Por: Marco Velázquez Cristo.
En el periódico español El País conocido aliado de las malas causas se ha publicado un artículo ofensivo contra Roberto Fernández Retamar, cuyo autor Carlos Manuel Álvarez es un indigno personaje que, con intolerable insolencia insulta vulgarmente a un hombre de la talla de Retamar.
Álvarez es un ególatra que resentido y frustrado ha aceptado vender su pluma y su dignidad a los enemigos de su patria. Por eso ataca a Fernández Retamar, debe complacer a quienes le pagan, pero sus infamias se estrellan contra la limpia figura y la grandeza de la obra de un hombre que, no pueden enlodar insignificantes bufones como Álvarez.
Su supina ignorancia del arte poético y la obligación de seguir el guion que le han dictado lo llevan a calificar de mal poeta a Retamar y a sus poemas de poemuchos, solo esto basta para saber delante de quien nos encontramos. No sabe el apócrifo critico que el prestigioso intelectual de quien pretender denostar fue el primer cubano en recibir el Premio Internacional José Martí que le otorgó la Unesco, en reconocimiento a sus desvelos por defender «la justicia, la protección de los niños, el desarrollo ético de los pueblos, el reconocimiento de la dignidad de cada hombre y mujer y la importancia de combatir el racismo».
Roberto Fernández Retamar era Doctor en Ciencias Filológicas e investigador titular, profesor honorario de la Universidad de San Marcos (Lima) y Doctor Honoris Causa de las Universidades de Sofía, Buenos Aires y Central de Las Villas. Su obra poética fue reconocida con prestigiosos premios nacionales e internacionales entre ellos: Premio Nacional de Poesía, Premio Latinoamericano de Poesía Rubén Darío, Premio Internacional de Poesía Nikola Vaptsarov, Grado de Oficial de la Orden de las Artes y las Letras en Francia y otros muchos más.
Me he referido a estos aspectos de la preparación y la obra del destacado intelectual para demostrar lo ilógico que resulta que alguien ignore tan relevantes méritos plasmados en su trayectoria; ellos desvelan la mala fe y el carácter de encargo que tiene el artículo en que se le ataca.
Carlos Manuel Álvarez acostumbrado a la sumisión osa tildar a Retamar de ello, evidentemente no lo conoció. Yo no tuve el privilegio de estrechar su mano, pero conozco a algunos que si lo tuvieron y las anécdotas sobre su conducta desmienten semejante concepto de él. No las voy a repetir no hace falta. Las responsabilidades desempeñadas, sus posiciones ante lo mal hecho, lo que consideraba incorrecto o con lo que no estaba de acuerdo han quedado plasmadas en la memoria de los que lo conocieron.
A Retamar no le perdonan Álvarez y quienes lo orientan el haber sido un revolucionario que con dedicación y modestia consagró su vida a defender el proyecto social que junto a su pueblo eligió libremente para su patria. No le perdonan no haber vendido su pluma, ni traicionado a Haydée, a Fidel, que en esencia es no haber traicionado a su patria. No le perdonan su dignidad.
No puedo terminar sin expresar que me resulta paradójico que personas que acostumbran a saltar al tablado de las redes en defensa de personajes que no merecen de tal gesto, hoy guarden silencio ante la afrenta inferida a uno de nuestros más destacados intelectuales revolucionarios.
No hay comentarios:
Publicar un comentario