Expresión
de la madurez alcanzada y del papel creciente del Partido fue la
celebración de su Primer Congreso en diciembre de 1975 y los efectuados
sucesivamente
Durante más de cinco décadas, el Partido ha
transitado por un camino de constante aprendizaje y experiencias, de
búsqueda y perfeccionamiento de métodos y estilo de trabajo propios y
más eficaces, invariablemente al lado de las masas en los momentos más
difíciles y complejos de la batalla económica, política y social; a la
cabeza en el desarrollo de la conciencia del pueblo, de su cultura
general y política; a la vanguardia de la defensa de la Revolución.
Con su acción vigilante superó las tendencias ambiciosas y oportunistas de la microfracción en los años 1967 y 1968; participó activamente en el proceso institucional del país en la década de los setenta, y creó su estructura auxiliar central en mayo de 1973, como parte de las medidas para su fortalecimiento y desarrollo.
Expresión de la madurez alcanzada y del papel creciente del Partido fue la celebración de su Primer Congreso en diciembre de 1975 y los efectuados sucesivamente. Cada uno de ellos ha estado en el centro de las principales tareas y los retos de su tiempo.
Ha encabezado todas las batallas del país a lo largo de su existencia. Su incesante actividad y autoridad le ha permitido marchar al frente ante el difícil reto del periodo especial y en la lucha resuelta de hoy por enfrentar las debilidades, superar las dificultades y continuar perfeccionando nuestro socialismo, siempre vinculado al pueblo. Nada le ha sido ajeno al Partido y su acción política se ha correspondido con cada momento.
Con sus propias normas y procedimientos ha sido consecuente con su responsabilidad en los destinos del país; consciente de que sin él, la Revolución no podría existir, pues como subrayó Fidel el 14 de marzo de 1974: “(…) La organización de vanguardia es fundamental. ¿Saben ustedes lo que le da seguridad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da perennidad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da el futuro a la Revolución, lo que le da vida a la Revolución, lo que le da porvenir a la Revolución? El Partido. Sin el Partido no podría existir la Revolución (…)”.
En Cuba conocemos la receta del pluripartidismo que dividió e hizo débil la sociedad cubana antes del triunfo de enero de 1959. Y su accionar en otros países nos demuestra que es una falacia, pues en esencia la mayoría de los países donde se ejercita tal “democracia multipartidista”, especialmente en procesos electorales, tiene como objetivo mantener el status quo vigente, con la defensa a ultranza del capitalismo.
También fuimos testigos de lo que aconteció en los otrora países socialistas europeos. Hoy la diversidad de partidos en ellos, no los ha librado de las lamentables consecuencias políticas, económicas y sociales del derrumbe.
Nuestra historia ratifica y persuade sobre lo acertado de la existencia de un solo Partido, que nos ha hecho más fuertes frente a las agresiones y el bloqueo genocida, así como en la batalla por el desarrollo económico y social de la nación, la formación de la conciencia revolucionaria, la preservación de la independencia, la soberanía y el socialismo.
No son hechos casuales las campañas, los programas y la actividad de subversión político-ideológica del enemigo con el propósito de menoscabar la autoridad del Partido, ganada en la vinculación con las masas, y en la unidad forjada, pilares esenciales para la continuidad de la Revolución.
La nueva etapa y los retos que vivimos elevan el papel del Partido en la sociedad cubana y en la preservación de la obra de la Revolución. En estas nuevas circunstancias, el Partido continúa a la cabeza del pueblo.
De la misma manera en que el Partido cimentó la unidad de todo el pueblo y encabezó su resistencia frente a las agresiones de todo tipo de las sucesivas administraciones norteamericanas, ahora lo hace en un nuevo escenario.
El actual gobierno de Estados Unidos reconoció (a regañadientes) el fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución. Ha proclamado que aspira a obtener el mismo resultado que perseguían, aunque por otros métodos; ofrece relaciones pacíficas, de amistad, pero mantiene y aplica con rigor el bloqueo; pretende desconocer que deben devolver a Cuba el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo; continúa las transmisiones ilegales que violan nuestro espacio radioeléctrico; no renuncia a los programas injerencistas y de subvención a la contrarrevolución, y sostiene un trato migratorio diferenciado y políticamente manipulado. La lucha por una relación verdaderamente normal entre Cuba y los Estados Unidos será larga y esta normalización pasa ineludiblemente por la rectificación de esas políticas agresivas y medidas lesivas a nuestra soberanía.
En estas circunstancias, el papel del Partido es insustituible para mantener el rumbo socialista, consolidar nuestras esencias, fomentar las ideas revolucionarias, el patriotismo, la solidaridad y el antimperialismo, el sentido de la justicia social, la igualdad de derechos y oportunidades, los valores humanos, el espíritu democrático, la participación y la confianza en el porvenir socialista.
Como señaló el Editorial del órgano del Comité Central, publicado el pasado 9 de marzo: “…el pueblo cubano seguirá adelante. Con nuestros propios esfuerzos y probada capacidad y creatividad, continuaremos trabajando por el desarrollo del país y el bienestar de los cubanos (…). Persistiremos en llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico y social que hemos elegido, y de construcción de un socialismo próspero y sostenible para consolidar los logros de la Revolución. Un camino soberanamente escogido y que seguramente será ratificado en el VII Congreso del Partido Comunista, con Fidel y Raúl en la victoria”.
Con su acción vigilante superó las tendencias ambiciosas y oportunistas de la microfracción en los años 1967 y 1968; participó activamente en el proceso institucional del país en la década de los setenta, y creó su estructura auxiliar central en mayo de 1973, como parte de las medidas para su fortalecimiento y desarrollo.
Expresión de la madurez alcanzada y del papel creciente del Partido fue la celebración de su Primer Congreso en diciembre de 1975 y los efectuados sucesivamente. Cada uno de ellos ha estado en el centro de las principales tareas y los retos de su tiempo.
Ha encabezado todas las batallas del país a lo largo de su existencia. Su incesante actividad y autoridad le ha permitido marchar al frente ante el difícil reto del periodo especial y en la lucha resuelta de hoy por enfrentar las debilidades, superar las dificultades y continuar perfeccionando nuestro socialismo, siempre vinculado al pueblo. Nada le ha sido ajeno al Partido y su acción política se ha correspondido con cada momento.
Con sus propias normas y procedimientos ha sido consecuente con su responsabilidad en los destinos del país; consciente de que sin él, la Revolución no podría existir, pues como subrayó Fidel el 14 de marzo de 1974: “(…) La organización de vanguardia es fundamental. ¿Saben ustedes lo que le da seguridad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da perennidad a la Revolución? El Partido. ¿Saben ustedes lo que le da el futuro a la Revolución, lo que le da vida a la Revolución, lo que le da porvenir a la Revolución? El Partido. Sin el Partido no podría existir la Revolución (…)”.
En Cuba conocemos la receta del pluripartidismo que dividió e hizo débil la sociedad cubana antes del triunfo de enero de 1959. Y su accionar en otros países nos demuestra que es una falacia, pues en esencia la mayoría de los países donde se ejercita tal “democracia multipartidista”, especialmente en procesos electorales, tiene como objetivo mantener el status quo vigente, con la defensa a ultranza del capitalismo.
También fuimos testigos de lo que aconteció en los otrora países socialistas europeos. Hoy la diversidad de partidos en ellos, no los ha librado de las lamentables consecuencias políticas, económicas y sociales del derrumbe.
Nuestra historia ratifica y persuade sobre lo acertado de la existencia de un solo Partido, que nos ha hecho más fuertes frente a las agresiones y el bloqueo genocida, así como en la batalla por el desarrollo económico y social de la nación, la formación de la conciencia revolucionaria, la preservación de la independencia, la soberanía y el socialismo.
No son hechos casuales las campañas, los programas y la actividad de subversión político-ideológica del enemigo con el propósito de menoscabar la autoridad del Partido, ganada en la vinculación con las masas, y en la unidad forjada, pilares esenciales para la continuidad de la Revolución.
La nueva etapa y los retos que vivimos elevan el papel del Partido en la sociedad cubana y en la preservación de la obra de la Revolución. En estas nuevas circunstancias, el Partido continúa a la cabeza del pueblo.
De la misma manera en que el Partido cimentó la unidad de todo el pueblo y encabezó su resistencia frente a las agresiones de todo tipo de las sucesivas administraciones norteamericanas, ahora lo hace en un nuevo escenario.
El actual gobierno de Estados Unidos reconoció (a regañadientes) el fracaso de la política de abierta hostilidad hacia la Revolución. Ha proclamado que aspira a obtener el mismo resultado que perseguían, aunque por otros métodos; ofrece relaciones pacíficas, de amistad, pero mantiene y aplica con rigor el bloqueo; pretende desconocer que deben devolver a Cuba el territorio ilegalmente ocupado en Guantánamo; continúa las transmisiones ilegales que violan nuestro espacio radioeléctrico; no renuncia a los programas injerencistas y de subvención a la contrarrevolución, y sostiene un trato migratorio diferenciado y políticamente manipulado. La lucha por una relación verdaderamente normal entre Cuba y los Estados Unidos será larga y esta normalización pasa ineludiblemente por la rectificación de esas políticas agresivas y medidas lesivas a nuestra soberanía.
En estas circunstancias, el papel del Partido es insustituible para mantener el rumbo socialista, consolidar nuestras esencias, fomentar las ideas revolucionarias, el patriotismo, la solidaridad y el antimperialismo, el sentido de la justicia social, la igualdad de derechos y oportunidades, los valores humanos, el espíritu democrático, la participación y la confianza en el porvenir socialista.
Como señaló el Editorial del órgano del Comité Central, publicado el pasado 9 de marzo: “…el pueblo cubano seguirá adelante. Con nuestros propios esfuerzos y probada capacidad y creatividad, continuaremos trabajando por el desarrollo del país y el bienestar de los cubanos (…). Persistiremos en llevar adelante el proceso de actualización del modelo económico y social que hemos elegido, y de construcción de un socialismo próspero y sostenible para consolidar los logros de la Revolución. Un camino soberanamente escogido y que seguramente será ratificado en el VII Congreso del Partido Comunista, con Fidel y Raúl en la victoria”.
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