Las unidades policiales tienen hoy una misión y una imagen muy distintas y distantes de las que tenían antes de 1959. Un proyecto histórico-social del Ministerio del Interior así lo patentiza
Por IGOR GUILARTE FONG
Fotos: YASSET LLERENA ALFONSO
“Iniciamos este proyecto el 29 de octubre de 2014 con la concepción de investigar los crímenes cometidos por la tiranía batistiana dentro de las estaciones de Policía, específicamente en La Habana”, explica el primer teniente Renier Quevedo Ricardo, primer funcionario del grupo de trabajo de historia en el Departamento Ideológico de la Dirección Política del Ministerio del Interior (Minint).
“Cuando esa labor investigativa empieza a aportar resultados, nos percatamos de que hay muchos testigos y sobrevivientes de la dictadura con historias de vida valiosas, que eran prácticamente desconocidas y no aparecían recogidas en los libros. Muchas de esas personas tenían en sus cuerpos las huellas de las torturas de que fueron víctimas alguna vez.
“De ahí que se decidió ampliar la investigación a una segunda etapa, dentro de la propia capital, pero en aquellos lugares que antes eran demarcaciones y hoy son municipios. En aquella época no existían allí estaciones de Policía sino puestos de la guardia rural. Pero se hacía igualmente necesario investigar los crímenes cometidos por los cuerpos represivos de Batista en general, más allá de las estaciones céntricas y conocidas”.
En un primer momento, comenta el joven oficial, la tarea quedó a cargo de la Unión de Jóvenes Comunistas (UJC) en la Policía Nacional Revolucionaria (PNR). Pero a partir de la experiencia de La Habana, la Dirección Política del Minint, a través de su Departamento Ideológico, decidió ampliar el proyecto de investigación y extenderlo a todas las estaciones del país, esta vez bajo la guía de la UJC en el Minint.
“El segundo objetivo del proyecto –ya expliqué que el primero fue la investigación propiamente dicha– consistió en representar mediante dos paneles gráficos, las diferencias entre los cuerpos policiales existentes antes y después del triunfo revolucionario de 1959.
“De tal manera, en un panel está caracterizada la Policía de antaño que oprimía al pueblo y respondía a la dictadura sanguinaria; ahí también se muestran evidencias de las torturas y los asesinatos cometidos en esa estación o sus demarcaciones contra los luchadores clandestinos y, en particular, contra la juventud. Mientras, en el panel contrapuesto, se representa el verdadero papel de la Policía revolucionaria, sus principales misiones al servicio del pueblo”.
El tercer objetivo del proyecto, precisa Quevedo Ricardo, se dirige a promover el conocimiento de la historia en esa comunidad donde radica la unidad de la Policía. Ya hoy, donde ha sido inaugurado un sitial histórico, inmediatamente deviene epicentro de la divulgación de los valores patrióticos y de la identidad de dicha localidad.
Descubrimientos
También como parte de los resultados de la investigación, relata el oficial, hallaron vecinos que aún recuerdan los gritos de terror escuchados en medio de la noche o de la madrugada.
“Algunos de los que sufrieron en carne propia los desafueros de aquellas bestias uniformadas han tenido el valor para llevarnos a esos locales y nos han enseñado los sótanos, las celdas, los rincones donde fueron vejados, o violadas las mujeres, o asesinados los compañeros. Como se sabe, muchos eran introducidos en las estaciones, pero cuando los familiares acudían a averiguar les decían que no estaban allí. Se les violaban todos los derechos.
“Con estos testimonios de denuncias que consideramos un verdadero tesoro, fuimos realizando materiales audiovisuales dirigidos a los combatientes de la unidad y a las personas comunes que se presentan allí para hacer cualquier gestión. Son videos de ocho o 12 minutos de duración que van pasando en el televisor ubicado en la carpeta de cada estación donde hemos inaugurado un sitial”.
En dichos escenarios, agrega el entrevistado, se celebran conversatorios entre miembros de la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana y estudiantes de las distintas enseñanzas. Los veteranos comparten sus vivencias inéditas con las nuevas generaciones, y enfatizan las diferencias de la Policía de antaño y la actual. Esas unidades son aprovechadas igualmente para celebrar reuniones de dicha organización, conmemorar efemérides, entre otras actividades.
