Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

sábado, 7 de noviembre de 2015

Cassinga

 Ruslán OlivaresTestimonioEl 4 de mayo de 1978 fuerzas helitransportadas sudafricanas, apoyadas por la aviación, efectuaron un ataque sorpresa sobre el campamento de refugiados namibios de Cassinga en el territorio angolano. La acción se convirtió en una masacre indiscriminada en la que perdieron la vida más de 600 refugiados, en su mayoría mujeres y niños.
Una unidad cubana emplazada en las minas Tchamutete intentó llegar a Cassinga a marchas forzadas para detener la matanza y en el trayecto fue duramente atacada por la aviación sudafricana que les causó 16 muertos y 81 heridos.
El testimonio del sargento Eduardo Pérez Rojas, quien participó en la acción como jefe de una pieza antiaérea, fue publicado en 1991 por el Centro Provincial del Libro y la Literatura de Ciego de Ávila, y muestra el horror y la barbarie de una guerra que casi siempre ha sido abordada desde la épica:
El 4 de mayo de 1978, por la mañana temprano, escuchamos fuertes explosiones; a lo lejos unos aviones ametrallaban y bombardeaban, y otros soltaban racimos de paracaidistas. Nos pusimos en marcha; había un largo recorrido hasta Cassinga por un terraplén. Ya en el camino un mirage hizo un pase ametrallando. Sobre la marcha le hicimos fuego. Al llegar a un puente, cinco mirages se lanzaron en picada como en las películas, aquello fue candela y humo; los aviones daban vueltas en círculo, disparando sin cesar, y nosotros tirándoles con las piezas. En medio del fuego, Angelito venía gritando:
- ¡Mataron a Orlando… Mataron a Orlando…!
Orlando era su jefe de pieza. Angelito traía una mano en el estómago, y por entre sus dedos trataban de escapárseles las tripas, su cara estaba atravesada por un fragmento. Fuimos por Orlando: una esquirla le había hecho una traquetomía, sangraba también por una pierna, pero estaba vivo; a su lado, muerto, yacía Ricardo González. Muy cerca el chofer de un camión trataba de arrancarlo, al fin lo logró y se llevó los heridos. Un avión le tiró un cohete y le arrancó una de las cuatro ruedas traseras, pero él siguió acelerando para el hospital. En medio de aquel infierno evacuamos también a un jefe de pelotón que había perdido un ojo. Luego venía un caza, cerca había un tanque y le grité al tanquista:
- ¡Escóndete que viene un avión!
Se metió por la escotilla, el avión pasó como una bala y un cohete sacudió al tanque, la onda expansiva me tiró al suelo. Sentí una gran punzada en el estómago y que estaba como flotando, la falta de aire me asfixiaba y el corazón se me quería salir. Al poco rato me recuperé. Se oían los estallidos de un camión de municiones impactado.
Después de pasar otro puentecito volvieron a atacar. Picaron sobre nosotros de nuevo. El avión venía como una aguja, imponente, echando plomo, era un hilo incandescente lo que se veía. Luego hacía un giro para irse y yo le gritaba a mi tirador: ¡Ahora, Crescencio… fuego… fuego!
Y Crescencio, blanco como un papel, apretaba el pedal del disparador y no lo soltaba hasta que el avión estaba lejos, pero aquellas cuatrobocas de 14.5 mm no eran muy efectivas ya contra aviones rápidos.
Después del ataque hubo una calma y descansamos algo. Me senté bajo un árbol a fumar, me quedé alelado y no sé como vine a parar a Punta Alegre. Veía la bahía de Buenavista con su azul verdoso y me parecía que caminaba tomado de las manos con mi mujer y mis hijas, el mar golpeaba suavemente nuestras rodillas y una bandada de gaviotas nos sobrevolaba… De pronto di un salto y grité:
- ¡Me cago en Dios, carajo!
- ¿Qué te pasa Eduardo?… ¿Qué te pasa?
- Que si sigo sentado allí, salgo corriendo de aquí.
Luego la aviación volvió a atacar con saña. Hirieron a Rafael Estévez y trataban de evacuarlo, pero decía que seguiría fajado. A Antolín García lo trajeron desmadejado, estaba acribillado por los fragmentos de un cohete; murió horas después con una foto de su pequeño hijo apretada entre sus manos. El camión que remolcaba la pieza de Eusebio se paró en medio del terraplén y emplazaron allí mismo. Un cohete mató a Eusebio y el tirador cargó él mismo y continuó disparando sin cesar; cuando lo sacaron de la pieza, casi a la fuerza, notaron que tenía las piernas atravesadas por la metralla.
El campamento esa noche fue de vigilia total, al hospitalito llegaban los namibios sobrevivientes y el médico hacía lo indecible para atenderlos a todos. En unas cajuelas había un sinnúmero de brazos y piernas amputados. Alguien me tocó: – ¿Quién tú eres?
Era el jefe de mi batería con los ojos vendados.
- Pérez Rojas, soy Pérez Rojas – le dije
- Coño, Rojitas, estás vivo, mañana los cogemos, tú verás como mañana los pelamos…
Pero al siguiente día no regresaron. 

2 comentarios:

  1. Gracias por el artículo , me hizo recordar ese dia cuando fuimos movilizados, médicos cubanos internacionalistas para atender a los heridos que lograron sobrevivir, aún conservó la prensa de esa época , con esa triste imagen de los masacrados.
    Recuerdo con tristeza la noticia de los jóvenes combatientes cubanos caídos en víspera de la conmemoración del día de las madres, que con dolor recibieron esa impactante noticia.
    Mi homenaje para todos los caídos en ese dia

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    Respuestas
    1. Hay que difundir la memoria historica de las misiones internacionalistas de la Revolucion Cubana . En esta apopeya la juventud cubana tuvo una genuina participacion.

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