Escribir sobre Fidel Castro Ruz puede tornarse difícil si se tiene en cuenta que, en fechas como este 13 de agosto, los medios de comunicación cubanos sacan a la luz las mejores anécdotas sobre el Comandante en Jefe, y nos recuerdan sus travesuras en la finca de Birán, faceta de estudiante en el colegio de Belén, sus primeros pasos revolucionarios en la Universidad de La Habana, las batallas libradas en el campo del Derecho, su bravura, inteligencia y liderazgo en el cuartel Moncada, la Sierra Maestra, los primeros años de la Revolución y los que les siguieron hasta que cumplió 90 años.
Por eso, para no repetir ni emborronar cuartillas, prefiero simplemente recordarles que Fidel era el mejor hombre dentro del Ministerio del Interior. Fue de los primeros en frustrar distintas actividades enemigas que se gestaron desde el triunfo revolucionario en 1959, acompañó a nuestros policías y bomberos en las acciones de rescate a las víctimas del atentado al vapor La Coubre, el 4 de marzo de 1960; planificó de conjunto con los Órganos de la Seguridad del Estado la captura de los bandidos que proliferaron en las lomas del Escambray hasta 1965 y alentó la preparación de agentes que se infiltrarían en las filas del enemigo, para desbaratar cualquier agresión contra el pueblo cubano.
Estuvo al tanto de la constitución y desarrollo del Partido Comunista de Cuba en el Minint y reconoció a la juventud, en varios momentos, con la bandera de honor de la UJC, como fue el caso del Laboratorio Central de Criminalística, la Unidad 3454 y el Centro de Comunicaciones en 1981.
Impulsó a los combatientes a practicar el internacionalismo basado en la justicia y la libertad, por lo que, antes de enviarlos hacia hermanas naciones, les explicaba la importancia de las misiones que desarrollarían, como hizo con el Batallón de Tropas Especiales que partió hacia Angola en 1975.
Acompañó a aquellos que enfrentaron siniestros naturales y otros provocados por manos inescrupulosas, como las que incendiaron la tienda departamental de La Época o el círculo infantil Le Van Tam. Honró a nuestros mártires caídos en el enfrentamiento, se indignó por la muerte de Pedro Ortiz Cabrera cuando custodiaba la embajada del Perú el 1ro. de abril de 1980, y condecoró como Héroe de la República de Cuba al sargento de 1ra. Rolando Pérez Quintosa cuando los sucesos de Tarará en 1992.
Dirigió las acciones del Minint en los momentos más difíciles de las crisis migratorias, previendo que estas no provocasen una contingencia en el país como aquella que se gestó el 5 de agosto de 1994 y que, con su presencia en el Malecón habanero, se eliminó, convirtiéndose en otra victoria de la Revolución, como lo fue también la del 3 de marzo de 2003 cuando estuvo al frente de las operaciones realizadas por la Brigada Especial Nacional para liberar a rehenes de un secuestro producido por elementos antisociales, que intentaron llevarse una embarcación estatal.
Mantuvo una preocupación constante por la erradicación de la delincuencia y las ilegalidades en nuestro pueblo, por lo que aconsejaba a la Policía Nacional Revolucionaria sobre cómo debía actuar y el respeto a ganarse en la población para llegar ser la mejor policía del mundo.
En la actualidad, Fidel sigue siendo el mejor hombre dentro del Ministerio del Interior, porque está en cada cadete, joven oficial o experimentado que mira de qué lado está el deber y lo cumple con la confianza en la victoria. Es más que un modelo a seguir, forma parte del alma de la nación cubana y por ello, mantener sus ideales, es también otra forma de defender a la Patria.
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