Este es un espacio de intercambio y reflexión, para demostrar la valía de un pueblo que se enfrenta al Imperio más poderoso del planeta con la seguridad absoluta en la Victoria porque le asiste la razón. Esas son las Razones de Cuba
Guayacánes el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
miércoles, 26 de julio de 2017
Los cuatro fotógrafos del Moncada
Las
imágenes de los cuatro reporteros gráficos relacionados con los sucesos
del cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, demostraron la verdad de
lo ocurrido
Con el heroico asalto de Fidel Castro
y sus compañeros al cuartel Moncada, el 26 de julio de 1953, tuvieron
contacto cuatro reporteros gráficos: Fernando Chenard Piña, colaborador
de la revista Bohemia; Panchito Cano, corresponsal de la misma revista
en Santiago de Cuba; Ernesto Ocaña, del Diario de Cuba y Zenén Carabia,
teniente del Ejército a cargo del departamento fotográfico del
regimiento. Con la excepción de Chenard, que ese día cambió la cámara
por un fusil para tratar de poner fin a la dictadura batistiana, los
tres restantes retrataron desde muy temprano los históricos sucesos del
Moncada.
También había un aprendiz de fotógrafo, Miguel Ángel Oramas, ayudante
de Chenard, que recién había cumplido los 17 años y era el combatiente
más joven. Oramas, después de agotar todas sus balas, fue apresado y
asesinado.
FERNANDO CHENARD PIÑA
Chenard fue un sindicalista activo y militaba en el Partido Ortodoxo,
donde conoció a Fidel en el año 1948 en las reuniones que tenían con
Eduardo R. Chibás. Por aquellos tiempos, Chenard comenzó a dedicarse a
la fotografía con la ayuda del muchacho Miguel Ángel. Fidel y Chenard
eran buenos amigos y lucharon contra el gansterismo, la corrupción del
gobierno de Prío y el golpe militar de Batista. Retrató las actividades
populares contra la dictadura y fotografió la agresión que realizó una
pandilla de esbirros al programa radial de la CMQ La Universidad del
Aire el 4 de mayo de 1952.
Organizó una célula revolucionaria en el barrio de La Ceiba y se
preparó para la lucha que organizaba Fidel. Vendió todo lo que tenía de
valor y lo entregó a la causa que defendía.
Cuenta Pedro Trigo, combatiente del Moncada, que al llegar a Santiago
de Cuba y siguiendo las instrucciones de Fidel, la célula de La Ceiba,
organizada por Chenard, y la de Calabazar, que dirigía Trigo, fueron a
la calle Celda No. 8 en la barriada de Flores, donde se reunieron unos
40 compañeros para descansar en unos catres antes de la acción. El de
Chenard y el de Trigo estaban juntos y vio que Fernando estaba muy
preocupado porque Fidel le había pedido que llevara la cámara para tirar
unas fotos y no quería que se le olvidara.
A medianoche vino a buscarlos a todos Renato Guitar para una reunión
que había convocado en la granjita de Siboney. Allí, Fidel explicó el
plan y dejó a la elección personal si deseaban participar o no. Se
organizaron los grupos y se repartieron las armas y los uniformes;
seguidamente, Raúl Gómez García recitó sus versos Ya estamos en combate y
después cantaron el himno nacional.
Fue entonces que Fidel le pidió a Chenard que preparara la cámara,
pero el fotógrafo se dio cuenta que con el entusiasmo y la prisa de
aquellos momentos, no la había traído y contestó: «¡Ay!, se quedó la
cámara en la casa de Flores». A lo que Fidel contestó: «¡Qué pena, esta
hubiera sido una foto histórica!» y dio la orden de partida.
Chenard fue asignado al grupo que tomó la posta 3 del cuartel
Moncada. Después del asalto, Chenard fue apresado, torturado
salvajemente y asesinado.
PANCHITO CANO
El reportero gráfico Panchito Cano estaba retratando las comparsas en
la Trocha para la revista Bohemia. Le acompañaba Marta Rojas, entonces
estudiante de la Escuela de Periodismo Manuel Márquez Sterling, quien
redactaba la información y organizaba las películas fotográficas que iba
tomando Panchito. A las cinco y cuarto de la mañana escuchó un gran
tiroteo por el cuartel Moncada y el instinto reporteril los llevó al
lugar. La confusión y el caos eran enormes. Ya avanzada la mañana
pudieron entrar al cuartel donde los soldados los retuvieron en una de
las oficinas, donde iban llegando otros colegas. Fue alrededor de las
seis de la tarde que el jefe del cuartel, coronel Alberto del Río
Chaviano, acompañado por sus ayudantes, mostró las zonas del combate a
los periodistas que estaban esperando desde la mañana. Había más de 40
cadáveres. Ningún herido, ni preso.
Tanto Marta como Panchito observaron durante el recorrido que
aquellos muchachos habían sido torturados y rematados a balazos. Para
ocultar esa salvajada, Chaviano ordenó que los vistieran con uniformes
nuevos, olvidando que las guerreras no estaban agujereadas por las
balas. A todos les pusieron un fusil al lado.
Panchito lo fotografiaba todo pero notaba que el coronel y sus
oficiales vigilaban a los fotógrafos con demasiada insistencia. Marta
Rojas también lo notó y sospecharon que iban a incautarse las películas
que eran testimonios fotográficos del Moncada. En un descuido de los
guardias Panchito le entregó a Marta las películas y ella las escondió
en su cartera y los bolsillos de su amplia falda que entonces estaban de
moda.
