Orlando Eleno Piedra Negueruela. Fue un militar cubano de la época
republicana, jefe del tristemente conocido Buró de Investigaciones,
responsable de incontables crímenes cometidos durante la dictadura
batistiana, este asesino era conocido como el Hombre de oro de Batista.
Nace el 18 de diciembre de 1917 en San Antonio de los Baños, La Habana, ubicado en la región occidental de Cuba.
En los primeros años de la juventud labora en la empresa de los
tranvías, sigue los pasos del padre y en 1941 ingresa en la Policía
Nacional, institución en la que rápidamente va ganando ascensos.
Al dejar Batista la presidencia en 1944, sale de Cuba hacía Estados
Unidos, donde más tarde contacta con el dictador y se le ofrece para lo
que necesite, luego regresa a La Habana.
Es a partir de ese momento la sombra del general, quien lo reinstala
nuevamente en la policía, siendo en lo adelante Inspector del Buró de
Investigaciones, supervisor de la policía secreta, llegando a ser hasta
jefe del Servicio Secreto del Palacio Presidencial.
En la huida del tirano es el principal ejecutor de la fuga de este y
los allegados, al que acompaña durante los primeros momentos de la
estancia en República Dominicana más tarde viaja a los Estados Unidos.
Se radica en Miami donde se une a otro connotado asesino, Rolando
Masferrer Rojas con el objetivo de recaudar fondos para la subversión en
Cuba, tiene participación en la llamada Operación 40.
Trayectoria militar
En la etapa de la juventud labora en una empresa de tranvías, lugar
donde gana el mote de La pomposa por el gusto por los perfumes, los
talcos y lo cuidadoso del atuendo.
En 1941 durante el primer gobierno de Fulgencio Batista, siguiendo
los pasos del padre, ingresa el 4 de febrero en la Policía Nacional con
la chapa número 1722
En esa época se relaciona con el coronel Antonio Brito, último jefe
de ese instituto armado durante ese gobierno y en los primeros días del
gobierno del presidente Ramón Grau San Martín.
El 14 de julio de 1944 es ascendido a cabo y promovido a sargento el
10 de octubre del propio año, el mismo día en que Batista abandonaba el
poder.
Al producirse el cambio de poderes, los nuevos jefes policiales no lo
aceptan y es pasado a retiro, por conveniencias del servicio, el 21 de
noviembre de 1944.
Al año siguiente sale de Cuba vía México con destino a Estados
Unidos, al no tener garantías para la vida, ya que los grupos de
revolucionarios existentes ajustaban cuentas a figuras comprometidas con
Machado y Batista, citándose entre estos el propio coronel Brito, el
capitán Antonio Hernández, ex jefe del SIM, el comandante Pedro Tandrón,
ex inspector general de la policía y el ex capitán Rafael Díaz Juglar,
uno de los responsables de la muerte de Antonio Guiteras.
En los Estados Unidos se encuentra con Batista, quien había sido
electo senador estando ausente y preparaba el regreso a la isla, en ese
encuentro le dice;
“General, si me necesita, ya yo tengo las maletas hechas.”.
Días más tarde Batista lo contacta a través del general Tabernilla y
le ordena que lo esperara en La Habana, a partir de ese momento Piedra
es la sombra del tirano.
El 10 de marzo de 1952 entra con él en el campamento de Columbia
dándole escolta, tras ese fatídico momento para el pueblo cubano, es
recompensado y de un plumazo lo reinstala en la policía con grados de
capitán.
En lo adelante siguen los ascensos, a comandante, a teniente coronel
en tres decretos sucesivos que firma uno detrás del otro, el 9 de mayo
lo designa inspector del Buró de Investigaciones y supervisor de la
policía secreta y la policía judicial.
El 1 de julio, ya es coronel y en abril de 1954 es designado jefe del
Buró de Investigaciones en sustitución del teniente coronel Armando
Suárez Suquet, llegando a ser jefe del Servicio Secreto del Palacio
Presidencial.
