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Por Arthur González.
Analistas avezados opinan que el presidente Barack Obama no ha sido consecuente en su política hacia Cuba, después de anunciar un cambio de táctica. Sin embargo, la vida ha demostrado lo contrario.
Desde que sorprendiera al mundo el 17.1.2.2014 con su anuncio de restablecer las relaciones diplomáticas con la Habana, trascurridos 53 años de la ruptura aprobada por el presidente Dwight Eisenhower, Obama fue preciso en lo que pretende alcanzar con el cambio de línea, al expresar:
“Pondremos fin a un enfoque anticuado que durante décadas no ha podido promover nuestros intereses…”
[…] “…continuaremos haciendo en aquellos temas relacionados con la democracia y los derechos humanos en Cuba, pero creo que podemos hacer más para apoyar al pueblo cubano y promover nuestros valores, a través del compromiso”.
[…] “Estado Unidos considera que ningún cubano debe ser víctima de acoso, arresto o golpizas solo por ejercer el derecho universal de hacer que su voz se escuche”.
[…] “… continuamos pensando que los trabajadores cubanos deben tener la libertad de crear sus propios sindicatos y tener la libertad plena de participar en los procesos políticos”.
[…] “…podemos de una manera más eficaz, defender nuestros valores y ayudar al pueblo cubano a que se ayude a sí mismo, a medida en se adentra el siglo XXI”.
En su discurso el 01.07.2015, al informar la apertura de embajadas, Obama expresó claramente:
“Con este cambio, podremos aumentar considerablemente nuestro contacto con el pueblo cubano, tendremos más personal en nuestra embajada (en la Habana) y nuestros diplomáticos podrán participar de manera más extensa en toda la Isla”.
“…creo con firmeza que la mejor forma que tiene Estados Unidos de apoyar nuestros valores es a través del compromiso”.
“…nadie espera que Cuba se transforme de la noche a la mañana, pero el compromiso estadounidense, mediante nuestra embajada, empresas y ante todo nuestro pueblo, es la mejor manera de representar nuestros intereses y apoyar la democracia y los derechos humanos”.
Por su parte, la aspirante a candidata presidencial para sustituir a Obama en la sala oval de la Casa Blanca, Hillary Clinton, aseguró en su discurso en Miami el pasado 01.08.2015:
“Como Secretaria de Estado, pude comprender que nuestra política de aislar a Cuba estaba fortaleciendo las garras de Castro en el poder en vez de debilitarlas, lo cual perjudicaba nuestros esfuerzos para restablecer el liderazgo de Estados Unidos en todo el hemisferio”.
“… estábamos ayudando al régimen para que mantuviera a Cuba como una sociedad cerrada y controlada, en vez de promover la apertura positiva a la influencia externa, en la misma forma que lo hicimos de forma tan efectiva con el antiguo bloque Soviético y en otros lugares.
Estos elementos permiten comprender que Obama no ha tomado medidas para debilitar el bloqueo económico, comercial y financiero, porque su estrategia es reforzar las penurias del pueblo cubano y que sea este quien decida derrocar el socialismo y permitir que Estados Unidos instaure el capitalismo, como el “salvador” de la economía cubana.
Por esa razón acaba de imponerle una altísima multa ascendente a 694 millones de euros, al banco francés Crédit Agricole, acción que infringe la ley internacional, porque una ley nacional no puede aplicarse fuera del territorio nacional. Esa decisión la tomó Obama, no el Congreso.
A pesar de que él puede aplicar sus prerrogativas presidenciales para desmantelar casi todas las medidas económicas contra Cuba, sin necesidad de la aprobación de Congreso, no lo hace porque es consecuente con su proyecto de ver caer el socialismo por el rechazo popular, agobiado por tantas penurias acumuladas en 53 años, sobre todo entre los jóvenes que no conocieron la Cuba de 1958.
La juventud nacida en los años 90, década más difícil de la economía cubana, posterior al derrumbe del socialismo europeo, no valora los avances logrados en los sectores de la educación, salud, deporte, cultura, seguridad social, vivienda, igualdad de la mujer, de raza y los avances en las ciencias. Solo perciben limitaciones, escases de productos y carencias materiales, algo que Obama desea mantener con el fin de introducir sus valores e intereses imperiales.
Basado en esto, no permitirá que visiten el país más ciudadanos estadounidenses de lo que contemplan los programas diseñados para lograr una influencia sobre la sociedad cubana, ni aprobará que Cuba compre alimentos y otros productos en el mercado norteamericano con créditos.
Por ese mismo motivo, volvió a prorrogar el acta del comercio con el enemigo, porque si la elimina se queda sin argumentos para mantener las sanciones y solo cuando ellos entiendan que han alcanzado sus viejos propósitos darán pasos para estabilizar el comercio con la isla.
Eso quedó bien esclarecido en el comunicado de la secretaria de Comercio, Penny Pritzker, referente a las medidas aprobadas por su Presidente, al señalar: “las nuevas normas están diseñadas para apoyar al sector privado cubano emergente”.
Por su parte, el secretario del Tesoro, Jack Lew, añadió: “estas regulaciones subrayan el compromiso del presidente Barack Obama, en promover un cambio constructivo para el pueblo cubano”.
Estos elementos demuestran que Obama si es consecuente con lo que desea obtener en Cuba y como dijera William D. Broderick, sub director de Asuntos interamericanos del Departamento de Estado, en un memorando fechado el 28 de agosto de 1968, remitido al director de la oficina de política interamericana, John W. Ford:
“…las dificultades económicas actuales de Cuba y las señales de un creciente descontento, indican que las penurias por el aislamiento están teniendo un efecto real y, lo tanto debemos mantener toda presión sobre la política de bloqueo…”
Al analizar las propuestas elaboradas 30 años más tarde por el Council on Foreign Relations, publicadas en 1999, las que señalan cómo deben conducirse las relaciones con Cuba para lograr una Transición en Cuba, observamos la misma línea de pensamiento, cuando afirman:
“Promover la Transición. La oposición de EE.UU. a la Revolución cubana y el apoyo a la democracia y al desarrollo en este hemisferio, lograron frustrar las ambiciones cubanas de expandir su modelo económico e influencia política”.
La dirección política no cambia y si analizamos lo escrito por Allen Dulles, ex director de la CIA, en uno de los estimado de inteligencia contra la URSS, observamos una similitud alarmante, cuando subrayó:
“El objetivo final de la estrategia a escala planetaria, es derrotar en el terreno de las ideas las alternativas a nuestro dominio, mediante el deslumbramiento y la persuasión, la manipulación del inconsciente, la usurpación del imaginario colectivo y la recolonización de las utopías redentoras y libertarias, para lograr un producto paradójico e inquietante: que las víctimas lleguen a comprender y compartir la lógica de sus verdugos”.
Por tanto, el presidente Obama es totalmente consecuente con sus planes de derrocar a la Revolución desde adentro, con el empleo del viejo método del abrazo de la muerte.
Ante hechos similares José Martí afirmo:
“Un caso concreto esclarece más una cuestión que complicados razonamientos”.