Este es un espacio de intercambio y reflexión, para demostrar la valía de un pueblo que se enfrenta al Imperio más poderoso del planeta con la seguridad absoluta en la Victoria porque le asiste la razón. Esas son las Razones de Cuba
Guayacánes el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
viernes, 30 de septiembre de 2016
#TodosMarchamos Posada Carriles, símbolo de una política oscura
La
historia del terrorismo contra Cuba no es parte de un pasado, sino
continuidad que se extiende en múltiples formas hasta nuestros días
En el acto terrorista
contra el avión civil de Cubana de Aviación, el 6 de octubre de 1976,
murieron las 73 personas que viajaban a bordo. Foto:Jorge Oller
Algunos políticos estadounidenses no quieren volver
atrás en el tiempo y rememorar la historia. Pretenden olvidar
simplemente y seguir adelante. Pero es vital recordar, para impedir que
se repitan aquellos terribles sucesos que han conmovido la nación, y que
nuestras más jóvenes generaciones apenas conocen. La historia del
terrorismo contra Cuba no es parte de un pasado, sino continuidad que se
extiende en múltiples formas hasta nuestros días. Los principales
ejecutores de esta barbarie se pasean libremente por el país que aupó
sus acciones y perdonó sus crímenes. Luis Posada Carriles es símbolo de
esta política oscura. El Comandante en Jefe Fidel Castro lo catalogó
junto a Orlando Bosch como los «más sanguinarios exponentes del
terrorismo imperialista contra nuestro pueblo…»[1]
Después de la victoria en Playa Girón en 1961, la intensificación de
la guerra sucia contra la Revolución cubana no hubiera sido posible sin
el desarrollo de un programa secreto conocido con el acrónimo JM WAVE.
Las autoridades norteamericanas no han desclasificado hasta el momento
ninguna evidencia documental sobre la existencia explícita de aquel
programa. JM WAVE se inserta en una compleja etapa histórica de las
relaciones entre Cuba y Estados Unidos, caracterizada por una tenaz
política agresiva. En la década de los años 60 se producirían más del 90
% de las víctimas mortales del terrorismo contra Cuba y tendrían lugar
acontecimientos que marcaron profundamente la historia de nuestra nación
como Playa Girón, la Crisis de Octubre, la intensificación de los
planes de asesinato contra el Comandante en Jefe Fidel Castro, el auge y
liquidación del bandidismo y la Operación Mangosta.
Cincuenta y cinco años nos separan de la creación, en mayo de 1960 y
bajo el más absoluto secreto, de la base operativa principal de aquel
poderoso programa subversivo en el distrito de negocios de Coral Gables
en la Florida, asentada en terrenos de la Universidad de Miami. El
gobierno norteamericano había organizado desde 1960 un ejército
mercenario de origen cubano, entrenado en campamentos de la Florida,
Centroamérica y la zona del Canal de Panamá. Luis Posada Carriles
había abandonado tempranamente su país y se incorporó rápidamente al
proyecto de invasión. Según su expediente en la CIA recibió
entrenamiento en Guatemala, aunque no llegó a desembarcar en Playa
Girón. En marzo de 1963, ingresó en la base militar de Fort Benning, en
Georgia, EE.UU. junto a otro numeroso grupo de exmercenarios, muchos
de ellos recién liberados en Cuba. Allí obtuvieron los conocimientos de
su triste oficio: torturar, subvertir, sabotear, confeccionar explosivos
y matar a cualquiera que estuviera en el lugar y el momento equivocado.
Posada fue un alumno «eminente». Cuentan viejos amigos que lo
conocieron en la Cuba de los años 40, que era un adicto a las armas de
fuego y a los explosivos. Este oficio lo llevaría después de su salida
de Fort Benning a las recién creadas unidades especiales del programa JM
WAVE.
