Por Arthur González.
Muchos aseguran que pudo más el interés que el amor que le tenía y en el caso de Rosa María Payá Acevedo se ha cumplido. En sus recientes declaraciones desde Estados Unidos, al conocer los actos terroristas acontecidos en París, aseguró sínicamente:
“Sé cómo es, lo he vivido. Las familias de las más de 120 víctimas mortales de París no se recuperarán jamás” “…Me temo que el crimen que terminó con la vida del joven activista Harold Cepero en una carretera cubana, debió advertirnos de la muerte de adolescentes en las calles de Caracas dos años después”.
“La solidaridad no es más un tema de altruismo, sino de sobrevivencia. No preguntemos por quién doblan las campanas. Así en París como en La Habana, doblan por todos nosotros”.
Rosa María es la hija del asalariado de Estados Unidos, Oswaldo Payá Sardiñas, quien perdiera la vida junto a otro de igual estirpe, Harold Cepero, mientras repartían el dinero que envió la miembro del Partido Popular Español, Esperanza Aguirre, a través del líder de la juventud del PP, Ángel Carromero, responsable del homicidio de ambos, por conducir a exceso de velocidad por una carretera cubana.
Ese hecho fue profesionalmente probado e incluso reconocido por España, país a donde acudieron Rosa María y su madre, Ofelia Acevedo, con la malsana intensión de acusar a Cuba del hecho ante la fiscalía, pero para su sorpresa el caso fue rechazado en dos ocasiones por carecer de pruebas, al tratarse de una manipulación política, por lo que Carromero cumplió parte de su condena en una prisión española.
Rosa María y su madre, acordaron con funcionarios diplomáticos estadounidense en la Habana, desplegar una campaña mediática, financiada por Estados Unidos, para intentar hacerle creer al mundo la versión fabricada de que la policía cubana fue la culpable del accidente. A cambio, se le otorgarían visas como refugiados políticos a ella, su madre y dos hermanos varones, algo ejecutado en tiempo record e inusual para ex-presos por actos contra la Seguridad del Estado liberados después de haber cumplido largas condenas.
A su llegada a Miami, Rosa María inició la campaña pactada, y fue paseada por Europa, el parlamento europeo y recibida por políticos de nivel, producto de las presiones de la embajada yanqui, lo mismo que sucedió en sus visitas a varios países latinoamericanos. Esas giras se sufragaron con dinero del gobierno de Estados Unidos y costaron miles de dólares de los que pagan los contribuyentes y desconocen en qué se emplea su dinero.
De la mano del senador anticubano, Marco Rubio, fue presentada ante varias comisiones del Congreso y por supuesto a la líder de esa mafia terrorista, Ileana Ros-Lehtinen, la misma congresista que solicitó clemencia ante el presidente Reagan y de Bush padre, para que liberara a los asesinos terroristas de origen cubano del ex canciller chileno Orlando Letelier, su secretaria norteamericana y su chofer, así como reclamó el estatus de refugiado para el asesino terrorista Orlando Bosch, clasificado como tal por el propio Buró Federal de Investigaciones, de acuerdo a informes desclasificados.
Quienes conocen lo que es el realmente el terrorismo son los familiares de las verdaderas víctimas causadas por los planes de la CIA contra Cuba, mientras sus autores residen plácidamente en Miami y otras ciudades, sin ser molestados,a la vez Rosa María y madre se retratan con el homicida de su padre, Ángel Carromero, con total falta de pudor y quizás hasta comparten con algunos de los asesinos connotados, como Luis Posada Carriles, algo que demuestra la ausencia de valores que tiene.
Razón tenía José Martí cuando escribió:
“Aborrezco las falsedades de la vida y solo amo a quien tiene el valor de vivir en la verdad”.