Por Luis Brizuela Brínguez*
La
Habana (PL) La opinión pública norteamericana reclama cada vez más la
derogación de la Ley de Ajuste Cubano (LAC), remanente de la Guerra
Fría, considerada aquí discriminatoria y un estímulo a la emigración
ilegal que provoca la muerte de personas.
Se trata de una legislación convertida ahora en una de las tantas
vallas que deberán superarse en el largo y complejo camino hacia la
plena normalización de las relaciones entre Washington y La Habana.
Promulgada en 1966, la norma permite la entrada a los cubanos a
territorio estadounidense bajo "palabra" (parole), para luego obtener de
manera expedita permisos de trabajo y solicitar la residencia
permanente al año y un día de permanecer en la nación norteña.
Para el gobierno cubano, este trato "preferencial" y "excepcional" que
no reciben emigrantes de otras nacionalidades constituye el principal
incentivo y estímulo para la emigración ilegal, el tráfico de emigrantes
y las entradas irregulares a Estados Unidos.
Cuba también
deplora la política de pies secos-pies mojados, establecida en 1995
durante el gobierno del expresidente William Clinton (1993-2001).
Este texto solo aplica a inmigrantes cubanos que en travesías por mar
logran evadir a la Guardia Costera en el estrecho de la Florida y pisar
territorio estadounidense, lo que les reporta al término de 365 días una
Green Card o tarjeta de residencia permanente, siempre y cuando la
persona no tenga antecedentes criminales.
En el colimador se
encuentra también otra política establecida en 2006 por el expresidente
republicano George W. Bush (2001-2009) para otorgar parole a los
profesionales y técnicos cubanos de la salud que abandonen su misión
como colaboradores de Cuba en terceros países.
Las autoridades
de la isla caribeña insisten en que tales procedimientos violan el
espíritu de los acuerdos firmados en 1994 y 1995 para regular el flujo
de personas entre ambos países de manera segura y ordenada.
Tras
la denominada Crisis de los balseros (1994), Washington se comprometió a
otorgar no menos de 20 mil visas anuales a ciudadanos cubanos con el
fin de viajar o emigrar, lo cual se viene cumpliendo en los últimos
años.
ELIMINAR TRATOS PREFERENCIALES
A mediados de
mayo, el periódico The Sun Sentinel publicó un contundente editorial
contra la LAC, como colofón de varios trabajos sobre los delitos de
algunas personas de origen cubano en el sur del estado de Florida contra
bancos, compañías de tarjetas de crédito y el Medicare o programa de
seguros médicos.
Para ese medio, "es el momento adecuado para
que alguien de nuestra delegación congresional dé un paso adelante y
hable de la eliminación de la LAC por completo".
Al referirse a
recientes intentos de modificar la medida por parte del congresista
republicano por Florida Carlos Curbelo, el Sentinel sostuvo que en vez
de cambios parciales, una mejor opción sería "decidir si en realidad
hace falta o no".
"La justicia debe ser la meta de la inmigración. La eliminación de la LAC sería un buen comienzo", aseveró.
Otra estocada contra la legislación la dio a mediados de febrero el
diario Los Ángeles Times, que al evaluar la política migratoria de
Estados Unidos hacia Cuba exhortó al Congreso a "terminar con el trato
especial que reciben los ciudadanos provenientes de la isla".
Al
igual que el bloqueo económico, financiero y comercial y otras
sanciones, esta consideración especial (que otorga la LAC) ya no resulta
coherente medio siglo después, subrayó la publicación en un editorial
titulado "Otra política obsoleta de Estados Unidos hacia Cuba: la
inmigración".
Al llamado de atención de esos medios se sumaron
antes los influyentes The New York Times y Chicago Tribune, en momentos
en que numerosas voces en el Capitolio recomiendan replantearse la LAC y
la política de pies secos-pies mojados.
El Chicago Tribune
aludió a la LAC en febrero de 2013, un mes después de entrar en vigor la
nueva política migratoria aprobada por el gobierno del presidente
cubano, Raúl Castro.
