Lo observa todo. Espera pacientemente. Su corazón late con buen
ritmo. Erianna de la Cruz Alfaro tiene poco más de dos meses de vida.
Apenas distingue las voces que la rodean, pero sonríe y sigue con la
mirada.
Una vez dada de alta la pequeña Erianna podrá llevar una vida útil y feliz.
Foto: Abel Rojas Barallobre
Todos sus seres queridos la esperan en su natal Holguín. Excepto su
joven madre, aquí no tiene familiares, pero ha aprendido a querer como
tales a quienes, con bata blanca, se preocupan constantemente por su
salud.
Pudiéramos pensar que tantas consultas, revisiones y monitoreos la
inquietan, pero no. Ella es, como aseguran quienes la conocen, una niña
tranquila que mira con ojos soñadores esos equipos a los que permanece
necesariamente conectada para monitorear los latidos de su corazón y
controlar su ritmo.
La actual estabilidad de la pequeña es una buena noticia, pues solo
así puede ser intervenida para tratar la arritmia que la aqueja y
regresar a casa junto a los suyos. Mientras, va de la estrecha cuna a
los brazos de su madre. Sigue observándolo todo y espera.
Justo al lado de la bebita, el adolescente Dayron Olazábal González
también sueña con volver a su natal Najasa, en Camagüey. Extraña a sus
compañeros del Técnico Medio en Contabilidad que comenzó el pasado año, a
sus dos hermanos menores e, incluso, a los caballos que tanto ama y
que, paradójicamente, le provocaron la condición que lo remitió a La
Habana.
Dayron nunca padeció ninguna afección cardiaca hasta hace poco más de
un año cuando jugaba durante un apagón, un equino asustado le propinó
una patada que le provocó una comunicación interventricular traumática.
Desde entonces ha viajado dos veces a la capital, la primera para su
diagnóstico, y ahora para ser intervenido.
Sabe que a partir de la operación su vida no será como antes, pues
debe cuidarse más. Pero es la única y más efectiva solución. Solo así
podrá volver a las aulas, practicar deportes —poco a poco— con sus
compañeros, e incluso galopar por el pueblo. No pide mucho ni teme nada,
solo confía en que en pocos días todo volverá a ser como antes.
Joe Luis Baños Valdés sonríe al escuchar a Dayron desde su cama al
otro lado del cubículo. También él extraña su hogar, su vida fuera del
centro, hasta su antiguo trabajo como cuentapropista. Hace tiempo dejó
de ser un bebé como Erianna y 19 años lo separan del adolescente, pero
los unen el corazón y sus entresijos.
Días atrás Joe Luis, el único habanero del grupo, tuvo que ser
intervenido quirúrgicamente para tratar una cardiopatía congénita
detectada desde los cuatro años, ahora que ya el tratamiento médico dejó
de ser efectivo. Fue un procedimiento muy complejo, a corazón abierto,
el mismo al que tanto temían sus padres hace unos años. Pero ahora,
cuando la tecnología ha avanzado y permite minimizar los riesgos, se
hizo inminente entrar al salón.
La operación salió bien. Una leve complicación lo ha mantenido en la
sala más tiempo del acostumbrado, pero en poco tiempo la cicatriz en su
pecho no será más que un recuerdo, un reflejo de sus ganas de vivir,
ahora, con más salud.
Erianna, Dayron y Joe Luis no son los únicos. Otros 17 niños y
jóvenes comparten sonrisas y anhelos en esta sala del Cardiocentro
Pediátrico William Soler. Hasta allí llegaron, como los más de 10 000
que les precedieron, aquejados de una afección cardiaca, en su mayoría
congénita, y en pocos días egresarán con la tranquilidad y calidad de
vida que necesitan para su pleno desarrollo personal y social.
Esta fue siempre la misión de la institución, inaugurada el 26 de
agosto de 1986 por nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro, precisamente
ante el impacto de las afecciones cardiacas en las tasas de mortalidad
infantil en el país.
Un centro salvador
Priorizar la atención sanitaria a los pequeños es una realidad en
Cuba desde los primeros años de la Revolución cuando comenzó un arduo
proceso para erradicar, gracias al desarrollo de nuestro sistema de
salud pública, muchas de las afecciones e infecciones que aparecían como
causas de mortalidad infantil.