Este programa desplegó una gigantesca actividad paramilitar
encubierta, mediante operaciones navales, dirección y preparación de
grupos de infiltración, control de agentes principales, acciones de
propaganda, guerra psicológica y contrainteligencia. Sufragaba decenas
de lujosas mansiones a lo largo de los cayos de la Florida para el
entrenamiento de los grupos clandestinos que se infiltraban en Cuba o de
donde salían sus naves artilladas. Controlaba a los principales grupos
contrarrevolucionarios en la Florida, suministraba armas y explosivos
a las agrupaciones más violentas y reclutaba secretamente a sus
cabecillas más recalcitrantes y ambiciosos. Richard Helms, director de
la CIA entre 1966 y 1973, escribió en sus memorias: «que antes de que la
operación Mangosta hubiera concluido, 600 efectivos de plantilla de la
CIA y entre 4 000 y 5 000 contratados estuvieron involucrados».
El programa disponía de casas y edificios de apartamentos para
residencia de sus oficiales y lugares de contacto clandestinos con sus
agentes, campos de tiro y entrenamiento dentro de la ciudad y en
condados al norte de la Florida; organizaba empresas «fantasmas» para
sus actividades ilegales como firmas de bienes inmuebles, imprentas,
cafeterías, agencias de viaje y de detectives; tiendas para la venta de
armas; astilleros y embarcaderos para su flota marítima, aeródromos,
aviones ligeros y centros de comunicaciones; talleres y gasolineras para
cientos de vehículos y camiones. Desde sus instalaciones técnicas
coordinaba las campañas de propaganda y guerra psicológica y
monitoreaba las comunicaciones ilegales con sus agentes secretos en Cuba
así como la radio y la prensa cubana. El programa JM WAVE intensificó
también las acciones de espionaje mediante las posibilidades del
«Programa de refugiados» para obtener inteligencia política, económica y
militar contra Cuba. Todos los cubanos que arribaban a Estados Unidos a
partir de 1960 eran entrevistados y muchas veces presionados para que
brindaran todo tipo de información sobre su país.
En enero de 1961, al retirarse la embajada norteamericana en La
Habana, el programa JM WAVE asumió los contactos clandestinos de la CIA
con algunas de las 130 redes de espías que llegaron a operar
clandestinamente en Cuba. Documentos de la seguridad cubana revelan los
contactos de algunas redes con funcionarios diplomáticos de 18
embajadas extranjeras asentadas en La Habana, algunos de los cuales
trabajaban secretamente para la CIA. El programa JM WAVE escudriñaba en
detalles la realidad cubana interna y espiaba los puertos identificando
buques, cargas y pertrechos militares. Este dispositivo constituyó un
poderoso apoyo al bloqueo económico, comercial y financiero decretado
por el gobierno norteamericano desde febrero de 1962. AM CLEVE 15 Y LA FLOTA MARÍTIMA SECRETA DE LA CIA
Según datos de la CIA, en julio de 1964 Posada aparece como jefe de
un campamento paramilitar del grupo terrorista Junta Revolucionaria en
el Exilio (JURE) en Florida central.[2] Otros documentos de fecha 31
de marzo de 1965 revelan su condición de instructor en explosivos con
el código secreto «wave kuroar». La palabra «wave» identificaba a la
mencionada estación ultra secreta en Miami[3]. La palabra «kuroar» le
da nombre a la operación en la que trabajaba, las letras «ku» significan
Cuba y la palabra «roar» algo así como «rugiente o bramido». Solo dos
semanas después se le asignó por la agencia el código secreto Amcleve-15
[4]. Las letras «am» identificaban su categoría de agente encubierto,
la palabra «cleve» como diestro, hábil o mañoso, según su traducción en
inglés y el número 15 como parte de un grupo integrado por otros
agentes.
El
Comandante en Jefe denuncia que el terrorista de origen cubano Luis
Posada Carriles planeaba asesinarlo durante la X Cumbre Iberoamericana
de Jefes de Estado y de Gobiernos. Foto: Juvenal Balán
La propia agencia registra en su ficha biográfica la activa
participación de Posada en el contrabando de armas y explosivos y otros
actos subversivos en la región del Caribe. El 13 de enero de 1965, se
ubica como miembro de la tripulación del buque Venus[5] en la República
Dominicana, perteneciente a la flota marítima de la CIA, utilizada en
operaciones de infiltración y terrorismo contra Cuba. Esta flota
superaba las 30 embarcaciones de gran y mediano porte, incluidos «buques
madres» tipo «REX» y otras lanchas provistas de modernos armamentos.