Es condecorado en distintos momentos, pero el 27 de abril de 1956,
Batista le otorga la más alta distinción que confería entonces el Estado
cubano, la Orden Nacional de Mérito Carlos Manuel de Céspedes en grado
de Comendador.
Piedra es considerado el hombre de oro de Batista, el que el general
prefiere entre todos los jerarcas policiales, el hombre a quien confía
la seguridad personal, lo acompaña en los actos públicos y en los
desplazamientos por la isla; en los viajes al exterior y cuando el
presidente se traslada a Varadero, donde tiene una casa de descanso.
Mantiene estrechos vínculos el FBI, y la CIA, monitorea los
movimientos de Fidel Castro en México, para los cuales se vale de John
Mac Maples Spiritto, agente de la CIA destacado en tierras mexicanas.
Todos estos contactos son utilizados para espiar las actividades de
los grupos revolucionarios que operan dentro y fuera de Cuba, así
informa oportunamente al coronel Pilar García del Asalto al Cuartel
Goicuría, en la ciudad de Matanzas, lo que permitió al jefe militar
masacrar a los atacantes.
Logra penetrar la Organización Auténtica del ex presidente Carlos
Prío Socarrás y consigue a tiempo la información que anuncia el arribo
inminente a Cuba de la expedición del Corynthia conformada por un grupo
de militantes auténticos que desembarcan en la zona de Holguín, donde el
coronel Fermín Cowley Gallegos los aniquila.
Asesinato de Oscar Lucero Moya
Oscar Lucero Moya
Fue el responsable del asesinato de Oscar Lucero Moya, combatiente
del Movimiento 26 de Julio, quien participó en Holguín en la preparación
del atentado en que fue ajusticiado el coronel Fermín Cowley Gallegos,
jefe de la plaza militar de esa ciudad, y luego, en La Habana, planificó
y ejecutó el secuestro del as del volante argentino Juan Manuel Fangio,
invitado a participar en la carrera automovilística de los Fórmulas Uno
conocida como Gran Premio de Cuba.
Lucero era amigo de Frank País y alternaba con él – en la antigua
capital de Oriente – la presidencia del Movimiento Juvenil de la Iglesia
Bautista. Militó en la Juventud Ortodoxa y fue fundador, luego del
golpe de Estado de 1952, de la Acción Libertadora, cuyos mejores
elementos pasaron a formar parte, con Frank, de la Acción Revolucionaria
Oriental.
Cuando Frank ingresa en el Movimiento 26 de Julio y se le designa
jefe nacional de Acción de esa organización, Lucero está a su lado.
Después del plan frustrado de atacar el cuartel del poblado de Miranda,
se traslada a Holguín donde acomete el trabajo en la organización del
Movimiento.
Cuando las fuerzas represivas, tras el atentado a Cowley, le tocaban
casi los pasos, se dispuso el traslado a la Sierra Maestra, pero Lucero
prefirió meterse en la garganta del diablo que era para los
revolucionarios La Habana de aquellos días, llegando convertirse en jefe
de Acción del Movimiento 26 de Julio en la capital.
El 1 de mayo de 1958 lo detuvieron, en compañía de Emma Montenegro,
en un apartamento del Vedado. Emma recordaría que mientras los conducían
al Buró de Investigaciones, Lucero le daba palmaditas para animarla,
tan cálido y tan dulce con sus hermosos ojos llenos de esa tristeza de
quien conoce su destino y lo acepta con orgullo.
Ya en el Buró los captores entregaron a Lucero a Orlando Piedra, y
este junto con el teniente coronel Irenaldo García Báez, ya segundo jefe
del Servicio de Inteligencia Militar, y el coronel Leopoldo Pérez
Coujil, que había pasado por el BRAC y por el SIM antes de sustituir a
Cowley en la jefatura de Holguín, lo torturó con saña durante 20 días.