En la década de 1980, ante los avances alcanzados en esta materia, se
hizo más evidente un padecimiento, mayoritariamente congénito, que
golpeaba de forma significativa este indicador: las cardiopatías.
Por ello, el 26 de agosto de 1986 el Comandante en Jefe Fidel Castro
dejó inaugurado el cardiocentro, en un terreno anexo al capitalino
hospital pediátrico William Soler. Desde entonces, la misión es
propiciarle tranquilidad a las familias en cuanto a la atención de sus
hijos con problemas del corazón, los cuales son solucionados o
aliviados, y garantizar su incorporación más plena posible a la vida
familiar y social.
Así lo aseguró a
JR el doctor Eugenio Selman-Housein
Sosa, cirujano cardiopediátrico y director de esta institución de
subordinación nacional pediátrica, que también es centro de referencia
en el tratamiento de las cardiopatías en edades tempranas de la vida
para la Red Cardiopediátrica Nacional, la cual funciona desde 1983.
Estos padecimientos, con una incidencia al nacer del uno por ciento,
representan una cifra significativa de los casos de malformaciones
congénitas en el país y se encuentran en el tercer lugar de las causas
de muerte infantil, con una tasa de 0,6 defunciones por cada 1 000
nacidos vivos.
Sobre los diferentes problemas cardiacos que afectan hoy a los
pequeños, explicó que existen más de 40 diagnósticos, entre los que se
destacan en nuestro país y el mundo entero, las cardiopatías congénitas
cianóticas (implican un compromiso de la oxigenación de la sangre) y las
no cianóticas.
Entre las primeras, explicó Selman, se encuentran la tetralogía de
Fallot (el antes llamado mal azul del corazón), la transposición de
grandes vasos, la atresia pulmonar y los drenajes anómalos de venas
pulmonares. Las no cianóticas comprenden problemas valvulares, problemas
de anomalías de los vasos y de las estructuras del corazón,
comunicación interventricular e interauricular, la coartación de la
aorta y la persistencia del conducto arterioso.
Algunas de estas, apuntó, son críticas y requieren la atención
inmediata durante los primeros días o semanas de vida de los niños.
Otras avanzan más lentamente posibilitando un abordaje en edades más
tardías, período en el cual se mantiene un seguimiento tanto por los
especialistas de su área de salud de cada territorio o de los
cardiopediatras del propio centro, en los casos que así lo requieran.
También, agregó, existen y se atienden en este centro, cardiopatías
no congénitas que agrupan a un gran número de afecciones que afectan a
los niños, incluso desde el nacimiento, tales como los problemas
adquiridos del ritmo cardiaco (arritmias), la fiebre reumática y las
cardiomiopatías.
Por un latir saludable
El doctor Jesús Francisco Carballés García, jefe del Programa Nacional de Rehabilitación Cardiaca Infantil (PNRCI), explicó a
JR que,
aunque el cardiocentro es la principal institución que atiende las
afecciones cardiacas en edades pediátricas en el país, muchos de los
pacientes reciben la atención que necesitan desde sus propios
territorios gracias a la Red Cardiopediátrica Nacional.
«En ella se agrupan los cardiopediatras de todas las provincias,
responsables de la detección precoz de los niños con problemas del
corazón, su remisión a nuestra institución para completar su diagnóstico
y hacer el tratamiento adecuado y oportuno, y su seguimiento una vez
dados de alta con los cuidados necesarios para prevenir complicaciones.
«Incluso cuando regresan a nuestra institución para sus chequeos de
rehabilitación, los resultados de los exámenes que se le realizan
también se consultan e intercambian con los médicos de la Red que los
atienden en cada territorio», agregó el especialista.
Junto a esta Red y con el desarrollo del Programa Nacional de
Atención al Niño Cardiópata, jerarquizado por el Departamento Materno
Infantil del Ministerio de Salud Pública (Minsap), agregó, durante casi
31 años el cardiocentro ha atendido a miles de pacientes, de los cuales
más de 4 500 ya son adultos incorporados a las actividades escolares,
sociales y familiares.
