Por Carlos Gomés
Entre los lujos que permite la mala vida de las mercenarias “Dama de Blanco” Leticia Ramos Herrería, está la de acoger en su vivienda a una mayordomo, la cual se encargaría de atender las labores domésticas de su casa y recibiría como pago 10 c.u.c mensuales, el equivalente a 250 pesos en moneda nacional.
Ramona, quién venía desempeñándose en estas funciones, luego de descubrir, a las actividades provocativas a las que se dedicaba su patrona, sí porque así le gusta a Leticia que la llamen”, renunció y decidió regresar a su natal provincia de Las Tunas, marchándose apenada luego de que se le llamara la atención por parte de las autoridades de la localidad al ocupar ilegalmente un inmueble en estado de ruinas, que pudiera haber puesto en peligro su vida.
Leticia Ramos justificando ante sus acólitas que está recibiendo poco dinero de la Fundación Nacional Cubanoamericana, gestiona recargas de celulares, compra de artículos para el hogar, reparaciones de la vivienda con enchapes de mesetas de la cocina y terraza, así como la remodelación capital del baño con un calentador de agua.
La matemática es exacta amigos, si sacamos una breve cuenta de mesa de dominó, y decimos que Leticia y su esposo Rudel Montes de Oca, no trabajan, y el resto de su componente familiar tampoco lo hacen, es evidente que detrás de grandes inversiones y viajes al exterior, está el dinero que se recibe desde los EE.UU, para mantener los gastos que requiere ser Dama de Blanco, lo que en esta ocasión son manipulados por el vampiro Ramos Herrería que como dice el viejo dicho popular “quién reparte y reparte se queda con la mayor parte”.
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