Hay hechos en la historia cubana que son poco conocidos por las nuevas generaciones y uno de ellos ocurrió el 11 de marzo de 1949, cuando un grupo de marines yanquis profanaron la estatua del Apóstol de nuestra independencia José Martí, que se erige en el parque central de la capital cubana.
A diferentes puertos cubanos llegaban los fines de semana algunos buques de guerra de la flota norteamericana en la región del Caribe, con el objetivo de proporcionarles a sus marines algunas horas de esparcimiento y recreación en la isla.
Sin embargo, esas horas se convertían en angustiosas para las poblaciones visitadas por los estadounidenses, quienes se lanzaban a las calles como jaurías humanas sedientas de vicios y placeres e invadían bares, cantinas y prostíbulos en un jolgorio inacabable.
En esa ocasión, 11 de marzo de 1946, varios de ellos en estado de embriaguez se presentaron en el parque central habanero y se encaramaron en la estatua del prócer José Martí, en tanto que uno de ellos llegó hasta los hombros de la efigie y los usó como urinario público.
Aquella profanación a la estatua de Martí, provocó de inmediato una reacción indignante de centenares de habaneros que acudieron hasta el parque central capitalino para repeler la afrenta, por lo que la policía tuvo que intervenir en favor de los marines yanquis, que fueron sacados del lugar protegidos.
Con la publicación al siguiente día de la noticia y la foto del hecho en la prensa nacional, todo el país reaccionó indignado por la agresión y por la pasividad de las autoridades que posteriormente entregaron a los marines al mando de su buque.