Carballés García añadió que más de 400 mujeres atendidas en estas
instalaciones por problemas cardiacos han logrado partos exitosos una
vez dadas de alta.
«El cardiocentro desarrolla el trabajo de atención especializada con
un equipo multidisciplinario de 365 trabajadores, integrado por
pediatras, cardiólogos, cirujanos, anestesistas, intensivistas,
imagenólogos, perfusionistas, enfermeros (as), rehabilitadores,
sicólogos y estomatólogos, entre otros.
«Realizamos el diagnóstico especializado, el tratamiento
médico-quirúrgico mediante cateterismo cardiaco intervencionista de
hemodinamia, así como la rehabilitación integral de los pacientes.
Anualmente se atienden en nuestra institución casi 300 pacientes para
cirugía cardiovascular y 150 pacientes para cateterismo intervencionista
de hemodinamia.
«Si se trata de pacientes que tienen algún trastorno del ritmo, se
acude a la implantación de un marcapasos o a un tratamiento con
antiarrítmicos especializados, y en el caso de otros tipos de
cardiopatías como las cardiomiopatías, podemos aplicar tratamientos
novedosos en protocolo como por ejemplo, la implantación de células
madre».
Carballés García explica que en todos los casos se desarrolla la
profilaxis en relación con posibles complicaciones y la prevención de
otros problemas de salud, como la endocarditis bacteriana, asociada a
los cardiópatas.
Los niños que ingresan al cardiocentro requieren cuidados especiales,
acota. «Se vela por sus necesidades higiénicas, dietéticas y de sus
medicamentos, lo cual es posible gracias a los principios de nuestro
sistema de salud, basados en la gratuidad, la integralidad y la
universalidad».
Selman precisa que, hasta la fecha, se han intervenido por cirugía,
aproximadamente 8 500 pacientes, de los cuales 5 000 han sido cirugías a
corazón abierto, y 2 500 mediante cateterismo intervencionista.
«Sin embargo, estos no son todos los pacientes que han ingresado pues
lo han hecho otra cifra similar de enfermos que han sido atendidos sin
necesidad de realizar operación o estudios invasivos mediante
tratamientos médicos. Por ello, estimamos que en el país, más de 14 000
pacientes han sido atendidos en algún momento por un problema cardiaco
en edad pediátrica, la mayoría de los cuales han alcanzado la edad
adulta».
El director de la institución puntualiza que como parte del programa
que se desarrolla desde la inauguración del cardiocentro, se atiende al
niño desde que está en el vientre de la madre, a través del Programa de
Diagnóstico Prenatal de Cardiopatías, existente desde 1990. «El paciente
nace, crece, se vuelve adolescente, adulto, y muchas veces ya viene a
vernos cuando está casado y con hijos, pues requiere el seguimiento de
la atención a sus problemas congénitos.
«Aquí podemos tener a bebés de un mes de nacidos y en la misma sala
una persona de 50 años, a quien le descubrieron hace cuatro años que
tenía un problema de nacimiento. Sin importar la edad del paciente,
todos los problemas congénitos del corazón se atienden aquí».
Entresijos del corazón
Niños con arritmias, miocardiopatías y con otras afecciones
cardiovasculares, incluso, aquellos que requieren el implante de células
madre, son atendidos en la sala de ecocardiografía pediátrica de la
institución, afirmó la doctora Lismara Senra Reyes, jefa de la sala de
cardiopediatría.
«Por lo general, atendemos en esta sala de 20 camas a pacientes de
edades pequeñas, hasta los 18 años de edad, aunque hay otro grupo de
hasta 20 años. Su estadía promedio es de siete días. Tratamos de
realizar un diagnóstico certero en un tiempo no muy prolongado que evite
las molestias al paciente con larga estadía hospitalaria.
Un equipo clínico de trabajo realiza el diagnóstico certero en un
tiempo no muy prolongado que evite las molestias al paciente con larga
estadía hospitalaria.
