Yenima Díaz Velázquez
El destacado revolucionario Efigenio Ameijeiras, fue el encargado de crear la Policía Nacional Revolucionaria, (PNR), el 5 de enero de 1959. Antes, el 28 de octubre de 1958 había nacido la Policía Rebelde, en la Sierra Cristal.
Fue una idea del entonces Comandante Raúl Castro Ruz, con el objetivo de mantener el orden en las zonas ya liberadas y ese mismo propósito tendría la PNR, que desde entonces fue defensor de la seguridad ciudadana; y ese hecho se concreta en una colectividad con pocos sucesos violentos, más cuando se le compara con las ciudades y los pueblos de América Latina y de otras partes del mundo.
Una mañana cualquiera puede marcar la diferencia o la jornada que se esperaba difícil transcurre con tranquilidad. Así de complicados, o de cambiantes, pueden ser los días para los efectivos de la institución.
Desde su nacimiento, ese órgano es parte activa y responsable de la sociedad porque acompaña a los hombres, las mujeres y los niños de Cuba en todos los momentos y procesos, con la garantía del orden público, la tranquilidad ciudadana y la seguridad vial.
También ha sido partícipe de numerosos e importantes momentos para la consolidación de nuestro proceso social. Así lo demostraron en la lucha contra bandidos en el Escambray y en la defensa de Playa Girón tras la invasión yanqui, así como en las pequeñas batallas que constantemente libra el pueblo cubano para preservar las conquistas que se atesoran y que seguirán marcando el rumbo de quienes viven en este archipiélago.
El aniquilamiento de las fuerzas contrarrevolucionarias que atentaban contra la población civil y los objetivos económicos marcó el comienzo. Y luego fueron muchas acciones que hicieron de la PNR la dueña del destino de los cubanos.
Hoy los combatientes celebran su aniversario 57 y, más que los resultados de tantas décadas de acompañamiento, se sienten comprometidos y decididos a continuar cumpliendo sus tareas y a mantener los logros de la Revolución.
Gracias a las constantes acciones preventivas y educativas de miles de hombres y mujeres, disminuyen las comisiones de delitos, se esclarecen con rapidez los hechos que condena la sociedad y se salvaguarda el orden, la disciplina y los intereses del Estado.
Se les ve, con su azul uniforme en las calles, pendientes de los niños que cruzan las vías rumbo a su escuela, o de los jóvenes que se divierten en plazas y parques. Y, en otros sitios, siempre atentos al orden y al cumplimiento de las leyes. El pueblo cubano lo sabe y lo agradece
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