Por Arthur González.
El Sacerdote cubano José Conrado Rodríguez Alegre, poseedor de una vasta historia al servicio de la mafia terrorista anticubana de Miami, vuelve a mostrar hasta donde puede caer una persona con tal de obtener unos cuantos dólares, por eso llama la atención que enviara una carta al Presidente Raúl Castro, en la que pide que “los cubanos puedan elegir en libertad, no votar en las próximas elecciones”, la que inmediatamente fue publicada en medios norteamericanos y otros de sus aliados, como prueba de para quién trabaja el mencionado cura.
Desde hace años el sacerdote Rodríguez Alegre, es visita constante en la ciudad de Miami y acude a los canales televisivos para mentir y trastocar la realidad cubana, por lo que seguramente cobra sus intervenciones, porque en ese mundo todo se paga.
Natural de la provincia de Santiago de Cuba, parece que olvidó cómo era la situación económica y política de los ciudadanos orientales antes de triunfar la Revolución, donde la sangre de los mejores jóvenes corría por las calles, asesinados vilmente por la policía del dictador Fulgencio Batista, donde nadie podía ejercer la libertad de expresión, pues era apresado, torturado y asesinado al instante.
Ahora al servicio de los hijos y nietos de esos asesinos, intenta desprestigiar el proceso revolucionario cubano que cambió radicalmente el panorama de miseria, analfabetismo, hambre y desempleo que existía en su terruño natal, donde la medicina para los pobres era inalcanzable al bolsillo de la mayoría, algo que la Revolución impuso gratuitamente para todos, como él mismo pudo constatar al ordenarse como sacerdote e ir a trabajar al hospital pediátrico.
Siguiendo la misma línea de Ileana Ros-Lehtinen y de Mario Díaz-Balart, hijos de testaferros de Batista y del senador Marco Rubio, ese sacerdote habla de “libertad para votar”, arrastrando a otros dos curas, Castor José Álvarez de Devesa, de Camagüey y Roque Nelvis Morales Fonseca, de la provincia de Holguín, olvidándose como eran las elecciones en Cuba antes de 1958, donde los politiqueros de la época compraban las cedulas, se robaban las urnas y cambiaban votos por camas en los hospitales.
Hoy las urnas cubanas son custodiadas por niños y se ejerce el voto libre y voluntariamente, sin presiones de ninguna autoridad. Las calles no están llenas de carteles de politiqueros haciendo campañas ni hay fraudes, como los ocurridos en México, Honduras u otros países.
Las propuestas de candidatos se realizan abiertamente por el pueblo en cada cuadra, y los propuestos no tienen que recaudar altísimas sumas de dinero como sucede en Estados Unidos, donde cada partido aporta millones de dólares y el Presidente es elegido por solo 538 votos electorales, en un país de más de 323 millones de personas.
Evidentemente los tres sacerdotes no miran a su alrededor para comparar la limpieza y transparencia de los sufragios de su país, solo siguen las instrucciones de Miami, donde los fraudes electorales le quitaron la victoria al candidato Al Gore, para favorecer a George W. Bush.
A darle lecciones de transparencia a otra parte. Vergüenza debería darles vestir una sonata, para escudados en la fe católica, mentir y pecar de forma tan despreciable, a partir de las instrucciones de personas que tienen las manos manchadas de sangre inocente, de cientos de cubanos muertos por sus actos terroristas, jamás condenados por José Conrado.
Este mismo sacerdote es el que ha oficiado misas en la casa de Berta Soler, sin los requisitos mínimos exigidos por la iglesia y sosteniendo reuniones conspirativas con otros elementos al servicio de la inteligencia yanqui, en total desafío a las autoridades, las que nunca se han dejado provocar por ese sumiso de la mafia terrorista anticubana radicada en el sur de la Florida.
Es presumible que, Castor J. Álvarez, Roque N. Morales y José Conrado, pretendan dañar el diálogo respetuoso y constructivo que desde hace años mantiene la alta jerarquía católica cubana con el Estado, lo que motivó la visita de los tres últimos Papas, hecho sin antecedentes en otros países del mundo.
Ante personas como estas dijo José Martí:
“La deshonra es del villano que pone manchas de deseo donde hay vida de felicidad”.
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