El hombre que tenía en las manos todos los hilos del clandestinaje
habanero no dijo una sola palabra pese a lo bárbaro de los tormentos,
llamado por eso El Mártir del Silencio, se afirma que tuvo fuerzas para
escribir en la pared de la celda del Buró de Investigaciones: “Aún vivo,
mayo 18”. Nunca se encontró su cadáver.
La muerte de Pelayo Cuervo
A raíz del ataque al palacio Presidencial el 13 de marzo de 1957,
soplaba en La Habana un huracán de sangre, en un salón de la mansión del
ejecutivo, con las paredes acribilladas por las balas y muebles todavía
en desorden, el general Fulgencio Batista, lleno de pánico y odio por
la audacia de la acción del Directorio Revolucionario al intentar
ajusticiarlo en la propia madriguera, daba luz verde a las bandas de
asesinos y les ratificaba la licencia para matar.
Se imponía un escarmiento a los opositores y el nombre de Pelayo
Cuervo Navarro se mencionó entonces con insistencia entre burdas
exclamaciones. En la propia noche del 13 de marzo con las calles
desiertas y los vehículos de la Radiomotorizada, del Servicio de
Inteligencia Militar y del Buró de Investigaciones recorriéndolas a la
caza de sospechosos.
Se allanaban casas conocidas y se reactivaban viejas pistas, los
refugios más seguros estaban perfectamente identificados, no resulta
difícil ubicar el paradero del doctor Pelayo Cuervo quien, al saber de
los hechos del Palacio Presidencial, había buscado amparo junto a una
familia amiga.
El coronel Piedra decide no perder tiempo y dio las órdenes, a las 10
de la noche parte un Cadillac negro guiado por Alfredo García y llevaba
como tripulantes al sargento Rafael Gutiérrez y a otros alistados, a la
escolta le seguía el auto chapa 31986 del Negociado de Drogas de la
misma dependencia, con un sargento y varios agentes. Tenían un objetivo:
¡Pelayo Cuervo!, y las indicaciones eran las de eliminarlo.
No demoraron en llegar a la casa donde se escondía el presidente del
Partido del Pueblo Cubano (Ortodoxo). Los dos sargentos, ametralladora
en mano, tocaron rudamente a la puerta mientras que sus hombres se
diseminaban por los alrededores en previsión de un intento de fuga.
Alguien atendió el llamado.
“.¿Dónde está Pelayo Cuervo? “.
Antes de que el interpelado respondiera salió de una habitación
interior el ex Senador que tranquilo y sereno encaró a los que lo
buscaban.
“Yo soy Pelayo Cuervo. Está detenido. Venga con nosotros. “.
Lo instalaron en la parte trasera del Cadillac negro y a su derecha
tomó asiento el sargento Gutiérrez, pero no lo condujeron al Buró de
Investigaciones ni a dependencia policial alguna, sino que ambos
vehículos enfilaron en dirección a zonas apartadas y oscuras que eran
las de los barrios más exclusivos de La Habana.
“Dígame, doctor, ¿dónde esconden las armas? —inquirió Gutiérrez.
No sé de qué me habla.
Vamos, doctor, ahórrese este mal rato… —la voz del sargento sonó entre burlona y condescendiente.
No tengo nada que decir.
Hable o lo matamos.
Ustedes podrán matarme, pero no obligarme a decir lo que desconozco”.
Expresó Cuervo y ahí mismo el puño de Gutiérrez se estrelló en su
rostro con un golpe seco. Comenzaba la sesión de maltratos físicos y
vejámenes, de golpes e insultos contra un abogado de 56 años de edad,
sin más armas que la inteligencia y que se había convertido en un fiscal
implacable de todos los desafueros y tropelías de la dictadura y las
bandas uniformadas.
El automóvil negro y el escolta avanzaban ya por las calles del
Country Club para detenerse en las inmediaciones del lago que se
localiza en esa zona; un paraje alegre y bucólico durante el día y
aterrador en la noche.