Hasta esos sitiales han llegado, además de estudiantes, combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, integrantes de círculos de interés, la gente común. En este sentido, un resultado positivo ha sido el convenio de trabajo suscrito por la dirección general de la PNR y el Ministerio de Educación, para que las escuelas de la comunidad organicen turnos de la asignatura de Historia en esos sitiales, lo que significa recibir la historia de primera mano.
“Con este proyecto hemos querido hacer un homenaje perenne a nuestro Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, precursor indiscutible de la actual PNR, y en general de todas las fuerzas que conforman el Minint. De igual forma, en esos rincones de historia se perpetúan las hazañas de aquellos jóvenes: los caídos y los sobrevivientes –hoy ya mayores– que participaron en la lucha clandestina”, resalta.
En La Habana, hasta este momento, existen sitiales en los municipios de La Habana Vieja (Cuba y Chacón, anterior Primera Estación); Plaza de la Revolución (Zapata y C, antigua Novena Estación); Centro Habana (calle Zanja, antes Cuarta); Cerro (Calzada de Infanta, antes Séptima); y Diez de Octubre (calle Aguilera, otrora Décimo Tercera). De cada una trascienden episodios similares en relación con los crímenes cometidos, pero distintos según los testimonios de las víctimas.
La idea es continuar ampliando el proyecto en todo el país, asegura el primer teniente Renier Quevedo. “Crece en el tiempo y en cantidad de unidades. Incluso ha llegado hasta centros penitenciarios que igualmente cumplieron esa función en época de la dictadura.
“Un ejemplo de esto es la prisión de Boniato, en Santiago de Cuba, donde estuvieron recluidos los asaltantes al cuartel Moncada. Basados en el mismo principio, hemos reflejado allí cómo eran los centros penitenciarios antes, las penurias y los crímenes cometidos en su interior, y cómo, una vez iniciada la obra de la Revolución, se ha dignificado en general la vida de quien cumple una sanción, mediante programas educativos, orientados a garantizar su superación personal y rehabilitación social.
“En resumen, contamos a nivel nacional con 60 sitiales históricos: de estos 56 en unidades de la PNR, dos en jefaturas provinciales y dos en centros penitenciarios”, enumera.
Muchos de los objetos que se muestran en estos sitiales han sido donados por combatientes que los ocuparon al intervenir los citados inmuebles de la tiranía cuando la histórica alborada del 1º de enero de 1959. Gracias a esas piezas de museo –que durante décadas ellos mantuvieron guardados o preservaron sus familiares– hoy se pueden ver los instrumentos empleados para infringir dolor a los revolucionarios.
“Tenemos originales vergajos, manoplas, bichos de buey, fustas con plomo en las puntas. También se han exhibido réplicas. En cambio, en el panel que corresponde a la época que comenzó en 1959, hay monogramas, emblemas y distintivos, pertenencias de combatientes caídos en el cumplimiento del deber, los medios que emplea la PNR en el enfrentamiento de hechos delictivos, imágenes donde se refleja su trabajo en la prevención y en la comunidad”, expone Renier.
Valores incorporados
“Conocer toda esa historia ha contribuido en la formación ética, moral y revolucionaria de nuestros combatientes”, opina el funcionario del grupo de trabajo de historia en el Departamento Ideológico de la Dirección Política del Minint. “Hemos conocido casos de luchadores clandestinos que a pesar de tener información comprometedora y haber sido salvajemente torturados, callaron antes que poner en riesgo alguna operación o la vida de sus compañeros.
“Esos ejemplos nos han armado de valores como la valentía, la fidelidad, la intransigencia, la modestia. A muchos de esos veteranos hay que insistirles para que nos cuenten, porque son personas tan humildes que no quieren vivir de lo que hicieron. Se conforman con decir que combatieron, que cumplieron con su deber; lo mismo que hace cualquier joven cubano de estos tiempos.
“El conocimiento de esa historia nos permite valorar el papel de la Revolución y el porqué debemos seguir consolidándola, en aras de que un pasado oprobioso como aquel que cobró la vida de valiosos jóvenes y llenó de luto a tantas madres, no regrese jamás”.
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