es­toy más segura de que se encuentra en las mejores manos”.

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