Panchito solo dejó en su maletín, las fotos que había tomado en los carnavales.
Tal como lo pensaron Marta y Panchito, al terminar el monstruoso
recorrido, Chaviano ordenó a los fotógrafos que dejaran las películas
que acababan de tirar para revelarlas en La Habana donde el Estado Mayor
de Columbia decidiría las que se podían publicar.
Marta y Panchito salieron del cuartel rápidamente, pues sabían que al
descubrir el engaño la vida de Panchito no valdría nada. Se dirigieron
primero al estudio de Zenén y recogieron las fotos oficiales de los
soldados muertos y heridos para la prensa. Entre ellas estaba la
fotografía de José Luis Tasende herido, la mejor prueba de que estaba
vivo por la mañana y asesinado por la tarde. Después fueron al cuarto
oscuro de Panchito en la calle Enramada y revelaron los negativos. Más
tarde, Marta, con los negativos escondidos, vino a la capital y los
entregó al director de la revista Bohemia, quien publicó las fotografías
en la edición siguiente.
La batalla por las fotografías había sido ganada y demostraron la
verdad de lo ocurrido. Panchito tuvo que ocultarse y refugiarse en La
Habana. Chaviano quería matarlo, porque había descubierto que las fotos
publicadas en Bohemia fueron las de Panchito y lo había ridiculizado
ante el Estado Mayor.
Una de las primeras fotos de Fidel después del asalto al cuartel, en el Vivac de Santiago de Cuba. Foto: Ernesto OcañaERNESTO OCAÑA
El fotógrafo Ernesto Ocaña, del Diario de Cuba, estaba en su casa
durmiendo cuando lo despertó el intenso tiroteo en el cuartel y fue al
periódico donde ya estaban el jefe de información José Gullón y el
periodista Pablo Milá Ortiz. Los tres fueron al Moncada. Eran las siete
de la mañana y cuenta Ocaña que aún se escuchaban disparos. Empezó
retratando a unos soldados muertos a la entrada del cuartel. Un capitán
que lo vio le arrebató la cámara y la tiro al suelo pateándola y dándole
culatazos. La cámara quedó destrozada. Las protestas de él y sus
compañeros solo sirvieron para que los golpearan y condujeran presos al
interior del cuartel. Por el camino, el coronel Alberto del Río
Chaviano, jefe del Moncada, los reconoció porque ellos reportaban las
actividades militares para el Diario y los dejó marchar al mediodía.
Chaviano mandó a buscar a Ocaña y le interrogó. Quería saber cómo se
había enterado del tiroteo y quién lo había enviado. El fotógrafo le
explicó que la balacera se escuchó en todo Santiago y que el periódico
lo mandó a tomar fotografías, como siempre. Aprovechó para protestar por
los golpes que había recibido del capitán por la mañana y por el
destrozo de su cámara fotográfica. El coronel le contestó: «Mira, esas
son cosas pasadas, pero si te espabilas y consigues otro aparato
fotográfico puedes retratar el “teatro de la guerra” que voy a mostrar
más tarde a los periodistas».
Ocaña fue al diario a recoger otra cámara y cuando regresó lo
llevaron a una oficina donde estaban Panchito Cano, Marta Rojas y otros
periodistas santiagueros, para participar en una conferencia de prensa
convocada por el jefe del cuartel. Ernesto Ocaña no pudo rescatar
ninguna foto tomada el 26 de julio.
Seis días después del ataque al cuartel Moncada, el primero de agosto
de 1953, Fidel Castro fue sorprendido y hecho prisionero por las tropas
de la tiranía cuando trataba de internarse en la Sierra Maestra. Fue
conducido al Vivac de Santiago de Cuba. Ocaña estaba allí y tomó fotos
de él y sus compañeros. Una de ellas, Fidel junto a un retrato de Martí,
se convirtió en el símbolo de la Generación del Centenario porque
demostró que las doctrinas del Maestro continuaban vivas.
Jose Luis Tassende herido en el Hospital Militar, más tarde apareció entre los «muertos en combate». Foto: cortesíaZENÉN CARABIA CARREY
El teniente Zenén Carabia Carrey era fotógrafo del Negociado de
Prensa y Radio del cuartel. Lo localizaron en su casa muy temprano y por
orden del coronel debía preparar un cuadro de honor con las fotos de
los soldados muertos y heridos en el combate, colocarlo en un lugar
destacado y entregar un juego de esas fotos a la prensa para ser
publicadas.
Durante la mañana se dedicó a retratar a los soldados heridos y muertos en combate.
Al recorrer el hospital Saturnino Lora, fotografiando a los soldados
heridos, se percató que allí estaban algunos combatientes vestidos con
batas de enfermos o de médicos para tratar de escapar y los delató a los
guardias. En el Hospital Militar retrató a un sargento herido en una
pierna, sin darse cuenta de que se trataba de José Luis Tasende, uno de
los asaltantes. La fotografía de Tasende estuvo expuesta en el cuadro de
honor de los soldados caídos o heridos de los cuarteles de Oriente
hasta que descubrieron que era uno de los 56 prisioneros que habían sido
brutalmente asesinados.
Carabia continuó en el Ejército y colaborando con los periódicos
oficialistas de Batista. Al triunfar la Revolución fue detenido y
juzgado por delación en los sucesos del cuartel Moncada y por sus
relaciones delictivas con el régimen de Batista. Fue sancionado a 30
años que cumplió en el presidio de Puerto Boniato. Falleció en los
Estados Unidos después de cumplir la condena.
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