Por Arthur González.
El reality showmontado por el senador Marco Rubio, el 08.01.18 durante la audiencia del Comité de inteligencia del Senado yanqui, demostró una vez más que el gobierno de los Estados Unidos se deja arrastrar por el resentimiento y frustración personal, de algunos senadores de padres cubanos que no aceptan que la Revolución cubana se mantenga incólume, a pesar de tantos planes y operaciones encubiertas para destruirla.
Ese sentimiento de amargura también está presente en congresistas que sí nacieron en Cuba y sus padres fueron testaferros del dictador Fulgencio Batista, quienes lograron una carrera política jugando con los sentimientos de aquellos que salieron de la isla huyendo de la justicia, para no responder por sus crímenes, y por otros emigrados que abandonaron sus propiedades y bienestar, con el sueño de regresar en no más de 6 meses, y a pesar de los 59 años de espera, siguen con la esperanza de ver caer el socialismo antes de su último suspiro.
Detrás de esa operación de los inventados “ataques” y sus secuelas, solo hay un propósito, incrementar la guerra económica contra Cuba, ahuyentando a turistas y otros visitantes a la isla, pues es sabido que desde que se ampliaron a 12 las licencias de viaje, la afluencia de estadounidenses se incrementó a niveles no vistos en 58 años, algo que dejó buenos dividendos para el gobierno y al nuevo mercado de trabajadores no estatales, siendo estos últimos a los que el presidente Barack Obama pretendió potenciar, como una fuerza que se podría convertir en el impulso para desmontar el socialismo, según afirmó reiteradamente.
La directora general de Estados Unidos de la cancillería cubana, Josefina Vidal Ferreiro, fue exacta en su encuentro con la prensa el pasado 09.01.18, al asegurar:
“Meses de investigaciones exhaustivas han demostrado que no ha existido ataque alguno”.
Por tanto, si no hubo ataques tampoco hay secuelas de salud y todo forma parte del mismo esquema diseñado para atemorizar a los ciudadanos que deseen viajar a Cuba.
Solo pueden existir enfermedades cuando hay algo que las provoca y sin eso, no es real que los diplomáticos yanquis y algunos canadienses, estén padeciendo de síntomas en su salud producto de algo inexistente.
Es increíble como Estados Unidos manipula la opinión pública y a sus propios ciudadanos con tales engaños, ahora esa operación encubierta les va a costar cientos de miles de dólares, por la indemnización que tendrán que pagarle a todos los funcionarios diplomáticos y sus familiares que digan sentir síntomas muy difíciles de probar y, por supuesto, serán los contribuyentes norteamericanos y canadienses los que desembolsen el dinero para esos pagos.
Triste el papel de la cancillería canadiense que se dejó presionar por su vecino y sumarse a la misma operación anticubana, la cual persigue afectar al primer emisor de turistas a Cuba, de ahí que estén creando estados de opinión al afirmar que “hay niños enfermos”, algo que los yanquis no han declarado entre los familiares de sus diplomáticos.
Estas acciones demuestran una vez más que para Estados Unidos los sentimientos humanos no cuentan, cuando se trata de alcanzar un objetivo. La historia está cargada de ejemplos y uno de ellos fue la voladura en 1898 del buque de guerra Maine, en la bahía de La Habana, para justificar su intromisión en la guerra que España ya tenía perdida ante el ejército de los rebeldes cubanos.
Cuba tiene que insistir en su denuncia internacional de la estratagema de la cual es víctima, la que pretende seguir lacerando su economía para que el pueblo se lance a las calles cansado de tantos años de penurias, tal y como establecieron en la archiconocida Operación Magosta, la que sin el menor ápice de dignidad expresa:
“La operación está dirigida a provocar una rebelión del pueblo cubano. Esta sublevación derrocará al régimen comunista e instaurará un nuevo gobierno con el cual Estados Unidos pueda vivir en paz.”
“La acción política será apoyada por una guerra económica, que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen…”
Todos los días hay que releer la historia de las agresiones ejecutadas desde 1959 por Estados Unidos contra Cuba, donde se encuentran siempre las respuestas acertadas para las que llevan a cabo en la actualidad.; cuando no se hace se pueden cometer errores y dejarnos arrastrar por los propósitos que persiguen los yanquis.
Ante estos hechos recordamos a José Martí cuando afirmó:
“Las causas reales destruyen las hipótesis”
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