Los
radialistas de Cuba hemos recibido un reconocimiento explícito de parte
el compañero Miguel Díaz-Canel Bermúdez, Primer Vicepresidente de los
Consejos de Estado y de Ministros, quien según cita textual de la
noticia emitida por Radio Reloj "... elogió la voluntad que existe por
hacer una mejor radio, superar adversidades e incrementar la
profesionalidad".
Así lo patentizó el martes 12 de este mes en la Asamblea del Bloque Ramal de la Radio Cubana, de la Unión de Periodistas de Cuba, escenario donde llamó a incrementar la programación con temas históricos, las verdades y el orgullo de ser cubanos. Asimismo exhortó a combatir la seudocultura y a reflejar la cotidianidad de nuestro pueblo.
Lo expresado por el alto dirigente de nuestro Estado y Gobierno invita a reflexionar con profundidad el sentido y propósito de nuestro trabajo; ello es algo practicado sistemáticamente. No obstante en estos tiempos, cuando la batalla de ideas asume otros matices, resulta insoslayable ejercer este con una nueva dimensión de pensamiento.
No es para que lo dicho sea engavetado para un próximo día, mucho menos para convertirlo en el atisbo de una consigna pues poco aportaría al intelecto, quedando únicamente en el nivel primario de las emociones.
Nuestra madurez de radialistas revolucionarios, comprometidos con un proyecto social que es razón de ser, inspira a un intenso y continuo ejercicio del pensamiento crítico y de la proyección creadora.
Es impostergable el desvelo por una Radio Cubana que a cada segundo demuestre su identidad nacional; una radio que a cada instante refleje y transpire a Cuba en todos sus matices, haceres y quehaceres. De ahí la importancia de inmunizarnos contra todo lo que signifique trabajar desde una torre de marfil donde las ideas se vuelven frágiles cristales o decires quiméricos.
La radio a la que nos exhorta el Primer Vicepresidente cubano precisa una sistemática sinergia, tanto con las instituciones como con cada actor social, sea masivo, grupal o individual. Se trata de una radio inclusiva, que no deje nada en el tintero y se proyecte con fuerza como un actor indispensable en sí misma para el perfeccionamiento de la conciencia nacional.
Tal como expresa la nota de Radio Reloj: "...avances en la conformación de una agenda mediática que se conecte con la agenda pública." Estos son los ineludibles vasos comunicantes que hacen de cada una de las partes un todo único y funcional.
Además de encaminarnos hacia una radio cada vez más inclusiva, es imprescindible que sea también más participativa, donde cada miembro de la sociedad exprese inquietudes, inconformidades, señale errores y proponga soluciones.
En una democracia participativa como la nuestra, una radio en toda su amplitud es reflejo de un accionar coherente; se trata de una correspondencia necesaria y vital para el trabajo armónico de toda la sociedad.
Necesitamos una radio más creativa, donde el entretenimiento no se pliegue a los patrones del modelo capitalista, sino que evidencie profesionalidad y compromiso. En estos aspectos esenciales deben incorporarse, como en primer orden, los valores histórico-patrióticos de la nación cubana para que, con toda la riqueza artística de nuestro medio, se expongan con buen gusto y amenidad, a la par que con todo el rigor histórico que bien merecen.
En el andamiaje radiofónico, el periodismo es figura cardinal. Nuestra radio precisa ser eminentemente informativa en todos sus ámbitos, y serlo de modo instructivo, actual y atractivo, sin nada que ver con lo banal ni lo que se relacione con tipo alguno de seudocultura, muchas veces impuesta desde afuera, pero en no pocas ocasiones producto de concepciones mediocres de adentro, que no por ello dejan de ocasionar perjuicios en la distorsión de la satisfacción estética.
Para todo este quehacer se precisa la valiosa experiencia de quienes han consagrado sus vidas a la radio; el ímpetu y el frescor innovadores de los más jóvenes, así como el uso de todas las nuevas tecnologías de la información, actuales y futuras, que estén al alcance.