Alrededor del vehículo se agruparon los tripulantes del otro
automóvil. Pelayo Cuervo estaba encorvado en el asiento y tenía la
cabeza hundida en el pecho, se le habían caído los espejuelos.
“Habla, ¿sí o no? “.
Preguntó Gutiérrez.
“Nada puedo decirle. “.
Sonó un disparo, el sargento le había dado el tiro a quemarropa, con
la ayuda de los hombres que estaban fuera lo sacó del automóvil y lo
arrojó sobre la hierba húmeda, luego otros seis balazos se cebaron en el
cuerpo de la figura más distinguida de la oposición política
tradicional cubana.
De inmediato los dos vehículos pusieron rumbo hacia el río Almendares
y 15 minutos después arribaban al Buró de Investigaciones para reportar
el servicio, los teléfonos sonaron en el estado mayor del ejército y en
la jefatura de la Policía Nacional, en el Buró Represión de Actividades
Comunistas y en el Servicio de Inteligencia Militar. También en el
Palacio Presidencial. Una sonrisa de chacal satisfecho asomó entonces a
los labios del general Fulgencio Batista.
Tony Varona
Años después en una entrevista realizada a Piedra, este ofrece una
clave para conocer cómo en tiempos de Batista se ejecutaba a figuras de
la oposición y de cómo a veces se frustraban esos asesinatos.
Habla de Tony Varona,
“El doctor Varona fue varias veces detenido y llevado al Buró, porque
era díscolo. Una madrugada cuando estaba allí, el presidente Batista me
llamó y me preguntó: Piedra, ¿tú tienes al doctor Varona detenido? Y le
respondí: Efectivamente, señor Presidente, aquí está el doctor Varona.
Esos eran los momentos en que comenzábamos a capturar a los complotados
en los sucesos del levantamiento de Cienfuegos… A las cinco de la mañana
Batista me dijo: Piedra quiero descansar y sé que tú no eres ningún
loco. Le respondí: No, señor, no soy ningún loco”.
Operación fuga
Al producirse la estampida del tirano y los principales esbirros el 1 de
enero de 1959, Piedra es el principal ejecutor de la fuga haciéndose
acompañar a la llegada al aeropuerto militar de Columbia entre otros por
Medina, Sarmiento, Calzadilla, Rodríguez, Margoza, Macagüero, Antolín
Falcón y Mariano Faget, ante los que los;
“Señores, ¡esto se acabó! “.
A la hora de abordar las aeronaves, Piedra, lo hace en la primera
junto a Batista y la esposa, la Operación Fuga terminaba para él
mientras que en las inmediaciones de la pista decenas de hombres se
enfrentaban al incierto destino.
En República Dominicana
A la llegada a República Dominicana, se instala junto a Batista en el
Palacete Nacional, residencia oficial de los huéspedes del gobierno, lo
acompaña luego en el hotel Jaragua, aunque se mantiene al margen,
callado y meditabundo.
No participa en la conspiración trujillista para derrocar a la
Revolución cubana y marcha rápidamente a Estados Unidos, país al que
entra bajo palabra mediante la gestión que hacen dos funcionarios de la
embajada estadounidense en La Habana y un oficial de la Marina de Guerra
de esa nación.
En los Estados Unidos
La primera tarea en tierras estadounidense sigue siendo fiel a la de
años anteriores, servil al amo. Allí debe recoger en Nueva York tres
millones de dólares que le entregaría Marta Fernández, la esposa de
Batista y debe ponerlos en manos de un funcionario dominicano, en Miami.
Piedra entregó un millón de dólares y depositó el resto en la caja de
seguridad de un banco, el gángster cubano Policarpio Soler, entonces a
sueldo de Trujillo, se apoderó de la suma entregada y esto le costó la
vida a manos de sicarios trujillistas, que lo fusilaron en la cárcel de
Las 40.
Se radica en Miami, donde el FBI lo identifica como uno de los
principales organizadores de la propaganda política a favor de Batista y
como alguien cercano al ex presidente.
