Uno de los dones que más satisface a artistas, escritores,
personalidades de la sociedad, y hasta a los políticos tiende a ser la
popularidad. Pero existe en Cuba un reconocimiento popular que no tiene
que ver con una fama momentánea o transitoria propia de los
reality shows
o las películas taquilleras como generalmente sucede, sino que se
sustenta en la obra de toda una vida o desempeño: el Premio del Barrio.
Por estos días los integrantes de los Comités de Defensa de la
Revolución comienzan a buscar entre las familias, instituciones y
proyectos comunitarios los candidatos a ese galardón; y el proceso
resulta tan transparente, que la mayoría de los ganadores coinciden en
afirmar que constituye uno de los reconocimientos más queridos, pues no
es resultado de la valoración de expertos, especialistas, ni se mira
desde la altura de una élite determinada, sino que es la certificación
de que su quehacer ha impactado en toda una nación.
Ninguna dimensión de la sociedad cubana escapa de este título que
ofrece la gente desde 1997, pero es el sector de la cultura el que más
premiados lleva en su seno.
La rehabilitación del patrimonio de la capital cubana y su influencia
en la rehabilitación de las primeras villas fundadas por los españoles,
hace que el Historiador de La Habana Eusebio Leal se encuentre también
entre los distinguidos.
La vedette Rosita Fornés y el actor Mario Limonta han recibido el
símbolo del cariño del pueblo, en tanto han aparecido en las pantallas
de todos los tamaños y en los teatros para sacudirnos la vida con la
risa y el llanto en sus actuaciones.
La entrada a la casa por la ventana ancha de la radio condujo a los
locutores Manolo Ortega, Eduardo Rosillo y César Manuel Arredondo, a
mantener esa condición popular.
Debe ser por cantarle a los cubanos, a la Revolución de los cubanos,
antes y después de pertenecer al Grupo de Experimentación Sonora del
ICAIC, de donde emergería la canción En cada cuadra un Comité, que
Silvio Rodríguez cuenta en su catálogo de reconocimientos con el de los
CDR.
Por pintarnos un cubano con sombrero y machete en el logo cederista el pintor Adigio Benítez se encuentra entre los premiados.
Randy Alonso, director de la Mesa Redonda, espacio de la Televisión Cubana que mereció el Premio del barrio. Foto: Internet
El mundo literario no por elitista es incapaz de llegar a las masas y
Premio del Barrio son también los escritores Addys Cupull y Froilán
González, por hablarnos en sus textos de Fidel, de Mariana Grajales, de
Julio Antonio Mella, del Che Guevara, y hacerlo desde la transparencia
de unos seres modestos.
Porque nos ha traído el verbo decimal del campesino, y el baile y la
manera de vestir lo han reproducido en pantalla, el programa Palmas y
Cañas, también fue de los merecedores de la condecoración.
En todas las épocas la prensa ha sido el resorte del pensamiento y
sentir de la población, no es de extrañar que periodistas como Gladys
Rubio de la Televisión Nacional y Luis Varcasia, de Camagüey cuenten con
el premio otorgado por los Comités; y que exitosos programas como
Haciendo Radio, de
Rebelde; la Mesa Redonda; y Zafra Musical,
de Camagüey y En el Barrio, de Granma, que constituyen todo un
acontecimiento en las comunidades que visitan, ganen el regalo de lo
popular.
Como el humor es inherente a lo cubano, la publicación Palante y el programa Vivir del cuento también obtuvieron esta condición.
Pedro Pablo
Pérez, anterior director del Museo 28 de Septiembre, al recibir el
premio de la gente de manos del Vicecoordinador Orestes LLanes. Foto:
Internet
Porque el patrimonio cubano no solo se preserva en su gente sino
también en sus instituciones, por adentrarnos en el mundo de nuestra
historia y las huellas que han dejado sus personajes, el Premio del
Barrio ha sido conferido igualmente a instituciones como la Casa Natal
de Camilo Cienfuegos de La Habana; el Complejo escultórico Comandante
Che Guevara, de Villa Clara; el Mausoleo de los Mártires en artemisa, el
Museo de la Batalla de Ideas.
Entre los premiados también se encuentra el Museo de la Revolución, desde cuyo balcón, en 1960, Fidel anunciaba “V
amos
a establecer un sistema de vigilancia revolucionaria colectiva…Están
jugando con el pueblo y no saben todavía quién es el pueblo; están
jugando con el pueblo y no saben la tremenda fuerza revolucionaria que
hay en el pueblo”.
Porque el deporte es otra de las pasiones del cubano, el Premio del
barrio ha sido conferido a joyas como el equipo femenino de judo, el
equipo de béisbol de Santiago de Cuba y el de Pinar del Río, el
entrenador de boxeo Alcides Sagarra, la velocista Yunidis Castillo, y
hasta la peña deportiva 28 de Septiembre.
Los programas comunitarios han rehabilitado el alma sola de los
ancianos, han alimentado la energía creativa de los niños, ha dado qué
hacer a los líderes espontáneos, ha recobrado la participación de los
vecinos en las actividades para con la comunidad, ha encauzado el camino
de la gente, de ahí que proyectos culturales como el Maravillas de la
infancia, de Matanzas; El patio de pelegrín, en Viñales; La edad de oro,
de Cienfuegos; y Cruzada teatral Guantánamo- Baracoa, el Barrio Harlem
tomaron el Premio de los CDR en sus manos.
Y porque la ciencia y la salud han estado a disposición del pueblo,
el investigador Jorge Berlanga y el doctor José Manuel Ballester
Santovenia también fueron protagonistas de la premiación popular.
El premio del Barrio es una condición modesta, sí, pero es sabido ya
que es más fácil ser reconocido por un talento individual que por su
impacto en toda una sociedad, aunque parta desde una pequeña comunidad.
De eso trata el Premio del Barrio, de no olvidar a los héroes anónimos,
de saldar deudas de la gente con aquellos que construyen, desde la
sencillez de sus rutinas y responsabilidades, la Cuba que conoce el
mundo.