El
libro Dios, Chávez y Fidel de los periodistas Elson Concepción Pérez y
María Elena Ruiz Dávalos, honra a ambos comandantes en sus respectivos
natalicios, el 62 del líder bolivariano y el 90 del Jefe de la
Revolución Cubana
La esperanza tiene mucho que ver con el título del libro Dios, Chávez y Fidel
(Editorial José Martí) de los periodistas Elson Concepción Pérez y
María Elena Ruiz Dávalos, presentado ayer en la Casa del Alba Cutural,
para honrar a un tiempo a ambos comandantes en sus respectivos
natalicios, el 62 del líder bolivariano y el 90 del Jefe de la
Revolución Cubana.
La expresión “Gracias a Dios, a Chávez y a Fidel”, fue el leitmotiv de cada uno de los parlamentos expresados por un grupo considerable de pacientes venezolanos, beneficiados con el Convenio de salud entre Cuba y Venezuela, cuando ya recuperados o en vías de hacerlo, fueron entrevistados por los autores del texto para dar cumplimiento a una petición del Comandante Presidente, quien propusiera recoger en un libro la voz nunca antes escuchada de los “nadies”, verdaderos protagonistas de estas páginas.
El público que acudió a la presentación del texto —encabezado por Zuleica Romay Guerra, presidenta del Instituto Cubano del Libro; Waldo Leyva, director de la Casa del Alba Cultural; Julio Chirino, Cónsul General de Venezuela en Cuba; Nereida López, secretaria general del Sindicato de los trabajadores de la Cultura, y Ernesto Chávez, sobrino del Comandante Hugo Chávez Frías, entre otras importantes personalidades— supo de cómo nació la idea de armarlo, a razón de las palabras de Concepción Pérez, quien explicó cómo Chávez envió a varios compañeros a La Habana a ver quién podía hacer el trabajo y hacerlo rápido.
Al otro día de haber dispuesto quiénes emprenderían el encargo, los autores iniciaron las conversaciones con la primera decena de pacientes que se atendían en el Centro Internacional de Salud La Pradera. Pero no solo fueron interpelados los convalecientes en suelo cubano, sino que desde los cerros de Petare, Delta Amacuro, Guárico, Mérida, Ciudad Bolívar, Anzoátegui y Carabobo, por solo citar algunos parajes, hasta donde llegaron los entrevistadores, pudieron expresar sus valoraciones muchos de los venezolanos a los que un proyecto tan humano, como el que fundaran Chávez y Fidel, les devolvió la alegría de vivir mientras se restablecían de males de salud de antaño, cuya recuperación en otros tiempos fuera un hecho impensable.
Las cifras suelen resultar frías, por eso no aporta mucho decir que más de 50 historias engrosan el título. Sin embargo, basta con abrir al azar cualquiera de sus páginas para disfrutar con total conmoción los testimonios de personas a las que la Revolución Bolivariana les devolvió su dignidad al regresarlos a la vida, nuevamente caminando, valiéndose por sí mismos, recuperados ciento por ciento de un mal curable, pero un hecho totalmente utópico en su condición de gente sin recursos económicos.
No faltan revelaciones de quienes ya sin esperanzas se habían echado a morir, ni de otros que prácticamente resucitaron tras el tratamiento recibido en la Isla. Algunas de estas anécdotas tienen desde sus respectivos subtítulos palabras salidas del alma de un desesperado, tales como las de estos hablantes, algunos de los cuales suplicaban: “Chávez, mándame pa’ Cuba”, o los que declaran que su presidente les quitó la tela que tenían en los ojos.
Unido a estos conmovedores argumentos el libro recoge además un exhaustivo trabajo estadístico, datos que hacen fe de lo que ha sido el proyecto que incluye las misiones Barrio adentro y Milagro, así como otras informaciones sobre la atención en Cuba a pacientes del hermano país. Editado por Jorge Fernández Era, el texto es una prueba irrefutable de toda la inmensidad humana del Convenio Integral de salud entre ambas naciones, y revela, en sus palabras, el drama humano que vivieron estos seres antes de que esta noble realidad llegara a sus vidas. “Muchos de ellos arrastraban por años la culpa de ser los olvidados de siempre, los que no poseen recursos para pagar los servicios de salud que convierten al ser humano en una mercancía más”.