Más tarde trabaja para el ex senador Rolando Masferrer, auspiciador
en Cuba de las bandas paramilitares conocidas como los tigres y que
intenta reconstruir allá estas bandas de matones, desligándose de este
al Masferrer hablar mal del dictador y a tacharlo de cobarde.
Operación 40
Luego contacta con la CIA, mediante esta organización se suma a la
Operación 40, que surge al calor de la Operación Pluto, en 1961, y que
debía ser parte fundamental de la invasión mercenaria de Playa Girón,
sería el cuerpo represivo de la Brigada de asalto 2506.
De haber triunfado la invasión mercenaria, los hombres de la
Operación 40 se apoderarían de los archivos de la seguridad y la policía
cubanas, ocuparían los edificios de los principales organismos de la
administración central del Estado, en especial los institutos armados,
los centros claves de la economía y detendrían a los dirigentes más
destacados como paso previo a la depuración masiva de la población.
Para ello se valdrían de planillas de color rojo, verde o blanco que
se rellenarían con los nombres de militantes revolucionarios,
sindicalistas, líderes obreros, campesinos y religiosos, intelectuales y
otros, quienes serían eliminados de inmediato si le adjudicaban una
planilla roja; internados en prisiones, si el color era verde o dejados
pendientes de nuevos interrogatorios si su planilla era blanca.
Los miembros de la Operación 40 en la mayoría procedían de los
cuerpos represivos de la dictadura o colaboraron en Cuba con el FBI o la
CIA, Manuel Artime Buesa y Orlando Piedra Negueruela fueron designados
por el gobierno estadounidense para diseñar las tareas de la operación.
Los hombres que formaban parte de ese plan macabro no llegaron a
pisar tierra cubana: al ver cómo era abatida la brigada invasora en las
arenas de Playa Girón modificaron el propósito de desembarcar por una
retirada precipitada a La Florida
A partir de ahí la Operación 40 sufrió cambios y varió incluso de
nombre, pero, afirman los analistas, que las funciones y principios
básicos perduran hasta hoy, asesinos, terroristas y especialistas en
subversión y también la mafia se fusionan a partir de 1962 y crean una
nueva Operación 40, brazo invisible de la CIA y desprendida de ella solo
en apariencia y que desde entonces dirige el terrorismo.
Contándose entre otros actos el asesinato de John F. Kennedy y los
planes de atentado contra Fidel Castro, siendo interrogado Piedras por
el FBI en aquel momento con relación al magnicidio de Dallas y en
papeles que se le ocuparon a Lee Harvey Oswald aparecieron el nombre y
la dirección del ex coronel cubano.
Solicitud de extradición
El 22 de enero de 1959, mediante el telefonema oficial No. 327, la
Dirección de la Policía Nacional Revolucionaria da de baja al coronel
Orlando Eleno Piedra Negueruela a partir del 31 de diciembre del año
anterior, por abandono de cargo y destino.
Meses después, en junio, se le forma causa por el delito de deserción
y más tarde por los de robo y maltrato a detenidos, ese mismo año
asentanda la solicitud en el asesinato de Pelayo Cuervo Navarro, el
gobierno cubano pide a Washington la extradición, sin éxito.
Fuente
Artículo Orlando Piedra: El hombre de oro de Batista. Disponible en “www.lajiribilla.cu”. Consultado: 25 de julio de 2011.
Guayacán es el nombre común con el que se conoce a varias especies de árboles nativos de América, pertenecientes a los géneros Tabebuia, Caesalpinia, Guaiacum y Porlieria. Todas las especies de guayacán se caracterizan por poseer una madera muy dura. Es justamente por esa característica que reciben el nombre de guayacán, aun cuando no guarden relación de parentesco entre sí.
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El que gana la guerra,escribe la historia.
ResponderEliminarademas de eso Orlando Piedra estuvo un tiempo ingresado con una supuesta dolencia de meningitis en el hospital de la policía donde casualmente estaba también esteben ventura novo
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