Arthur González
Según
el proverbio “Las aves de igual plumaje vuelan en el mismo bando”, por
eso la exigua contrarrevolución cubana, construida y financiada por
Estados Unidos, no tiene otra alternativa que cocinarse en su propia
salsa, ante la imposibilidad de crecer en membrecía por fines
ideológicos.
La más reciente orientación que
recibieron desde Miami, es la de fabricar la imagen de que el gobierno
cubano incrementa la “represión” contra los clasificados desde el
exterior como “disidentes”.Así lo divulgan
publicaciones financiadas con parte de los veinte millones de dólares
que anualmente aprueba el presidente Barack Obama, para las acciones
subversivas contra Cuba.
Esos sitios repiten lo mismo para crear
una matriz de opinión que se oponga a las conversaciones entre Estados
Unidos y Cuba, e incluso la Unión Europea y los líderes de la isla, algo
que suponen los “disidentes” puede poner en peligro el envío de los
cientos de miles de dólares con los que viven plácidamente sin necesidad
de trabajar.
En esos espacios digitales se observan
las mismas declaraciones, incluso las realizadas desde el exterior como
las efectuadas por la grosera Berta Soler de las llamadas “Damas”,
durante sus viajes de entrenamiento a Estados Unidos y los turísticos
por Europa para presentar un gastado show mediático que ya nadie cree,
al constatar como incrementa peso corporal y actualiza su vestuario, sin
poder mostrar una sola marca de las “golpizas” a la que según ella es
sometida.
Otro de los que reciben igual orientación
desde la Florida es Antonio Enrique González-Rodiles, reclutado por la
CIA en el 2004 en Miami y orientado a regresar definitivamente a la
Habana para parir el grupo Estado de SATS, supervisado personalmente por
diplomáticos de la Sección de Intereses de Estados Unidos en la Habana.
Supuestamente el proyecto se conformó
como “independiente” para temas de arte, ideas, pensamiento y acción
social, pero al no lograr atraer a intelectuales y artistas reconocidos,
ha devenido en un grupúsculo contrarrevolucionario más, integrado por
los mismos “disidentes” que integran otras formaciones de idéntico
corte.
Para demostrar su “independencia” del
gobierno cubano, en cada reunión de Estado de SATS está presente un
funcionario norteamericano, quien verifica su comportamiento y el empleo
del financiamiento y recursos materiales entregados.
Asiduos a esos eventos son la inculta y
grosera Berta Soler; Elizardo Sánchez Santa Cruz y Pacheco; la devenida
en bloguera oficialista de Washington Yoani Sánchez y su “apuesto”
esposo Reinaldo Escobar; el “talentoso” rockero Gorki Ávila, guitarra
líder del grupo “Porno para Ricardo” que actúan semi desnudos o
desnudos; el “famoso” grafitero Danilo Maldonado, apodado “El Sexto”,
debido a que en su único grafiti solo aparece dicha palabra; y Eliécer
Ávila, transmutado de humilde campesino en ingeniero informático por
obra y gracias del sistema socialista cubano que le permitió estudiar
gratuitamente.
El caso de Ávila obliga a recordar
aquello de que “pudo más el interés que el amor que te tenía”, al
cambiar su deseo de visitar el pueblito boliviano de La Higuera, donde
fue asesinado el Che, por los viajes pagados desde Estados Unidos al
Instituto Lesch Walesa, para aprender cómo hacerse un “disidente” con
dinero de la CIA.
González-Rodiles a pesar de su esfuerzo
por mantener una imagen de hombre de ciencias y preocupaciones
intelectuales, ha devenido en un contrarrevolucionario más, con las
misma orientaciones para hacer revertir el proceso de acercamiento entre
el Gobierno de Obama con Cuba, que pretende alcanzar los mismos
objetivos pero con métodos diferentes.
Precisamente ese cambio de táctica es
inadmisible para la mafia anticubana y aquellos sectores más
recalcitrantes de Estados Unidos, que ven el peligro de perder más de
medio siglo de campañas engañosas y amplios presupuestos financieros,
ante una posible apertura comercial entre los dos países que pueda
ocupar una prioridad en los beneficios económicos del sector empresarial
norteamericano, en vez de las acciones de subversión para socavar a la
Revolución.
En cierta medida pueden tener razón, ya
que con el Gobierno cubano es más segura la inversión de los empresarios
yanquis, que en un supuesto gobierno dominado por los terroristas de
Miami, acostumbrados a las trampas y sobornos como los ejecutados por el
senador Bob Menéndez, a cambio de influencia entre sus votantes.
Ninguno de los “disidentes” puede mostrar
señales de tortura, golpizas policiales similares a las ejecutadas por
la policía yanqui y menos aun denunciar asesinatos o desapariciones como
las ocurridas en México, Honduras o Guatemala.
Al final todos los contrarrevolucionarios
terminan iguales, salcochándose en su mismo caldo por falta de quórum,
como tristemente ha terminado el licenciado en física y máster en
matemáticas Antonio Enrique González-Rodiles, reunido con la inculta
Berta Soler y su tropa integrada por personas sin educación pero cargada
de antecedentes delictivos, pues así lo ordenan los que envían la
planta desde Miami.
Su ilusión de conformar una “oposición” de intelectuales y artistas,
terminó en jaula, alpiste y revolcadero con lo peor de la sociedad
cubana.
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