Por Juan Cartagena
Tomado de Cambios en Cuba
En los últimos cinco años ha habido un incremento alarmante en quejas sobre violaciones de libertades civiles en Puerto Rico. Historias de represión de la libertad de expresión y el uso de fuerza excesiva por la policía han dominado los titulares de la Isla, no así reconocidos por la prensa continental de los Estados Unidos.
Así como el gobierno de Puerto Rico trabajó apresuradamente para sacarle brillo a las calles del viejo San Juan en preparación para la visita del Presidente, también deberían enfocarse en reparar su manchado record en derechos civiles.
La situación ha empeorado en los últimos 18 meses, cuando la policía de la Isla ha utilizado medidas violentas en contra de estudiantes que protestaban el aumento en la matrícula de la Universidad de Puerto Rico.
Manifestantes pacíficos reportados haber sido violentamente esposados; mujeres dijeron haber sido tocadas inapropiadamente por policías; líderes sindicales fueron rociados con gases pimienta y lacrimógenos, golpeados y disparados con balas de caucho.
En mayo formé parte de una misión que viajó a la Isla a investigar estas acusaciones. Acompañé al presidente de ACLU, Anthony Romero, al director del Instituto Nacional de Políticas Latinas, Ángelo Falcón, la actriz Rosie Pérez, y la leyenda del baseball Carlos Delgado.
Nuestra delegación se reunió con los manifestantes. Lo que encontramos fue una historia tras otra de descaradas violaciones de derechos constitucionales y humanos.
Anthony Romero resumió la situación en una carta enviada al Presidente Obama la semana pasada: "La severidad y el alcance del abuso policial documentado por el ACLU en Puerto Rico es de un nivel que no se hubiera tolerado en ninguno de los 50 estados".
Recuerdo particularmente un testimonio conmovedor durante nuestro viaje. Una mujer nos dio un informe detallado de la lesión que sufrió mientras observaba a los manifestantes desde su terraza: una cavidad en su pecho de varias pulgadas de ancho, el resultado de un disparo de gas lacrimógeno directamente hacia ella.
La policía de Puerto Rico no se ha hecho responsable de la lesión.
Bajo la Constitución de los Estados Unidos, los puertorriqueños como ciudadanos estadounidenses tienen los mismos derechos y protecciones de quienes residen en el continente. Claramente esto no es así.
El Presidente Obama todavía puede actuar con respecto a este tema. Debería aprovecharse de la nueva relación con los políticos de la Isla para averiguar cuantas de las quejas que se han presentado en contra de la policía han sido respondidas.
Pero posiblemente no lo hará. El viaje de Obama, al final, no será más que una parada para su campaña, lo mismo que la de Kennedy, Truman y Eisenhower. Una foto de un día para recaudar fondos y atraer a votos puertorriqueños que ahora viven en el continente y que son votantes potenciales para la elección del año próximo.
El Presidente Obama está al tanto de que ahora hay más puertorriqueños viviendo en el continente de los Estados Unidos que en la Isla.
Pero lo que Obama debe entender es que esos 4.1 millones de boricuas viviendo en lugares como Nueva York, Orlando, o Pensilvania todos tienen familiares o amigos en la isla, y están muy bien informados de lo que está pasando.
Si quiere nuestros votos el próximo noviembre, Obama debe asegurarse que nuestros amigos y familiares en Puerto Rico tengan los mismos derechos y protecciones que gozan los ciudadanos estadounidenses.
Debe presionar al gobierno puertorriqueño a que dé respuestas, y terminar la investigación pendiente del Departamento de Justicia.
Tomado de Diario NY
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