Las iniciativas son relativamente fáciles de organizar en palabras, no así su concretización. Es por ello que analizar lo expresado por el compañero Díaz-Canel demanda profundidad y acciones consecuentes.
Así lo patentizó el martes 12 de este mes en la Asamblea del Bloque Ramal de la Radio Cubana, de la Unión de Periodistas de Cuba, escenario donde llamó a incrementar la programación con temas históricos, las verdades y el orgullo de ser cubanos. Asimismo exhortó a combatir la seudocultura y a reflejar la cotidianidad de nuestro pueblo.
Lo expresado por el alto dirigente de nuestro Estado y Gobierno invita a reflexionar con profundidad el sentido y propósito de nuestro trabajo; ello es algo practicado sistemáticamente. No obstante en estos tiempos, cuando la batalla de ideas asume otros matices, resulta insoslayable ejercer este con una nueva dimensión de pensamiento.
No es para que lo dicho sea engavetado para un próximo día, mucho menos para convertirlo en el atisbo de una consigna pues poco aportaría al intelecto, quedando únicamente en el nivel primario de las emociones.
Nuestra madurez de radialistas revolucionarios, comprometidos con un proyecto social que es razón de ser, inspira a un intenso y continuo ejercicio del pensamiento crítico y de la proyección creadora.
Es impostergable el desvelo por una Radio Cubana que a cada segundo demuestre su identidad nacional; una radio que a cada instante refleje y transpire a Cuba en todos sus matices, haceres y quehaceres. De ahí la importancia de inmunizarnos contra todo lo que signifique trabajar desde una torre de marfil donde las ideas se vuelven frágiles cristales o decires quiméricos.
La radio a la que nos exhorta el Primer Vicepresidente cubano precisa una sistemática sinergia, tanto con las instituciones como con cada actor social, sea masivo, grupal o individual. Se trata de una radio inclusiva, que no deje nada en el tintero y se proyecte con fuerza como un actor indispensable en sí misma para el perfeccionamiento de la conciencia nacional.
Tal como expresa la nota de Radio Reloj: "...avances en la conformación de una agenda mediática que se conecte con la agenda pública." Estos son los ineludibles vasos comunicantes que hacen de cada una de las partes un todo único y funcional.
Además de encaminarnos hacia una radio cada vez más inclusiva, es imprescindible que sea también más participativa, donde cada miembro de la sociedad exprese inquietudes, inconformidades, señale errores y proponga soluciones.
En una democracia participativa como la nuestra, una radio en toda su amplitud es reflejo de un accionar coherente; se trata de una correspondencia necesaria y vital para el trabajo armónico de toda la sociedad.
Necesitamos una radio más creativa, donde el entretenimiento no se pliegue a los patrones del modelo capitalista, sino que evidencie profesionalidad y compromiso. En estos aspectos esenciales deben incorporarse, como en primer orden, los valores histórico-patrióticos de la nación cubana para que, con toda la riqueza artística de nuestro medio, se expongan con buen gusto y amenidad, a la par que con todo el rigor histórico que bien merecen.
En el andamiaje radiofónico, el periodismo es figura cardinal. Nuestra radio precisa ser eminentemente informativa en todos sus ámbitos, y serlo de modo instructivo, actual y atractivo, sin nada que ver con lo banal ni lo que se relacione con tipo alguno de seudocultura, muchas veces impuesta desde afuera, pero en no pocas ocasiones producto de concepciones mediocres de adentro, que no por ello dejan de ocasionar perjuicios en la distorsión de la satisfacción estética.
Para todo este quehacer se precisa la valiosa experiencia de quienes han consagrado sus vidas a la radio; el ímpetu y el frescor innovadores de los más jóvenes, así como el uso de todas las nuevas tecnologías de la información, actuales y futuras, que estén al alcance.
Las iniciativas son relativamente fáciles de organizar en palabras, no así su concretización. Es por ello que analizar lo expresado por el compañero Díaz-Canel demanda profundidad y acciones consecuentes.
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