Foto: Abel Rojas
«En la sala de cardiopediatría interviene un equipo clínico de
trabajo, integrado por dos cardiopediatras, residentes especialistas en
pediatría y cardiología, cirujanos cardiovasculares, hemodinamistas,
especialista en arritmia y genetistas. Sumamos también, en caso
necesario, a los doctores de otras especialidades, para el asesoramiento
adecuado ante otros padecimientos».
La especialista en Cardiopediatría e intensivista del cardiocentro,
Dunia Benítez Ramos, ratifica que en las salas están creadas todas las
condiciones para una terapia intermedia, porque en muchos casos se
termina aquí el tratamiento final de cualquier proceder realizado en la
institución.
«Además, contamos con una licenciada en dietética y nutrición y un
grupo de apoyo nutricional, que sigue la evaluación y la intervención
nutricional de cada paciente. También tenemos un laboratorio de
ergometría y una sección de fisiatría, donde se les indica un programa
de entrenamiento de acuerdo con su condición física.
«Un departamento de vital importancia es el de los medios
diagnósticos como el de ecocardiografía, donde se confirman los
diagnósticos de los niños cardiópatas y desde donde parten todos los
demás estudios».
El doctor Juan Carlos Ramiro Novoa, especialista en segundo grado en
Cardiología precisa que en el cardiocentro se desarrollan procedimientos
híbridos donde se combinan las habilidades y los conocimientos
quirúrgicos y de hemodinamia para obtener determinados resultados en las
intervenciones de un grupo de pacientes.
Velar por la salud cardiaca de los infantes cubanos es una prioridad del cardiocentro desde su fundación.
Foto: Abel Rojas
«El servicio de Hemodinámica se inauguró en 1988, apenas dos años
después del cardiocentro, y solo tenía un objetivo mayormente
diagnóstico, como era en el mundo entero en aquel entonces. Pero con el
auge de las intervenciones por mínimo acceso se han desarrollado las
técnicas de imágenes, así como los catéteres, incidiendo en la
ampliación y mayor calidad de este tipo de operación.
«En las cardiopatías que tienen las indicaciones, son más rápidos,
menos invasivos, demandan menos transfusiones de sangre y son más
económicos. Se requiere además menos estadía hospitalaria, tienen menos
incidencia de complicaciones y medicamentos. Son grandes aliados de la
cirugía».
El también jefe de servicio de Hemodinámica y Radiología agrega que
pueden atenderse por este procedimiento un gran porciento de las
cardiopatías no cianóticas como, por ejemplo, las comunicaciones
interauriculares y muchas interventriculares musculares. Además, un
pequeño porciento de las cardiopatías cianóticas puede tener una ayuda
con el cateterismo intervencionista.
«Aquí también hemos tratado a embarazadas por cateterismo
intervencionista, cuando se les ha descubierto una cardiopatía
congénita. Inclusive le hemos puesto stent en la aorta, siempre
protegiendo al feto.».
Subraya Selman que el cardiocentro William Soler padece los efectos
del bloqueo impuesto por el Gobierno de los Estados Unidos de manera
permanente. «Para esta institución el país importa más de medio millón
de dólares anuales en medicamentos, que se le ofrecen al paciente de
manera gratuita si presentan hipertensión pulmonar y determinados tipo
de arritmias, entre otros padecimientos. Además, requerimos tecnología
de punta, patentada en países del Primer Mundo, para la realización de
los procedimientos cardiopediátricos, y nos es muy difícil a veces
obtenerla».
Todos los especialistas de la institución asumen el reto día a día de
mejorar los indicadores de salud de los pacientes y elevar la calidad
de la atención médica. «Nos urge seguir desarrollando la atención
cardiopediátrica en el país y hacerlo de tal manera que continúe siendo
sostenible el sistema de salud, pues si antes los pacientes con estos
padecimientos eran enviados al exterior en casos posibles, ahora
nuestras instalaciones y especialistas están capacitados para atenderlos
aquí», añadió el doctor, quien acotó que en los últimos tiempos ha
crecido el número de pacientes por turismo de salud.
Gracias al sistema de salud cubano, y con el esfuerzo de sus
trabajadores y profesionales, los niños cardiópatas tienen garantizada
la seguridad de su atención y la esperanza de poder llevar una vida útil
y feliz.