En la mañana del 21 de septiembre de 1958 se inauguró el trascendental evento con la participación de más de 200 delegados
Soledad de Mayarí Arriba, antes de 1959, era un lugar olvidado de quienes gobernaban en Cuba. La carretera que hoy existe es obra de la Revolución. Si un camión, en 1958, se atrevía a entrar en estos parajes, tenía que meter mucho el pie en el acelerador para lograrlo. Y muchas veces necesitaba ayuda para salir del atolladero. Solo había una valla para pelear gallos y un bar con salón de baile. Para recibir atención médica había que cargar al enfermo en hamacas e ir a pie hasta La Prueba, cerca de Alto Songo, a unos 40 kilómetros. En más de una ocasión, llegó cadáver.
Cuando el Segundo Frente, dirigido por el entonces comandante Raúl Castro Ruz, se instaló en la región, se crearon los primeros Comités Revolucionarios Campesinos (CRC), basados en la experiencia rebelde de la Sierra Maestra, con un secretario como jefe, un delegado civil y otro militar. Estos comités, aparte de mantener el orden en sus respectivas zonas, asumieron el acopio de víveres e información para la agrupación guerrillera. Al ampliarse sus actividades, la Comandancia del Frente creó el Buró Agrario como órgano de enlace entre las masas y los mandos militares rebeldes.
El 10 de julio de 1958, en Calabazas de Sagua, delegaciones de cada municipio del territorio del Segundo Frente eligieron al Comité Regional Agrario, cuya presidencia recayó en Pepe Ramírez, un veterano luchador contra los desmanes de los geófagos. Esta instancia estructuraba y organizaba las diferentes asociaciones de agricultores y proletarios agrícolas de la zona.
Agazapados, una minoría integrada por elementos desclasados, que respondían a los intereses de los terratenientes y de algunos comerciantes de la zona, orquestaron una campaña para desacreditar a los CRC y sobre todo, a los dirigentes de estos que como Pepe Ramírez tenían militancia comunista. El movimiento campesino propuso a la Comandancia General del Frente la celebración de un congreso en el que la propia masa libremente resolviera ese conflicto y eligiera a los dirigentes de su preferencia.
En la etapa preparatoria al congreso, según testimonio del propio Raúl, «se habían constituido 84 comités agrarios que agrupaban a los campesinos en sus bases y se celebraron seis grandes concentraciones, algunas de ellas con más de 1 000 participantes […] El peligro de los criminales bombardeos y demás riesgos que la guerra implicaba, no fueron obstáculos suficientes para restar lucidez y masividad a estas poderosas manifestaciones».
Las elecciones de delegados fueron organizadas con absoluta independencia por el movimiento campesino. En un principio se pensó celebrar las sesiones del evento en Calabazas de Sagua, pero ante los bombardeos de la aviación del régimen se cambió la sede para Soledad de Mayarí Arriba. En la mañana del 21 de septiembre de 1958 se inauguró el trascendental evento con la participación de más de 200 delegados.
En representación de la mujer, se hallaban allí cinco féminas de la serranía, electas por sus asociaciones de base, quienes patentizaron su decisión de seguir luchando junto con sus esposos, hijos y hermanos. También se encontraba un grupo de obreros agrícolas, cañeros fundamentalmente.
Ante la presencia de Raúl, Vilma Espín y varios jefes del Segundo Frente, Pepe Ramírez presentó el Informe al Congreso, que hizo un recuento de las actividades realizadas por los CRC desde su creación y además se adentraba en los problemas fundamentales que aquejaban al país, haciendo especial énfasis en la mísera situación del campesinado. Tanto en el debate que suscitó el informe como en las intervenciones de los asistentes, resaltaron las denuncias a la explotación a que eran sometidos los hombres del campo, las extorsiones por parte de especuladores y garroteros, se reflejaron demandas por una justiciera Reforma Agraria y por el mejoramiento de la vida en esos campos.
Tras la elección de la directiva del Comité Regional Agrario (CRA), el comandante Raúl Castro Ruz, jefe del Segundo Frente, quien tuvo a su cargo las conclusiones, calificó al congreso de memorable. «En estos momentos, en esta etapa histórica en que vivimos, sin Reforma Agraria no puede haber Revolución Cubana; y aquí, tal vez por participar en el mismo, no nos percatamos de la magnitud de este acto, porque en estos momentos, en el día de hoy, está iniciándose, está gestándose, está naciendo la Revolución Agraria que ha de echar las bases de la verdadera Revolución Cubana».
Más adelante subrayó: «El principal objetivo de los campesinos debe ser en este momento forjar y mantener la unidad. He aquí lo principal, si queremos lograr el triunfo y conquistar nuestras demandas. Las fuerzas reaccionarias que se mueven contra la unidad pueden ser derrotadas si nos mantenemos unidos y vigilantes».
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