Por Martín Corona Jerez | 6 septiembre, 2016 |
Bayamo-.
Con justificada tristeza miró hacia las aulas hoy, porque se jubila al
comenzar un nuevo curso escolar, la maestra cubana Dulce María Torres
García, quien en 1959 llamó maestro a Fidel Castro, pero todavía no sabe
de dónde le salió esa idea.
Sucedió en abril, tenía 20 años de edad y estaba en La Habana junto a otras cuatro muchachas como miembro del comité pro reconstrucción del poblado de Cauto Embarcadero, en el actual municipio de Río Cauto, provincia de Granma.
Esperaron que Fidel saliera de una reunión en el Centro Gallego y, al verlo cerca, Dulce María le dijo: “Maestro, atiéndame, porque somos de Cauto Embarcadero, que fue quemado y destruido por los casquitos…”
El llanto le impidió continuar, una compañera tomó la palabra, y dos meses después se iniciaba la reconstrucción, con las primeras viviendas de mampostería levantadas en el poblado.
Este lunes Dulce María Torres García volvió a la bayamesa escuela pedagógica Rubén Bravo Álvarez, donde trabajó desde la fundación del plantel, en 2010; trajo libros y otros textos para la maestra que la relevará, y reiteró la decisión de servir cuando haga falta.
Precisó a la ACN que seguirá activa, porque, como integrante de la Sociedad Cultural José Martí, tiene diseñadas tareas en el barrio de residencia y piensa proponer acciones similares con reclusos.
De sus 55 años como educadora, comentó, no puede olvidar la Campaña de Alfabetización, una década impartiendo clases en la prisión cercana a la Ciudad Monumento, y la estancia en la escuela pedagógica.
Lloró al relatar la anécdota con Fidel Castro y al mencionar reclusos a los cuales ayudó a alcanzar el duodécimo grado, cumplieron la sanción y ahora la visitan para conversar y enseñarle los diplomas de licenciados en Estudios Socioculturales.
Hay uno, agregó, que tiene bicitaxi y se niega a cobrarle a la maestra.
No oculta las emociones ni la tristeza, pero se declara feliz con su hijo ingeniero, tres nietos y centenares de personas que llevan gotas de su saber.
Distinciones de alfabetizadora, Educadora Destacada del Siglo XX, Honrar honra, Hija Ilustre de Río Cauto, medalla Jesús Menéndez, cuatro títulos de Vanguardia Nacional de su sindicato y otras muchas, adornan la historia docente iniciada alrededor de 1952, como ayudante de su mamá.
Eecordó que durante la lucha clandestina bordó decenas de brazaletes del Movimiento 26 de Julio y realizó otras tareas, y realizó labor internacionalista en Nicaragua.
Dulce, alegre, elegante y sencilla, esta maestra se va despidiendo de las aulas mientras miles de cubanos inauguran el curso escolar 2016-2017.
No es casual que su última labor oficial consistiera en impartir temas martianos a futuros docentes de primaria, preescolar y enseñanza especial.
Sucedió en abril, tenía 20 años de edad y estaba en La Habana junto a otras cuatro muchachas como miembro del comité pro reconstrucción del poblado de Cauto Embarcadero, en el actual municipio de Río Cauto, provincia de Granma.
Esperaron que Fidel saliera de una reunión en el Centro Gallego y, al verlo cerca, Dulce María le dijo: “Maestro, atiéndame, porque somos de Cauto Embarcadero, que fue quemado y destruido por los casquitos…”
El llanto le impidió continuar, una compañera tomó la palabra, y dos meses después se iniciaba la reconstrucción, con las primeras viviendas de mampostería levantadas en el poblado.
Este lunes Dulce María Torres García volvió a la bayamesa escuela pedagógica Rubén Bravo Álvarez, donde trabajó desde la fundación del plantel, en 2010; trajo libros y otros textos para la maestra que la relevará, y reiteró la decisión de servir cuando haga falta.
Precisó a la ACN que seguirá activa, porque, como integrante de la Sociedad Cultural José Martí, tiene diseñadas tareas en el barrio de residencia y piensa proponer acciones similares con reclusos.
De sus 55 años como educadora, comentó, no puede olvidar la Campaña de Alfabetización, una década impartiendo clases en la prisión cercana a la Ciudad Monumento, y la estancia en la escuela pedagógica.
Lloró al relatar la anécdota con Fidel Castro y al mencionar reclusos a los cuales ayudó a alcanzar el duodécimo grado, cumplieron la sanción y ahora la visitan para conversar y enseñarle los diplomas de licenciados en Estudios Socioculturales.
Hay uno, agregó, que tiene bicitaxi y se niega a cobrarle a la maestra.
No oculta las emociones ni la tristeza, pero se declara feliz con su hijo ingeniero, tres nietos y centenares de personas que llevan gotas de su saber.
Distinciones de alfabetizadora, Educadora Destacada del Siglo XX, Honrar honra, Hija Ilustre de Río Cauto, medalla Jesús Menéndez, cuatro títulos de Vanguardia Nacional de su sindicato y otras muchas, adornan la historia docente iniciada alrededor de 1952, como ayudante de su mamá.
Eecordó que durante la lucha clandestina bordó decenas de brazaletes del Movimiento 26 de Julio y realizó otras tareas, y realizó labor internacionalista en Nicaragua.
Dulce, alegre, elegante y sencilla, esta maestra se va despidiendo de las aulas mientras miles de cubanos inauguran el curso escolar 2016-2017.
No es casual que su última labor oficial consistiera en impartir temas martianos a futuros docentes de primaria, preescolar y enseñanza especial.
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