GUANTÁNAMO.—La constitución del Batallón de la Frontera, el 9 de noviembre de 1961, cogió movidos a los marines de la ilegal base naval instalada en este territorio.
Grande fue su sorpresa cuando al amanecer de esa jornada vieron ante sí a combatientes de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (FAR), mejor preparados, armados y vestidos que los milicianos a los que reemplazaban.
Informes recibidos en las primeras horas de ese día en Boquerón dieron cuenta de la algarabía orquestada por los yanquis, quienes incrementaron los vuelos rasantes de helicópteros sobre las posiciones cubanas, las explosiones próximas a nuestros combatientes y los movimientos de tropas.
«Fue una mañana de una tensión enorme, para ellos, porque nosotros sabíamos que eso iba a pasar», rememoró David Pérez Concepción, entonces jefe de la recién constituida unidad, la cual estaba conformada por ocho destacamentos: uno de jefatura, uno especial para atender la puerta principal y los restantes ubicados en Tres Piedras, Piedra Blanca, Capitolio, Lechería, Casa de Yarey y Boquerón, todos en condiciones de vida en campaña.
El batallón tuvo como antecedente a la llamada compañía especial, destinada a cubrir ciertos puntos en el borde delantero de la frontera y a velar porque en ellos no se produjeran infiltraciones y exfiltraciones desde o hacia el enclave naval.
Posteriormente, la nueva unidad cambió su estructura y se convirtió en brigada, incorporándose a su misión de velar por la seguridad e integridad del territorio nacional, la de mantener en la zona una fuerza capaz de responder a una posible agresión del ejército norteamericano.
Desde su constitución, hace hoy 55 años, la gloriosa Brigada de la Frontera, Orden Antonio Maceo, ha significado garantía en la defensa del perímetro con la ilegítima base naval y fragua formadora de miles de jóvenes en las mejores tradiciones de lucha revolucionaria.
Si un rasgo ha caracterizado a los combatientes de esta punta de vanguardia del socialismo en América Latina, ha sido su valor a toda prueba y su férrea disciplina, resaltó en una ocasión el general de brigada de la reserva Harry Villegas, quien fuera jefe de esta unidad ejemplar entre ejemplares.
Sus integrantes, alegres, locuaces, fuertes de convicción, encarnan lo mejor de la juventud cubana, al convertirse en paladines de la resistencia revolucionaria, del coraje, la conducta y la ecuanimidad.
«Aquí tenemos muchas razones para el regocijo: muy buenas condiciones de vida, espacios para la cultura y el deporte, la superación, el debate político, pero lo principal es sabernos defensores de la Patria desde esta primera trinchera de combate», aseguraron muchachas que cumplen en la brigada con el Servicio Militar Voluntario Femenino.
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