De la memoria de los camagüeyanos no escapa el recuerdo de aquel domingo 14 de agosto de 1994 cuando miles de personas en esta ciudad participaron en las honras fúnebres del teniente de navío Roberto Aguilar Reyes, vilmente asesinado en La Habana por un vendepatria atraído por los cantos de sirena de Estados Unidos.
En una comparecencia televisiva, efectuada el 11 de agosto, Fidel explicó de manera detallada el secuestro de la embarcación ferrocemento, acaecido tres días antes en el puerto de Mariel y donde resultó asesinado este hombre, de 38 años de edad, a quien el Líder Histórico calificó de muy modesto, muy humilde y muy revolucionario.
Camagüey fue la ciudad natal de Aguilar Reyes, el 4 de julio de 1956. Aquí cursó los estudios primarios en la escuela Enrique Saragosí, posteriormente la enseñanza media en el habanero plantel Manuel Porto Dapena hasta alcanzar la medida superior en el instituto tecnológico General Calixto García de la oriental provincia de Holguín.
El Servicio Militar General lo acogió en unidades de la Marina de Guerra Revolucionaria. Por su postura mereció la baja por estímulo, aunque en 1982 decidió incorporarse al curso de oficiales subalternos. Al término de la fase de preparación fue designado como jefe de una especialidad. Después asumió otras responsabilidades en la institución armada.
El asesino, marinero del Servicio Militar Leonel Macías González, utilizó como ardid la necesidad de regresar a la unidad para entregar un certificado médico, puesto que se le había vencido las vacaciones.
A la altura de la ensenada Lazarete, Macías extrajo de una jaba un resolver y efectuó –por sorpresa—dos disparos al abdomen y a la cabeza del oficial. Estaba sentado en la popa de la embarcación y cayó al agua mortalmente herido.
Así actúan los traidores, quienes no le tienen aprecio por la vida de los demás. En Estados Unidos, Macías fue recibido como un “héroe”. En abril de 1995 una junta de apelaciones de inmigración de Miami lo liberó, mientras los familiares, compañeros y amigos esperan aún justicia a un cuarto de siglo de aquel imperdonable hecho que enlutó nuevamente un hogar cubano.
En la sala polivalente Rafael Fortín fue colocado el féretro de Aguilar Reyes. La última guardia de honor la realizó el General de Ejército Raúl Castro Ruz. Antes de la despedida del duelo, la Plaza de la Revolución Mayor General Ignacio Agramonte se vio colmada por el pueblo.
Raúl junto a los familiares de Aguilar Reyes y otros altos oficiales de las FAR y del Ministerio del Interior y dirigentes del Partido Comunista de Cuba, asistió en el Panteón a los Caídos de la Defensa por la Patria a las exequias de inhumación. Post mortem fue condecorado por la Orden al Valor Antonio Maceo.
Los años han pasado y nadie tiene dudas que el instrumento principal que estimula las salidas ilegales es el criminal bloqueo a Cuba por parte del gobierno de Estados Unidos y las emisiones de miles de horas de radio que instigan a la subversión y al desorden.
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