La expresión “Gracias a Dios, a Chávez y a Fidel”, fue el leitmotiv de cada uno de los parlamentos expresados por un grupo considerable de pacientes venezolanos, beneficiados con el Convenio de salud entre Cuba y Venezuela, cuando ya recuperados o en vías de hacerlo, fueron entrevistados por los autores del texto para dar cumplimiento a una petición del Comandante Presidente, quien propusiera recoger en un libro la voz nunca antes escuchada de los “nadies”, verdaderos protagonistas de estas páginas.
El público que acudió a la presentación del texto —encabezado por Zuleica Romay Guerra, presidenta del Instituto Cubano del Libro; Waldo Leyva, director de la Casa del Alba Cultural; Julio Chirino, Cónsul General de Venezuela en Cuba; Nereida López, secretaria general del Sindicato de los trabajadores de la Cultura, y Ernesto Chávez, sobrino del Comandante Hugo Chávez Frías, entre otras importantes personalidades— supo de cómo nació la idea de armarlo, a razón de las palabras de Concepción Pérez, quien explicó cómo Chávez envió a varios compañeros a La Habana a ver quién podía hacer el trabajo y hacerlo rápido.
Al otro día de haber dispuesto quiénes emprenderían el encargo, los autores iniciaron las conversaciones con la primera decena de pacientes que se atendían en el Centro Internacional de Salud La Pradera. Pero no solo fueron interpelados los convalecientes en suelo cubano, sino que desde los cerros de Petare, Delta Amacuro, Guárico, Mérida, Ciudad Bolívar, Anzoátegui y Carabobo, por solo citar algunos parajes, hasta donde llegaron los entrevistadores, pudieron expresar sus valoraciones muchos de los venezolanos a los que un proyecto tan humano, como el que fundaran Chávez y Fidel, les devolvió la alegría de vivir mientras se restablecían de males de salud de antaño, cuya recuperación en otros tiempos fuera un hecho impensable.
Las cifras suelen resultar frías, por eso no aporta mucho decir que más de 50 historias engrosan el título. Sin embargo, basta con abrir al azar cualquiera de sus páginas para disfrutar con total conmoción los testimonios de personas a las que la Revolución Bolivariana les devolvió su dignidad al regresarlos a la vida, nuevamente caminando, valiéndose por sí mismos, recuperados ciento por ciento de un mal curable, pero un hecho totalmente utópico en su condición de gente sin recursos económicos.
No faltan revelaciones de quienes ya sin esperanzas se habían echado a morir, ni de otros que prácticamente resucitaron tras el tratamiento recibido en la Isla. Algunas de estas anécdotas tienen desde sus respectivos subtítulos palabras salidas del alma de un desesperado, tales como las de estos hablantes, algunos de los cuales suplicaban: “Chávez, mándame pa’ Cuba”, o los que declaran que su presidente les quitó la tela que tenían en los ojos.
Unido a estos conmovedores argumentos el libro recoge además un exhaustivo trabajo estadístico, datos que hacen fe de lo que ha sido el proyecto que incluye las misiones Barrio adentro y Milagro, así como otras informaciones sobre la atención en Cuba a pacientes del hermano país. Editado por Jorge Fernández Era, el texto es una prueba irrefutable de toda la inmensidad humana del Convenio Integral de salud entre ambas naciones, y revela, en sus palabras, el drama humano que vivieron estos seres antes de que esta noble realidad llegara a sus vidas. “Muchos de ellos arrastraban por años la culpa de ser los olvidados de siempre, los que no poseen recursos para pagar los servicios de salud que convierten al ser humano en una mercancía más”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario