Por estos días uno de los halcones de la Casa Blanca, Mike Pompeo, «descubrió cómo salvar a Cuba» y en una entrevista a la prensa confesó que la administración Trump está «haciendo todo lo que puede para apoyar al pueblo cubano».
No puso ejemplos de lo que «están haciendo», pero recordé al menos las últimas medidas de bloqueo extremo contra nuestro país, el cierre consular de su embajada en La Habana, suspensión de viajes de cruceros, persecución implacable contra barcos tanqueros que transportan petróleo a Cuba, y una gran cantidad de otras fórmulas para «salvar» a nuestro país.
Cuando leí su contenido saqué como conclusión que: o el mundo anda patas arriba, o existen personas y gobiernos que no se respetan ni ellos mismos, y con carencia total de ética pretenden engañar a sus interlocutores con diatribas ancladas en los peores años de la guerra fría.
Pompeo, con un historial bastante complicado desde su paso fugaz como jefe de la CIA nombrado por Trump y luego como secretario de Estado, al menos ahora reconoció en su entrevista que, en esta tarea, «la lista de desafíos a los que nos enfrentamos es larga».
Yo recordaría a Pompeo y también a quienes quieran creerle, aunque sea una sola palabra, que esa «lista de desafíos» está encabezada por la dignidad y la resistencia del pueblo cubano, que ha hecho y hará imposible por siempre la pretensión yanqui de convertirnos en una «estrella» más de la bandera de Estados Unidos.
Por cierto, el momento es bueno para que este señor reflexione sobre cómo están las cosas por el llamado Estado Libre Asociado de Puerto Rico y saque sus propias conclusiones como representante de la política exterior estadounidense.
La isla hermana está revuelta y la solución a sus graves problemas no serán solamente la renuncia de su gobernador y el nombramiento de un sustituto sin el voto popular, y mucho menos ir a tirarles rollos de papel sanitario, como hizo Trump con los damnificados del huracán María.
Acostumbrado al lenguaje prepotente, Mike Pompeo dijo a su entrevistador que «Trump lo que quiere es convencer al régimen (cubano), y hacerle pagar un precio por su mal comportamiento».
Se refería en este caso específico a Venezuela. «Nosotros esperamos que el régimen cambie su postura, pero mientras esto no suceda, estamos preparados para seguir haciendo todo lo que esté en nuestras manos por garantizar a los cubanos todas las oportunidades posibles de definir su país de la forma en que sé que el pueblo quiere hacerlo», frase de Trump repetida por el Sr. Pompeo.
Pero ni a uno ni al otro esta pequeña isla de vencedores le tiene miedo y mucho menos aceptaría alguna concesión para que mejoren las relaciones con Washington, siempre afectadas por los gobiernos de la potencia vecina.
La propuesta de Pompeo es bochornosa. Creer que nuestro país va a retirar sus más de 20 000 colaboradores de la salud, la educación y la agricultura, que cumplen misión internacionalista en Venezuela es como conminarnos a arriar nuestra bandera de la estrella solitaria y renunciar a uno de nuestros más dignos principios: la solidaridad.
Proponernos esa actitud es que aceptemos que nuestros hermanos venezolanos, como los de otros más de 60 países del Tercer Mundo, mueran por falta de atención médica. Sería un horrendo crimen que nunca cometeríamos.
En esta parte de la entrevista, me atrevo a pensar y asegurar que a Mike Pompeo, tal como se recoge en su
currículum, no por gusto se le conoce como «un republicano de línea dura», parte de la facción ultraconservadora conocida como Tea Party, un firme defensor de que se mantenga abierto el centro de torturas que Washington tiene en la ilegal base que ocupa en Guantánamo.
currículum, no por gusto se le conoce como «un republicano de línea dura», parte de la facción ultraconservadora conocida como Tea Party, un firme defensor de que se mantenga abierto el centro de torturas que Washington tiene en la ilegal base que ocupa en Guantánamo.
Quizá por eso nos pidan que abandonemos los principios enarbolados por los cubanos desde hace más de 150 años, a cambio de que Washington vuelva a convertirnos en su neocolonia.
Un detalle final: para que se conozca mejor al personaje de marras, Pompeo defendió las prácticas de torturas que aplica su país y calificó a quienes las usan como «hombres y mujeres que no son torturadores, son patriotas».
(Periodico Granma)
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