22 mayo, 2015 en 2:26 pm | Publicado en Detrás de la Noticia | Deja un comentario Etiquetas: base naval, Cuba, Guantánamo, Historia
Pero los cubanos sabemos que Caimanera es mucho más que eso; es la máxima expresión de resistencia y patriotismo de todo un pueblo que ha vivido con un puñal clavado en el costado de la patria.
Es también historia pasada que se remonta allá por 1494 cuando Cristóbal Colón durante su segundo viaje el 30 de abril, entró al puerto que denominó Puerto Grande por su belleza y extensión.
Una breve mirada a esa historia pasada nos revela momentos importantes como el de 1741 cuando tropas inglesas se establecieron en esos parajes con la intención de tomar la plaza de Cuba por tierra, misión que fracasó y que advirtió de la existencia y posibilidades del puerto sureño pero también de la ferocidad de las milicias criollas para defender su suelo.
La llegada del ferrocarril en 1856, la participación de los caimanerenses durante las guerras por la independencia y la presencia de Jefes militares como Antonio Maceo Y Pedro Agustín Pérez por esos lares fueron conformando la historia, pero también la identidad y la estirpe de este pueblo.
Pero la llegada del siglo XX cambió la vida de los habitantes de este lugar con el establecimiento en 1903 de una base naval norteamericana.
El pueblo se fue convirtiendo en un punto de transito, donde proliferaban los negocios, los establecimientos menores y comunicaciones marítimas con otros puertos cercanos; corría mucho dinero que no se reflejaba en el mejoramiento de las condiciones para elevar la calidad de vida de sus habitantes.
Así ante la prepotencia norteamericana en la bahía se fue gestando en los caimanerenses un sentimiento de odio hacia los ocupadores, por eso no fue casual que se incorporaran a la lucha destacándose los fuertes movimientos de obreros portuarios, ferroviario, salinero y de trabajadores civiles de la base.
De la noche al día
El 19 de diciembre de 1958 se removieron los cimientos de Caimanera hasta su raíz, ese día soldados rebeldes del Segundo Frente Oriental, bajo las ordenes de Demetrio Montseny “Villa” tomaron el cuartel de la Guardia Rural y la Marina para alcanzar no solo una victoria militar sino una victoria de la justicia.
Por eso cada año, ese día se recuerda y celebra como “Día de la Liberación” y los festejos constituyen ya una tradición de los pobladores que realizan además los carnavales, la fiesta popular que da cause a toda la energía de quienes tienen mucho que festejar.
Y es que de aquella Caimanera donde se enseñoreaba la prostitución, la ignorancia y eran ínfimos los servicios de agua potable y electricidad va quedando solo el recuerdo.
La Revolución multiplicó la casa de socorro con un enfermo que existía antes de 1959 en un hospital, un policlínico, una sala de rehabilitación, servicios de estomatología y consultorios del médico de la familia. Desterró además la muerte de niños menores de 5 años y la materna.
Por eso Caimanera es también historia presente, esa que construyen sus más de habitantes desde sus puestos en 13 escuelas, en la salina donde se produce el 75 % de la sal que se consume en el país, en los jóvenes clubes de computación, en los talleres y en la Brigada de la Frontera.
Sonrisa en el frente
Los caimanerenses a pesar a vivir en una zona militar rodeada de necesarias medidas de seguridad que le impiden el uso pleno de la bahía y sus cayos en actividades diversas como la economía, el intercambio con el caribe, la recreación, el turismo y otras, no pierde la sonrisa ni el optimismo.
Ellos emprenden cada día el camino al trabajo, a la defensa, a los centros de recreación, a los hogares, con la mirada puesta en el futuro, dispuestos a conquistarlo para entregarles a sus hijos un mundo mejor.
Van tranquilos pero conscientes de que son la primera trinchera antiimperialista de Cuba y con la esperanza como dijera en una ocasión el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y hoy presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz, de sacarnos ese puñal en forma pacífica, civilizada y haciendo valer los principios del derecho internacional.
Por eso Caimanera sigue siendo como todo en esta vida un poco de historia, atrapada entre el mar y la montaña.
