El combatiente revolucionario Florentino Eduardo Fernández León, participante de la gesta del Moncada, falleció en horas de la tarde del domingo 29 de enero, víctima de un infarto agudo del miocardio.
Natural de Pijirigua, en la actual provincia de Artemisa, había nacido el 22 de agosto de 1927. Su padre era militar y su madre ama de casa. Comenzó sus primeros estudios a la edad de 8 años en una escuela pública de su lugar natal. Al trasladarse su familia para Guanajay continuó estudiando en colegios y escuelas públicas de esta localidad. En 1945 se incorporó a laborar como operario en la Fábrica de Sogas de Guanajay.
En su afán de estudiar aviación ingresó en el Ejército en 1946, donde finalmente se le destinó a prestar servicios en el campamento de enfermería del Regimiento No. 6 de Columbia como soldado sanitario. Posteriormente, entre 1948 y 1953 se desempeñó como enfermero del Hospital Militar Carlos J. Finlay.
Incorporado al proceso revolucionario, Florentino Fernández mantenía relaciones con militantes del Partido Socialista Popular y el Partido Ortodoxo. A través de Julio Trigo, militante ortodoxo, entró en contacto con Fidel y Abel, los que le plantearon la misión de conseguir uniformes, armas y medicinas, las cuales fueron utilizadas en el asalto al Cuartel Moncada.
Tras participar en dicho asalto, fue detenido y sometido a torturas físicas y mentales. Simuló durante los interrogatorios estar enloquecido, lo que le valió para su licenciamiento por incapacidad física.
Entre 1956 y 1958 siguió participando en actividades revolucionarias y clandestinas con el M-26-7.
Luego del triunfo de la Revolución ocupó diversas responsabilidades en el sector de la enfermería, la Contra Inteligencia Militar, la Seguridad Personal y como diplomático, hasta su jubilación en 1985.
Por los servicios que prestó a la Patria, recibió numerosas condecoraciones, entre estas las Medallas Combatiente de la Lucha Clandestina, las conmemorativas por 10, 20, 30, 40, 50 y 60 Aniversarios de las FAR y la 50 Aniversario de los Órganos de la Seguridad del Estado. Era militante del Partido Comunista de Cuba.
Atendiendo a la decisión familiar, su cadáver fue cremado y sus cenizas fueron depositadas transitoriamente en el Panteón de los Veteranos de la Necrópolis de Colón hasta su traslado al Mausoleo de los Mártires de Artemisa, donde recibirá los honores correspondientes.
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