Por Ángel Bravo
Si hubiera que creer todo lo que la gran prensa dice respecto a Cuba, entonces hace varias décadas que la Revolución cubana habría sido liquidada por la “oposición” interna. Pero la realidad es completamente distinta. La historia de Cuba está llena de victorias, que el pueblo y sus dirigentes le han infringido al enemigo externo (el imperio) y a sus secuaces y lacayos internos.
Pero estos siguen sin entender de qué está constituida esta Revolución. Más les serviría conocer la historia, para que no se vuelvan a estrellar como tantos otros en el pasado. Pero me susurran al oído que le estoy pidiendo demasiado al nuevo inquilino de la Casa Blanca; un tipo ignorante, enemigo de los libros y de las letras.
Resulta que para muchos delincuentes de Miami y de la isla, la elección de Donald Trump y la partida física de Fidel, les hace creer falsamente que la hora de retornar al capitalismo en Cuba está cerca. Alrededor de esta fantasía hoy se levanta una total bacanal ideológica a través de los grandes medios de comunicación (prensa plana, radio, televisión, canales internacionales, etc.), que cualquier cosa que promuevan, por más irrisoria a intrascendente que sea, siempre la magnifican, como si se tratara de una gran campanada que anuncia la inminente implosión de la Revolución.
Como es sabido, durante los nueve días de las exequias del Fidel, jamás alguno de esos grandes medios pudo consignar siquiera una sola manifestación de júbilo por parte de los contra revolucionarios en la isla. No lo hicieron, sencillamente por cobardía, porque sabían que hubiera hecho falta policías para protegerlos, porque el pueblo no les hubiera perdonado el irrespeto.
Grandes astrólogos como Carlos Alberto Montaner y Andrés Oppenheimer se han pasado toda la vida anunciando que el día que Fidel muriera, el pueblo cubano se levantaría y derrotaría en pocas horas a quienes queden al frente del Gobierno; una vez más fracasaron en sus augurios. Ya han pasado más de tres semanas -desde el 25 de noviembre-, y la Revolución sigue su marcha indetenible; las multitudes que salieron a las calles, lo hicieron para rendir tributo al más grande revolucionario de todos los tiempos. Los publicistas del imperio volvieron a ser derrotados.
Pero resulta que monitoreados por la extrema derecha desde Miami, el pasado domingo 18 de diciembre, un grupúsculo de personas lumpen en la isla, a cambio de algunos dólares, quisieron prestarse para provocar la alteración del orden público. Estas son gentes que no tienen ninguna ascendencia social y menos aún política en la vida de Cuba; son personas completamente desconocidas hasta en sus propios barrios, y sin embargo aparecen en grande titulares y fotos en los portales mediáticos del imperio.
Como era de esperar, la policía impidió que estas provocaciones se dieran, y evitó por el bien de ellas mismas, que salieran de sus casas. Nadie debe tener duda, que la seguridad del Estado cubano conoce al detalle todos los movimientos de los enemigos de la patria. Y Cuba como cualquier Estado libre, tiene todo el derecho de defender su soberanía y autodeterminación. Podrán pasar tres semanas, tres meses, tres años o tres décadas de ese triste y doloroso 25 de noviembre, pero lo que nunca pasará es el amor y la defensa del pueblo cubano por defender su Revolución.
Si bien el pueblo cubano cumplirá con el pedido del Gigante, expresado por Raúl en la Plaza Mayor General Antonio Maceo Grajales, de Santiago de Cuba, el 3 de diciembre que, “su nombre y su figura nunca fueran utilizados para denominar instituciones, plazas, parques, avenidas, calles u otros sitios públicos, ni erigidos en su memoria monumentos, bustos, estatuas y otras formas similares de tributo”, sin embargo, el pueblo continuarán afirmando: “Esta calle es de Fidel”, “Esta calle es de Fidel.” (Pensando Américas)
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