El propio Richard Helms reconoció que «en determinado momento, la flota
marítima secreta de la CIA, llegó a ser la tercera más grande en el
área». Algunas de estas naves estaban inscritas con nombres como Atlas,
Baltimore, Rex-Explorer, Hacha, Evangelina Zoila, Neptuno, Reep Tide y
Tiburón. En ellas navegaban por aguas del Caribe tripulaciones
conocedoras de las costas cubanas, reclutadas entre marinos y pescadores
que habían residido en poblados costeros cubanos. Las infiltraciones
de estos comandos sumaron cientos a lo largo de esos años. Estudios
históricos cubanos ubican con exactitud un total de 77 puntos costeros a
lo largo del país, utilizados para infiltrar agentes clandestinos y
armamento de guerra. Un buque madre tipo «REX» tenía en su proa un cañón
sin retroceso de 75 mm y en su popa otro de 57 mm y varios cañones de
20 mm. En sus bandas de babor y estribor, seis ametralladoras calibre 50
y 30. La tripulación estaba compuesta por unos 40 mercenarios equipados
con fusiles automáticos. Estas operaciones eran dirigidas por un
«oficial de caso» de la CIA.
Desde sus barcos artillados, la CIA bombardeaba instalaciones civiles
y objetivos económicos costeros, mientras brindaba su apoyo a otros
comandos terroristas que operaban contra Cuba desde países como
Nicaragua o Costa Rica. Un apretado resumen brinda un cuadro dantesco
de agresiones violentas contra objetivos civiles. Entre 1961 y 1970 se
produjeron decenas de ataques piratas contra objetivos en nuestras
costas. En estas operaciones sorpresivas y alevosas resultaron muertas
ocho personas y heridas 26, de ellas tres niñas de ocho, 13 y 15 años de
edad. Muchos ciudadanos cubanos rememoran los ataques a la refinería
Hermanos Díaz situada a la entrada de la bahía de Santiago de Cuba, la
planta de sulfometales en Santa Lucía y los centrales azucareros Luis
Carracedo, en el municipio de Pilón y Nazábal, en Encrucijada, Villa
Clara; los disparos contra el edificio Sierra Maestra y otras
residencias del barrio capitalino de Miramar y el albergue de niños
becarios en Tarará, al este de La Habana; los embarcaderos de Isabela
de Sagua, Caibarién y Casilda; y los faros marítimos de Cayo Cruz en
Niquero, Bahía de Cádiz en Villa Clara y Cayo Paredón Grande, en Ciego
de Ávila. A estos ataques se sumaban los bombardeos aéreos con
explosivos organizados por Orlando Bosch sobre plantaciones cañeras y
áreas pobladas, por avionetas que salían y regresaban a la Florida.
Este programa acrecentó los secuestros y ataques piratas contra
embarcaciones en aguas del Golfo de México y el Caribe, incluidos los
ametrallamientos a los buques cargueros extranjeros New Lane, L´ Vov,
Bakú y Sierra de Aránzazu. En este periodo se registraron 20 hechos de
esta naturaleza, con muertos o desaparecidos y heridos. El gobierno
norteamericano negó sorprendentemente en 1963 su responsabilidad en
estos sucesos, alegando que se trataba de «acciones autónomas» cometidas
por grupos de emigrados desde terceros países. El terrorista Luis
Posada Carriles formaba parte de aquel engendro de horror. EL TERRORISMO EN EL EXTERIOR CONTRA CUBA
Entre los años 1967 y 1968 se inició paulatinamente el
desmantelamiento de JM WAVE. La verdadera causa de su desaparición fue
la heroica resistencia del pueblo cubano. Toda aquella infraestructura
fue vendida o rentada. Muchos armamentos fueron desviados al contrabando
en la región. La CIA utilizó a muchos miembros activos de la JM WAVE
para su guerra de contrainsurgencia en América Latina. Los gobiernos
títeres y militares en la región gozaron de la colaboración de estos
nuevos esbirros y torturadores. Otros fueron utilizados en oscuras
operaciones como el asesinato del Comandante Ernesto Che Guevara y sus
compañeros en Bolivia, fueron contratados como matones en la Operación
Cóndor, o partieron como mercenarios a África y Vietnam.