Caimanera quizás sea para muchas personas
en el mundo solamente la combinación armoniosa de letras que dan nombre a
un lugar de nuestra isla o solo el territorio limítrofe con la base
naval que Estados Unidos mantiene en Guantánamo.
Pero los cubanos sabemos que Caimanera es mucho más que eso; es la máxima expresión de resistencia y patriotismo de todo un pueblo que ha vivido con un puñal clavado en el costado de la patria.
Es también historia pasada que se remonta allá por 1494 cuando Cristóbal Colón durante su segundo viaje el 30 de abril, entró al puerto que denominó Puerto Grande por su belleza y extensión.
Una breve mirada a esa historia pasada nos revela momentos importantes como el de 1741 cuando tropas inglesas se establecieron en esos parajes con la intención de tomar la plaza de Cuba por tierra, misión que fracasó y que advirtió de la existencia y posibilidades del puerto sureño pero también de la ferocidad de las milicias criollas para defender su suelo.
La llegada del ferrocarril en 1856, la participación de los caimanerenses durante las guerras por la independencia y la presencia de Jefes militares como Antonio Maceo Y Pedro Agustín Pérez por esos lares fueron conformando la historia, pero también la identidad y la estirpe de este pueblo.
Pero la llegada del siglo XX cambió la vida de los habitantes de este lugar con el establecimiento en 1903 de una base naval norteamericana.
El pueblo se fue convirtiendo en un punto de transito, donde proliferaban los negocios, los establecimientos menores y comunicaciones marítimas con otros puertos cercanos; corría mucho dinero que no se reflejaba en el mejoramiento de las condiciones para elevar la calidad de vida de sus habitantes.
Así ante la prepotencia norteamericana en la bahía se fue gestando en los caimanerenses un sentimiento de odio hacia los ocupadores, por eso no fue casual que se incorporaran a la lucha destacándose los fuertes movimientos de obreros portuarios, ferroviario, salinero y de trabajadores civiles de la base.
De la noche al día
El 19 de diciembre de 1958 se removieron los cimientos de Caimanera hasta su raíz, ese día soldados rebeldes del Segundo Frente Oriental, bajo las ordenes de Demetrio Montseny “Villa” tomaron el cuartel de la Guardia Rural y la Marina para alcanzar no solo una victoria militar sino una victoria de la justicia.
Por eso cada año, ese día se recuerda y celebra como “Día de la Liberación” y los festejos constituyen ya una tradición de los pobladores que realizan además los carnavales, la fiesta popular que da cause a toda la energía de quienes tienen mucho que festejar.
Y es que de aquella Caimanera donde se enseñoreaba la prostitución, la ignorancia y eran ínfimos los servicios de agua potable y electricidad va quedando solo el recuerdo.
La Revolución multiplicó la casa de socorro con un enfermo que existía antes de 1959 en un hospital, un policlínico, una sala de rehabilitación, servicios de estomatología y consultorios del médico de la familia. Desterró además la muerte de niños menores de 5 años y la materna.
Por eso Caimanera es también historia presente, esa que construyen sus más de habitantes desde sus puestos en 13 escuelas, en la salina donde se produce el 75 % de la sal que se consume en el país, en los jóvenes clubes de computación, en los talleres y en la Brigada de la Frontera.
Sonrisa en el frente
Los caimanerenses a pesar a vivir en una zona militar rodeada de necesarias medidas de seguridad que le impiden el uso pleno de la bahía y sus cayos en actividades diversas como la economía, el intercambio con el caribe, la recreación, el turismo y otras, no pierde la sonrisa ni el optimismo.
Ellos emprenden cada día el camino al trabajo, a la defensa, a los centros de recreación, a los hogares, con la mirada puesta en el futuro, dispuestos a conquistarlo para entregarles a sus hijos un mundo mejor.
Van tranquilos pero conscientes de que son la primera trinchera antiimperialista de Cuba y con la esperanza como dijera en una ocasión el entonces ministro de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Cuba y hoy presidente de los Consejos de Estado y de Ministros Raúl Castro Ruz, de sacarnos ese puñal en forma pacífica, civilizada y haciendo valer los principios del derecho internacional.
Por eso Caimanera sigue siendo como todo en esta vida un poco de historia, atrapada entre el mar y la montaña.