Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.

viernes, 12 de junio de 2015

El Che Guevara La luz de su estrella alumbra todavia


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Íntegro paladín de la justicia y la libertad, pudiera decirse que sintetizaba las virtudes de un ser humano. Así era la sencilla y natural grandeza de Ernesto Guevara de la Serna, nacido el 14 de junio de 1928, en Argentina, pero apreciado como ciudadano cubano y del mundo,  porque los afanes por los cuales vivió y luchó no tuvieron fronteras.
  Encarnó el modelo más reconocido y universal de un hombre nuevo, paradigma de una ética revolucionaria y humanista inédita para muchos en el orbe, que conjugó espíritu creador, talento, arrojo y el anhelo por cumplir sencillamente el deber en bien de la humanidad.
  En la casa de la familia de Ernesto Guevara Lynch y Celia de la Serna, en Rosario, no nació entonces hace 87 años un héroe. Nació un niño,   el hijo mayor, torturado por el asma y que rehusaba dejarse abatir por la enfermedad,  el cual manifestaba la madera del guerrillero y el conductor político en que se convirtió.
  Testimonios de quienes lo conocieron, cuando aún era Ernestico y luego en los años mozos, alcanzan para puntualizar los perfiles excepcionales del hombre en los rasgos distintivos de su carácter: una voluntad férrea ante todos los obstáculos y una búsqueda afanosa de la verdad y la justicia.
  Ribetes de leyenda atesora su vida, desde el viaje en moto con su amigo Alberto Granados por países de Latinoamérica, en la rebelde Sierra Maestra empeñado en liberar a Cuba, en El Congo o en las selvas bolivianas, en defensa del negro, del indio, del pobre, rechazando el mito y mostrando al héroe de carne y hueso.
  Realmente el Guerrillero Heroico no es un ser para el pedestal, se le ha de descubrir cotidianamente en la plenitud de su extraordinaria dimensión humana y revolucionaria y en su estrecho vínculo con el pueblo.
  La juventud cubana asume el pensamiento y la vida del Che como modelo sustentado en la forja de valores imprescindibles en las épocas difíciles, sobre todo, en los tiempos de hoy.
  Demostró madurez y carácter en cargos públicos de la mayor responsabilidad y por todos nosotros alzó su voz con palabras profundas en las Naciones Unidas o recorrió  territorios amigos y hermanos en misiones de suma confianza, de paz y solidaridad.
  Cuando ocupó la tribuna de la Organización de las Naciones Unidas frente a cancilleres que se inclinaban ante el amo, acostumbrados a los debates estériles, asombraba la audacia, rigor y profundidad del diplomático sui géneris, quien decía al pan pan y al vino vino.
  Razones hay para evocar al héroe, hecho en  las trincheras y en el trabajo cotidiano, estandarte y estímulo para hallar las fuerzas necesarias y nunca flaquear ante la adversidad ni los infortunios.
  Si de cada una de sus lecciones no aprendimos, de muy poco nos sirvió haber tenido el privilegio de tenerlo entre nosotros o ser simplemente su contemporáneo, porque el Che llevó a su más alta expresión los ideales de solidaridad y el internacionalismo.
  Cayó en el mismo corazón de su América, en su Patria Grande, después de andar por los cerros y desfiladeros de la última república fundada por El Libertador, Simón Bolívar, pero la luz de su propio fuego, la de su estrella, sigue ardiendo, sigue alumbrando todavía. 

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