Alberto
Lescay y un grupo de jóvenes artistas plasmaron en las paredes de un
antiguo embalse de hormigón, aledaño al poblado de El Cobre, imágenes de
alto valor estético alusivas al espíritu combativo del líder de la
Revolución Cubana
SANTIAGO DE CUBA.—El reconocimiento de Fidel Castro
como un auténtico cimarrón de nuestra época adquirió una viva
connotación simbólica durante la ceremonia artística que recordó, en el
contexto de la 36 Fiesta del Fuego, la rebeldía de quienes lucharon en
estas tierras contra la esclavitud.
Hasta un antiguo embalse de hormigón, que suministró alguna vez agua para el procesamiento de minerales en la veta aledaña al poblado de El Cobre, llegaron Alberto Lescay y un grupo de jóvenes artistas para plasmar en sus paredes imágenes de alto valor estético alusivas al espíritu combativo del líder de la Revolución Cubana y su irradiación en el ámbito latinoamericano y caribeño.
Muy cerca de allí se halla emplazado, esculpido por el propio Lescay, el Monumento al Esclavo rebelde, en la cúspide de la loma de El Cardenillo. Abajo, en medio de los cascajos dejados por la explotación del filón cobrero, danzantes y músicos participantes en la Fiesta del Fuego entonaron cantos y celebraron con bailes rituales el ejemplo de insurgencia de quienes se resistieron a la explotación esclavista.
Ante las pinturas murales, el cabildo Fidel Rengifo entonó cantos espirituales dedicados al líder revolucionario y se produjo el estreno absoluto de la obra Canto a Fidel, compuesta e interpretada por la joven Ivette Letusé, a partir del hermoso texto homónimo de la poetisa Carilda Oliver Labra.
No deja de ser sorprendente que esta oda fue escrita en marzo de 1957 cuando la gesta insurreccional se hallaba en sus momentos iniciales. A través de la red clandestina del Movimiento 26 de Julio, Carilda lo hizo llegar al Comandante en plena Sierra Maestra.
Ivette Letusé, poseedora de una sólida formación académica, obtuvo el Premio de Creación Ojalá, auspiciado por la Oficina del trovador Silvio Rodríguez, que reconoció su disco Sinfonía urbana (2012).
Hasta un antiguo embalse de hormigón, que suministró alguna vez agua para el procesamiento de minerales en la veta aledaña al poblado de El Cobre, llegaron Alberto Lescay y un grupo de jóvenes artistas para plasmar en sus paredes imágenes de alto valor estético alusivas al espíritu combativo del líder de la Revolución Cubana y su irradiación en el ámbito latinoamericano y caribeño.
Muy cerca de allí se halla emplazado, esculpido por el propio Lescay, el Monumento al Esclavo rebelde, en la cúspide de la loma de El Cardenillo. Abajo, en medio de los cascajos dejados por la explotación del filón cobrero, danzantes y músicos participantes en la Fiesta del Fuego entonaron cantos y celebraron con bailes rituales el ejemplo de insurgencia de quienes se resistieron a la explotación esclavista.
Ante las pinturas murales, el cabildo Fidel Rengifo entonó cantos espirituales dedicados al líder revolucionario y se produjo el estreno absoluto de la obra Canto a Fidel, compuesta e interpretada por la joven Ivette Letusé, a partir del hermoso texto homónimo de la poetisa Carilda Oliver Labra.
No deja de ser sorprendente que esta oda fue escrita en marzo de 1957 cuando la gesta insurreccional se hallaba en sus momentos iniciales. A través de la red clandestina del Movimiento 26 de Julio, Carilda lo hizo llegar al Comandante en plena Sierra Maestra.
Ivette Letusé, poseedora de una sólida formación académica, obtuvo el Premio de Creación Ojalá, auspiciado por la Oficina del trovador Silvio Rodríguez, que reconoció su disco Sinfonía urbana (2012).
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