Ante las últimas y reiteradas provocaciones y acusaciones por parte de funcionarios del Departamento de Estado y otros personajes de la administración Trump, la Cuba victoriosa muestra al mundo su dignidad, su solidaridad humana, su resistencia y su decisión de seguir adelante. Así estaremos celebrando el aniversario 60 del triunfo de la Revolución.
Y sepan los inventores de «violaciones de derechos humanos en Cuba» que nuestro país exhibe una de las páginas más limpias en ese tema, como en otros donde la comunidad internacional nos agradece ser ejemplo.
Una vez más, los derrotados en su afán por destruirnos derrochan dinero y cinismo para concebir mensajes cargados de odio en vez de aplicar las reglas de juego de la diplomacia y la convivencia pacífica, aceptar un diálogo sin condiciones y levantar el bloqueo a que tienen sometidos a los cubanos, que es la más flagrante violación de esos derechos humanos que ellos dicen proteger.
La última de esta escalada de provocaciones fue una anunciada misiva del secretario de Estado estadounidense, Mike Pompeo, pidiendo «explicaciones» sobre supuestas violaciones de derechos humanos en Cuba.
Un hombre que como director de la CIA entre el 2016 y el 2017 –según aparece en el sitio digital de la citada agencia– gestionaba la recopilación de datos de inteligencia, análisis, acción encubierta, contrainteligencia y las relaciones de enlace con los servicios de inteligencia extranjeros. Su nombramiento fue criticado, porque estaba a favor del espionaje masivo y a los líderes extranjeros, y que Edward Snowden debía ser juzgado y eventualmente condenado a muerte. También quería una CIA más «agresiva, brutal, despiadada e implacable». Ese es el hombre de la supuesta misiva cuestionando a Cuba. Él y otros como John Bolton, consejero de Seguridad Nacional, y Rex Tillerson, exsecretario de Estado, aparecen en la lista de los viciosos detractores de Cuba.
Como marionetas en esa tarea, cuentan con Luis Almagro, secretario general de la desprestigiada OEA, y con alguno que otro mandatario, al estilo de Jair Bolsonaro, en Brasil; Sebastián Piñera, en Chile, muy atentos a cumplir las orientaciones de Washington, más cuando se trata de arremeter contra naciones como Cuba, Venezuela y Nicaragua.
En una verdadera carrera contrarreloj, Estados Unidos practica por estos tiempos todo tipo de acción respecto a la Isla. Lo mismo inventa ataques sónicos, que expulsa a diplomáticos cubanos de la
embajada en Washington, o retira los suyos de la misión en La Habana, o cierra los trabajos consulares y de emisión de visas; o reúne –convocados por la OEA– a mercenarios y a alguno que otro terrorista para aplaudir a Almagro en sus ofensas contra un país digno de la región.
embajada en Washington, o retira los suyos de la misión en La Habana, o cierra los trabajos consulares y de emisión de visas; o reúne –convocados por la OEA– a mercenarios y a alguno que otro terrorista para aplaudir a Almagro en sus ofensas contra un país digno de la región.
El hecho de que la Revolución espere su aniversario 60 el próximo 1ro. de enero, les revienta los oídos y la conciencia –si es que la tienen– a los que han apostado y han perdido siempre, a la caída del país que se levanta valiente, erguido y satisfecho de sus indiscutibles victorias, en primer lugar la de haber logrado que aquí se respeten los derechos humanos, el derecho a la vida, a la salud, la educación, el trabajo, la seguridad, y que, a pesar del cruel bloqueo, hayamos podido brindar solidaridad humana, como ningún otro país, a decenas de millones de personas en el mundo.
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