Las autoridades yanquis mostraron una abierta tolerancia en los 70
hacia las nuevas agrupaciones de la mafia anticubana que se asentaban en
la Florida y otras ciudades como Nueva Jersey y Nueva York. Aquello
expresaba una nueva modalidad de subversión y guerra económica
«tolerada» dirigida a tratar de quebrar los vínculos comerciales de
Cuba con otras naciones contrarias a la extraterritorialidad del bloqueo
yanqui. Estos grupos neofascistas multiplicaron el terror contra
intereses cubanos en territorio norteamericano y otros 35 países de tres
continentes, en los que eran agredidos barcos mercantes, oficinas
comerciales, líneas aéreas y consulados de naciones que mantenían
relaciones económicas con Cuba.
Posada Carriles fue asignado en 1967 a Caracas, Venezuela, como
mercenario de la CIA, ocupando un importante cargo hasta 1974 en la
Dirección de los Servicios de Inteligencia y Prevención (DISIP). Sus
principales misiones: eliminar focos de «insurgentes» y apoyar el
trabajo subversivo de la CIA en el medio diplomático hostil a Estados
Unidos y en las altas esferas de la política local. Aquella designación
constituía un gesto de confianza hacia Posada. Según Manuel Contreras,
exjefe de la DINA de Augusto Pinochet, el entonces jefe de la CIA en
1976 George Bush le había expresado que el envío de mercenarios de
origen cubano a Venezuela tenía como objetivo reforzar el trabajo de
contrainsurgencia en la región.
Posada multiplicó su accionar terrorista a partir del manto oficial
que le ofrecía su alto cargo en la DISIP a partir del 4 de octubre de
1971. Pero sus desavenencias con un nuevo gobierno lo llevaron a
renunciar. Sorpresivamente, aparecieron en 1974 grandes recursos
económicos para una supuesta «agencia» privada de detectives en
Caracas nombrada Investigaciones Comerciales e Industriales, Compañía
Anónima (ICICA), dirigida por Posada Carriles. La CIA financió y
brindó medios secretos de espionaje y subversión a este nuevo centro de
operaciones, que dada su «cobertura» permitió recrudecer los actos
terroristas en la región del Caribe y Sudamérica y continuar el apoyo a
la CIA entre 1974 y 1976. Desde el ICICA partieron comandos armados
para realizar actos terroristas y se elaboraron estudios operativos
sobre instalaciones cubanas en Trinidad y Tobago, Barbados, Colombia y
Panamá y los mapas de ruta de los vuelos aéreos de Cubana de Aviación
en la región.
En junio de 1976, Posada y Bosch participaron en la creación del
grupo terrorista Coordinación de Organizaciones Revolucionarias
Unidas (CORU) en República Dominicana, a instancias de la CIA. El 6 de
octubre se produjo el monstruoso crimen en Barbados, con la
participación de ambos terroristas. El gobierno de EE.UU. fue autor
intelectual de aquel horrendo suceso. Los documentos desclasificados
demuestran que sus servicios de inteligencia no eran ajenos a los
intentos del CORU de hacer explotar un avión civil cubano en el aire. No
eran ajenos tampoco a la labor secreta de la ICICA en la región, de
donde partieron los autores materiales del hecho y los explosivos
utilizados en el sabotaje. Posteriormente, facilitaron la fuga de Posada
Carriles de su prisión en Venezuela, ofreciéndole una importante misión
en la guerra sucia en Centroamérica. Años después concedieron al
terrorista Bosch el asilo definitivo en territorio norteamericano.