El diario cuestionó el argumento usado
durante medio siglo por legisladores y políticos estadounidenses,
quienes esgrimen la necesidad de "ofrecer refugio a los cubanos que
escapan del sistema político de orientación socialista" en la isla
caribeña.
Uno no huye del comunismo para volver en repetidas
ocasiones con dinero y mercancías para la familia, opinó el rotativo al
referirse al aumento de viajes y remesas de cubanoamericanos como parte
de discretas flexibilizaciones adoptadas en este tema en 2011 por la
administración del presidente Barack Obama.
UN NUEVO ESCENARIO
El proceso para restablecer los vínculos diplomáticos y avanzar hacia
la normalización de relaciones entre Estados Unidos y Cuba supone un
cambio de escenario tras el anuncio de los respectivos mandatarios el 17
de diciembre de 2014.
La apuesta por el diálogo y el fomento de
una confianza mutua precisa de acciones concretas que eliminen
escollos, a fin de que ambas naciones convivan de manera civilizada y
con apego a las normas internacionales.
Hasta el momento, las
medidas anunciadas por la Casa Blanca para modificar la aplicación del
bloqueo económico, comercial y financiero, aunque insuficientes, son
valoradas como positivas y en una dirección correcta por las autoridades
cubanas.
Estas reconocen además que la decisión de sacar a la
isla del unilateral listado de países que patrocinan el terrorismo, así
como las facilidades bancarias para las operaciones de la Sección de
Intereses de Cuba en Washington, allanan el camino hacia la apertura de
embajadas en un futuro próximo.
Tanto la administración
estadounidense como el gobierno cubano coinciden en que una vez
anunciado el reinicio de relaciones, sobrevendrá un período extenso y no
exento de contradicciones para la gradual y completa normalización de
los vínculos.
Para La Habana, la derogación del bloqueo, el fin
de las transmisiones ilegales de radio y televisión y la devolución del
territorio que ocupa la Base Naval de Guantánamo en contra de la
voluntad del pueblo cubano serán algunos de los aspectos que reclamarán
mayores negociaciones.
La LAC y la política de pies secos-pies
mojados exigirá asimismo un necesario escrutinio por parte del Congreso,
pues su permanencia contradice la existencia de relaciones normales con
otro Estado.
Por qué otorgar un estatus especial a emigrantes
de una nación con la cual existen relaciones plenas, en detrimento de
otras con similares vínculos, se preguntan los expertos.
Y ¿cómo
justificar los incentivos para utilizar cualquier vía, en ocasiones
riesgosas, con el fin de emigrar de un país con el que se mantiene un
acuerdo para otorgar visas de manera ordenada?, añaden.
El
subsecretario asistente para Asuntos del Hemisferio Occidental del
departamento de Estado, Edward Alex Lee, reiteró en enero en La Habana,
durante una de las rondas de diálogo migratorio que con carácter bianual
sostienen ambos gobiernos, que Estados Unidos mantendrá la LAC y la
política de pies secos-pies mojados.
Lee remarcó que la actual
administración demócrata está comprometida con el mantenimiento de ambas
normas, que siguen guiando la política migratoria estadounidense hacia
Cuba.
Por su parte, la directora general para Estados Unidos del
Ministerio cubano de Relaciones Exteriores, Josefina Vidal, enfatizó
que tales regulaciones son contrarias a la letra de los acuerdos
migratorios bilaterales vigentes.
Aseveró que alentar a
especialistas cubanos a abandonar sus misiones en terceros países
resulta una práctica censurable y un robo de cerebros.
No
obstante, defendió la necesidad de mantener los espacios de diálogo, con
el objetivo de acercar posiciones sobre temas de interés común como el
enfrentamiento a la emigración ilegal, el contrabando de personas y el
fraude de documentos.
Los intercambios entre el Servicio de
Guardacostas norteamericano y las Tropas Guardafronteras de Cuba,
elogiados por ambas partes, son una brújula de cuánto se puede lograr en
las futuras negociaciones en el ámbito migratorio y de cooperación.
* Periodista de la Redacción Norteamérica de Prensa Latina. |
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