viernes, 7 de abril de 2017
Una fuente creíble ha
informado que varios directivos del DDC, grupúsculo contrarrevolucionario
asentado en Miami, han enviado instrucciones secretas a varios de sus
asalariados contrarrevolucionarios dentro de Cuba –a saber Ángel Moya Acosta,
coordinador del llamado Movimiento Libertad democrática de Cuba, y a Jorge Luis
García (Antúnez), cabecilla del llamado Frente de Resistencia Civil Orlando
Zapata, entre otros– con vistas a radicalizar sus llamadas acciones “pacíficas”
dentro de la Isla, bajo la consigna de “los cubanos nunca hemos tenido miedo”.
Dentro de estas órdenes expresas están las de propiciar la paralización del
transporte público mediante actos de sabotaje tales como ponchar las gomas de
ómnibus dedicados a la transportación pública y colocar azúcar o arena en estos
vehículos y en otros medios de trasporte estatal para inutilizarlos.
Asimismo, tales
medidas se complementan con otras acciones como colocación de carteles y
promover protestas tipo guarimbas en las calles y espacios públicos. La idea
esencial sería vender a los medios internacionales la falsa imagen de una
apreciable desobediencia civil y crisis de gobernabilidad dentro de la Isla,
así como manipular como antipopular cualquier medida gubernamental.
La promoción de estas
acciones subversivas –cada vez más violentas– está dirigida a tratar de
incorporar a nuevos potenciales adeptos, a sembrar el caos y el descontento
ciudadano y a propiciar una vía de utópico protagonismo alternativo ante las
venideras elecciones del 2018.
DDC cuenta con un
amplio historial de provocaciones contra Cuba, tanto desde el exterior como
usando a la contrarrevolución interna. Estas acciones, por supuesto, están
también dirigidas a obtener fuentes de financiamiento por parte de la
administración Trump y otros enemigos tradicionales de la Revolución, en
detrimento del papel rector de la FNCA como receptor y canalizador del dinero
USA para la subversión en Cuba.
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