Posada Carriles participó destacadamente en la Operación Irán-Contras
en Centroamérica, en la que dirigió una tarea muy compleja, que
corroboraba la confianza brindada por el gobierno estadounidense: el
avituallamiento aéreo a la Contra nicaragüense, la organización
logística de los suministros y la atención a todo el personal
involucrado en la operación. Antes de producirse el escándalo
internacional, Posada Carriles alertó a sus superiores en Estados Unidos
de que una nave aérea no había regresado a su base al ser derribada
cuando abastecía recursos a la Contra nicaragüense. Posada mantuvo un
total silencio y encubrió la activa participación del vicepresidente
George H. W. Bush y algunos de sus principales colaboradores, cuando fue
entrevistado en 1992 por el FBI en la embajada de Estados Unidos en
Honduras. Posada se retiró de allí sin ser molestado. George H. W. Bush
fue totalmente exonerado de responsabilidad, según el reporte publicado
el 18 de noviembre de 1987 por el Comité Congresional estadounidense
que investigó el escándalo. LA NUEVA ESCALADA TERRORISTA Y LA BRUTAL REPRESALIA CONTRA LOS CINCO LUCHADORES ANTITERRORISTAS
Una nueva estructura paramilitar creada secretamente en 1992 por la
Fundación Nacional Cubano Americana (FNCA), en la ciudad de Miami,
financió y abasteció a grupos terroristas anticubanos que infiltraron
armas y explosivos en costas cubanas en los años siguientes, en pleno
periodo especial. Algunos comandos armados se infiltraron en la isla o
atacaron desde el mar instalaciones turísticas en Varadero y los cayos
de Villa Clara, regresando a territorio estadounidense con total
impunidad, a pesar de las frecuentes notas diplomáticas de denuncias
cursadas por las autoridades cubanas. Posteriormente, intentarían
introducir explosivos y estallarían después las primeras bombas. En
esos años, Posada Carriles se movía junto a otros mercenarios de la
FNCA en el contrabando de armas y participaba activamente en estos
planes violentos dirigidos a afectar la entrada de divisas proveniente
del turismo extranjero.
Con el financiamiento de la FNCA, Posada organizó un comando
terrorista en Centroamérica, seleccionó lugares públicos de
instalaciones turísticas de lujo y envió sus mercenarios para detonar
bombas. Aquellas explosiones dejaron su huella en los vestíbulos de
hoteles habaneros como el Nacional, Capri, Chateau Miramar, Tritón,
Meliá Cohíba, y el célebre restaurante La Bodeguita del Medio. Detrás
de cada hecho quedaba una escena imborrable de dolor. Un joven turista
italiano encontraba la muerte en el hotel Copacabana. Una delgada
pared, contigua al lobby del hotel Capri, salvó de la explosión a un
grupo de niños que participaban en una fiesta infantil. Un minucioso
trabajo técnico operativo se desplegó en poco tiempo. Cuba mostró, a
pesar de la compleja situación interna del Periodo Especial, su
capacidad de repeler ataques piratas, infiltraciones y capturar
terroristas portando armamentos y explosivos de alto poder. Un total de
28 terroristas, la mayoría residentes en Estados Unidos, fueron
detenidos y juzgados por las autoridades cubanas entre 1993 y el 2001.
La nueva escalada terrorista había sido liquidada, pero renovó viejos
proyectos para tratar de asesinar a Fidel. Los órganos de seguridad
cubanos neutralizaron entre 1994 y el 2000 nuevos planes magnicidas
organizados por la FNCA durante su participación en cumbres
iberoamericanas y otros compromisos internacionales en países como
Colombia, Argentina, Venezuela, República Dominicana, Portugal y
Panamá. En este último, donde se celebraba la X Cumbre Iberoamericana
en noviembre del 2000, gracias a la oportuna denuncia de Fidel un grupo
encabezado por Luis Posada Carriles fue apresado en posesión de 34
libras de explosivos.
Estos fracasos engendraron la brutal represalia del Gobierno de
Estados Unidos y la mafia anticubana contra los Cinco luchadores
antiterroristas cubanos que enfrentaron valientemente la ofensiva de
terror en esos años. La libertad otorgada poco después por el gobierno
de George W. Bush (hijo) al terrorista Luis Posada Carriles no
constituyó un hecho fortuito. Fue el resultado de un plan premeditado
para evitar su encierro en EE.UU. y retribuir sus importantes servicios a
la CIA y a la ultraderecha de ese país. [1] Ramonet, Ignacio. Cien horas con Fidel, Oficina de Publicaciones del Consejo de Estado. 2006, P.254. [2] LUIS CLEMENTE POSADA CARRILES. VOLUME 1 201-300985. DBA 78123. 17-7-64 [3] Idem VOLUME 1 201-300985 Cable 31/3/65 IN 35180 [4] Idem VOLUME 1 201-300985 CABLE 17/4/65 IN 46795 [5] Idem. VOLUME 1 201-300985. UFG – 06573 26/1/65 * Director del Centro de Investigaciones Históricas de la Seguridad del Estado
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