Por Arthur González.
El 1ro de noviembre de 2018 quedará recogido en la historia de las Naciones Unidas, por la rotunda victoria de Cuba ante las maniobras y presiones de Estados Unidos, para incorporar 8 enmiendas que pretendieron acusar a la Isla, con el objetivo de evitar lo inevitable, la aplastante derrota yanqui.
El resultado de la votación fue de 189 países que rechazaron el Bloqueo, o sea la guerra económica, comercial y financiera que le impone Washington a La Habana desde 1959, solo por haber decidido caminar soberanamente sin la injerencia yanqui. Únicamente Israel acompañó a Estados Unidos en su política y no hubo una sola abstención.
Por vigésima séptima ocasión Cuba presentó su proyecto de resolución “Poner Fin al bloqueo económico, comercial y financiero de Estados Unidos contra Cuba”, el cual pretende matar por hambre y enfermedades al pueblo y evitar que el gobierno revolucionario logre satisfacerle sus necesidades, a la vez que intentan, mediante campañas engañosas, hacerle creer que es el socialismo el incapaz de alcanzarlo.
Este año Estados Unidos presentó 8 enmiendas para enrarecer el ambiente de la Asamblea General de la ONU, obligando a votar cada una de ellas antes que las delegaciones emitirán su voto sobre el proyecto de resolución cubano.
Ninguna de esas enmiendas fue aprobada, demostrando la voluntad internacional de condenar la guerra económica, comercial y financiera, aislando aún más a los yanquis por su actitud injerencista y violatoria de los derechos humanos de once millones de cubanos.
Con una expresión de pánico, la embajadora de Estados Unidos, Nikki Haley, contemplaba la pizarra de las votaciones, tragando en seco ante la derrota.
La guerra económica, comercial y financiera se inició al triunfo de la Revolución en 1959, como presión para que el triunfante gobierno encabezado por Fidel Castro, se sometiera a los yanquis como hicieron todos los gobiernos que le antecedieron desde 1902.
Para lograrlo, Estados Unidos ejecutó diferentes medidas, incluso el acercamiento de la CIA al propio Fidel Castro, durante su primera visita a Washington y New York en abril de 1959, cuando el oficial Gerry Droller, alias Frank Bender, lo visitó en la habitación que ocupaba en el hotel Statler Hilton, de la ciudad de los rascacielos.
Estados Unidos insiste en disfrazar el Bloqueo con el traje de un Embargo, pero documentos oficiales de la CIA reconocen que se trata realmente de una Guerra Económica.
El programa de Acciones Encubiertas aprobado por el presidente JFK en enero de 1962, expone sin ambages:
“La acción política será apoyada por una guerra económica que induzca al régimen comunista a fracasar en su esfuerzo por satisfacer las necesidades del país, las operaciones psicológicas acrecentarán el resentimiento de la población contra el régimen, y las de tipo militar darán al movimiento popular un arma de acción para el sabotaje y la resistencia armada en apoyo a los objetivos políticos”.
Un memorando confeccionado por la CIA en 1963 afirma textualmente:
“El principal objetivo de los programas encubiertos de los Estados Unidos contra Castro, es completar el aislamiento económico, político y psicológico de Cuba con respecto a America Latina y al mundo libre…Estas medidas han sido en buena parte responsables de las actuales dificultades económicas de Castro, pero pudieran adoptarse nuevas y eficaces medidas de guerra económica”.
El gobierno yanqui insiste en ahogar la economía cubana para que su modelo político, económico y social no sea un ejemplo hacia otros países del hemisferio, lo que aparece reflejado en documento confeccionado en 1999 por especialistas del Council on Foreign Relations, donde se afirma desfachatadamente:
“La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
La guerra económica es un genocidio contra un pequeño país que decidió andar libre e independiente, a pesar de invasiones mercenarias, guerra biológica y miles de actos terroristas organizados por el gobierno de Estados Unidos bajo un plan de terrorismo de estado diseñado por la CIA, recogido en documento de 1963 denominado: “Política encubierta y programa integrado de acciones propuestas hacia Cuba”.
A todo esto, se suma la creación de grupúsculos contrarrevolucionarios, entrenados, abastecidos y financiados con parte de los 20 millones de dólares que anualmente aprueba la Casa Blanca para la subversión.
Estados Unidos nunca aceptó a Fidel Castro como líder de Cuba, por eso la afirmación de Allen Dulles, director de la CIA, en diciembre de 1958 ante el Consejo de Seguridad de EEUU: “Hay que evitar la victoria de Castro”.
¿A caso es un embargo bilateral sus acciones contra aquellos países que negocian con Cuba?
Un vivo ejemplo de su guerra económica, se explica en el artículo publicado en 14 de febrero de 1975 por el Washington Post, donde se denuncia como la CIA organizó una operación secreta para interrumpir la venta de ómnibus británicos, marca Leyland, a Cuba.
La misma consistió en colisionar uno de los barcos japoneses, capitaneado por Yamashiro Maru, quien, siguiendo instrucciones de la CIA, chocó con el carguero alemán Madeberg, cuando este salía del puerto. Como resultado los ómnibus atados en la cubierta del buque se dañaron y no pudieron llegar a la Isla.
La persecución financiera es la más amplia y cruel contra país alguno, para impedir las importaciones, pagos y exportaciones de Cuba.
Barack Obama ha sido el presidente que más y mayores multas impuso a los bancos extranjeros por hacer transacciones con Cuba, pues del 2009 hasta el 2017 puso 52 multas, con un valor acumulado ascendente a 14 mil 404 millones 358 mil 605 dólares.
El presidente Donald Trump continua con esa persecución imponiendo nuevas multas para atemorizar a los que se atrevan a desafiar sus medidas.
El mundo rechaza las violaciones de Estados Unidos y el resultado de la ONU a favor de Cuba es la mejor prueba.
Allá los que se dejen confundir con campañas engañosas, pues como aseguró José Martí:
Viví en el monstro y le conozco sus entrañas.
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