El caso Pepinos de mar
Frustra un inspector de la Aduana General de la República en Camagüey extraño tráfico en el puerto de Guayabal, en Las Tunas
Camagüey.— El pasado 14 de abril transcurría tranquilo, sin
incidencias, cuando a la 1:30 de la tarde la calma se transformó en una
gran operación de control aduanero. Así lo cuenta Pedro Luis Piedra
Escalona, inspector de Enfrentamiento en la vía marítima y comercial en
el puerto tunero de Guayabal, zona de responsabilidad de la Aduana
General de la República de Cuba en Camagüey.
«El arribo al puerto de cuatro tripulantes extranjeros a bordo de un buque que saldría con destino a Rumanía, me llamó la atención. Su llegada agitada me dio mala espina.
«Al observar a estas personas detenidamente —explicó—, percibí un movimiento extraño en una de las cinco bolsas de nailon que traían como parte de su equipaje. Me dije: “Esto no es normal”.
«Les detuve y les pedí sus pasaportes y documentos oficiales, según lo reglamentado para estos casos. Pero fue en ese instante que el hecho comenzó a aclararse por sí solo, pues todos se negaron a enseñarme el contenido de aquellos bultos.
«Procedí entonces, de conjunto con las Tropas Guardafronteras, al control preciso de sus equipajes, los que fueron comprobados en presencia de cada uno de sus dueños.
«Cuán grande fue mi sorpresa al descubrir un contrabando de 70 kilogramos de pepinos de mar, equivalente a más de cien animales por bolsa. O sea, como mínimo unos 500 pepinos en total», aseguró el inspector, quien lleva 18 años como trabajador de la Aduana General de la República de Cuba en Camagüey.
Pero la historia no termina con el descubrimiento del contrabando. Uno de los tripulantes, al verse perdido, intentó sobornar a Pedro Luis. «Me propuso dólares a cambio no solo de desconocer la infracción de la que era responsable, sino de permitirle el traslado de los pepinos de mar, lo cual rechacé y denuncié ante las autoridades competentes de Inspección Pesquera».
Pedro Luis Piedra, quien reside en el municipio de Amancio Rodríguez, en Las Tunas, reconoció que el trabajo en frontera no admite la confianza, por mucha experiencia que se tenga. «Este fue el elemento que determinó que no pudieran sustraer del país ni uno de estos animales», afirmó.
La ilícita mercancía se les decomisó a los cuatro encartados y, además, se les registró como infractores en la Base de Datos Oficial de la Aduana General de la República de Cuba.
En el proceso de investigación del caso Pepinos de mar, también se comprobó que el ciudadano cubano Félix Osmany Mendoza González —quien reside en el poblado de Guayabal, en el municipio de Amancio Rodríguez, en Las Tunas— estaba implicado en los hechos, al transportar la carga de estos animales, por lo que se le aplicó una multa de mil pesos CUP y se le decomisó su medio de transporte, según lo establecido en el Decreto Ley No. 164, Artículo 51, Inciso 10, de Inspección Pesquera.
«El arribo al puerto de cuatro tripulantes extranjeros a bordo de un buque que saldría con destino a Rumanía, me llamó la atención. Su llegada agitada me dio mala espina.
«Al observar a estas personas detenidamente —explicó—, percibí un movimiento extraño en una de las cinco bolsas de nailon que traían como parte de su equipaje. Me dije: “Esto no es normal”.
«Les detuve y les pedí sus pasaportes y documentos oficiales, según lo reglamentado para estos casos. Pero fue en ese instante que el hecho comenzó a aclararse por sí solo, pues todos se negaron a enseñarme el contenido de aquellos bultos.
«Procedí entonces, de conjunto con las Tropas Guardafronteras, al control preciso de sus equipajes, los que fueron comprobados en presencia de cada uno de sus dueños.
«Cuán grande fue mi sorpresa al descubrir un contrabando de 70 kilogramos de pepinos de mar, equivalente a más de cien animales por bolsa. O sea, como mínimo unos 500 pepinos en total», aseguró el inspector, quien lleva 18 años como trabajador de la Aduana General de la República de Cuba en Camagüey.
Pero la historia no termina con el descubrimiento del contrabando. Uno de los tripulantes, al verse perdido, intentó sobornar a Pedro Luis. «Me propuso dólares a cambio no solo de desconocer la infracción de la que era responsable, sino de permitirle el traslado de los pepinos de mar, lo cual rechacé y denuncié ante las autoridades competentes de Inspección Pesquera».
Pedro Luis Piedra, quien reside en el municipio de Amancio Rodríguez, en Las Tunas, reconoció que el trabajo en frontera no admite la confianza, por mucha experiencia que se tenga. «Este fue el elemento que determinó que no pudieran sustraer del país ni uno de estos animales», afirmó.
La ilícita mercancía se les decomisó a los cuatro encartados y, además, se les registró como infractores en la Base de Datos Oficial de la Aduana General de la República de Cuba.
En el proceso de investigación del caso Pepinos de mar, también se comprobó que el ciudadano cubano Félix Osmany Mendoza González —quien reside en el poblado de Guayabal, en el municipio de Amancio Rodríguez, en Las Tunas— estaba implicado en los hechos, al transportar la carga de estos animales, por lo que se le aplicó una multa de mil pesos CUP y se le decomisó su medio de transporte, según lo establecido en el Decreto Ley No. 164, Artículo 51, Inciso 10, de Inspección Pesquera.
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