En una espontánea manifestación de solidaridad y apoyo, un grupo de mexicanos desafiaron la incesante lluvia para dar la bienvenida al presidente cubano, Miguel Díaz-Canel, a su llegada al Palacio Nacional, en el zócalo capitalino.
Gritos de “Cuba sí, yanquis no” y “Presidente cubano, México te da la mano” acompañaron la llegada de Diaz-Canel, quien se detuvo a saludar a los manifestantes antes de ingresar al recinto para ser oficialmente recibido por su par Andrés Manuel López Obrador y trasladarse al Patio de Honor.
Con posterioridad, ambos mandatarios se reunirán en privado, según reportes de televisoras locales, que transmitieron brevemente en vivo imágenes de esos momentos.
Las propias fuentes destacaron que esta es la tercera visita de Díaz-Canel a México. La primera se produjo en 2014, cuando en su condición de primer vicepresidente asistió en Veracruz a la XXIV Cumbre Iberoamericana, donde se debatieron temas de educación e innovación.
Cuatro años después, y ya como jefe de Estado, asistió el 1 de diciembre de 2018 a la toma de posesión de López Obrador.
Al referirse a la visita oficial, la primera que realiza después de ser electo Presidente de la República de Cuba el pasado 10 de octubre, Díaz-Canel subrayó la emoción que significa “volver al entrañable México, tan ligado a nuestra historia y a la de toda Latinoamérica”.
La presencia del mandatario aquí testimonia que los cubanos no olvidan el apoyo recibido de México en la región, cuando en los primeros años de la Revolución fue el único país que no rompió relaciones y además rechazó los intentos de aislar a Cuba por parte del gobierno de Estados Unidos.
Cuba reconoce además el papel de México en la región y en particular su condición de anfitrión, en 2008, de la llamada Cumbre de la Unidad, de la cual nació la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac).
Del mismo modo, apoya el compromiso de México en asumir la Presidencia Pro Tempore de la Celac, en el 2020.
México constituye un relevante actor político regional que, como Cuba, defiende los principios consagrados en la carta de Naciones Unidas y considera que el camino para América Latina y el Caribe es la integración basada en la cooperación, la complementariedad y la solidaridad.
Las dos naciones resguardan también con firmeza fundamentos como la no intervención en los asuntos internos de otros países; la igualdad jurídica de los Estados; la no injerencia, y el respeto a la soberanía y a la autodeterminación de los pueblos.
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