Karla María Pérez en Costa Rica.
Por Justo Cruz, La pupila insomne. Me
acaban de dar la noticia que Karla Pérez González, la joven cubana que
fue separada de la Universidad de Villa Clara “Marta Abreu”, llegó a
Costa Rica para continuar con sus estudios de periodismo. Según la
propia joven la oportunidad le llegó mediante una iniciativa de un
periodista costarricense del periódico “El Mundo”.
La noticia me la dio un amigo tico
que utilizando el lenguaje típico de su país exclamaba “me quedé
batiado”, en cubano sería algo así como “me quedé bota’o”, y para
explicarme el sentido de su frase me hizo llegar algunos datos sobre la
juventud, la educación y la salud en Costa Rica que quisiera compartir
con ustedes.
Los datos datan del 2015, pero mi amigo tico me asegura que la situación lejos de mejorar, ha empeorado.
Según datos estadísticos
difundidos por el gobierno del país centroamericano las personas jóvenes
cuya edad está comprendida entre 12 y 35 años representan el 42 % de la
población total, de ellos el 56 % no estudian o no pueden estudiar. El
44,6% de los desempleados son jóvenes entre 12 y 25 años, lo que
representa el doble de la tasa nacional. El 24% tiene la primaria y el
34% tiene la secundaria incompleta, apenas el 11% tiene formación
universitaria. De una población total de aproximadamente cinco millones
de habitantes alrededor de 1 750 000 ciudadanos tiene acceso limitado a
servicios de salud.
En materia de educación y salud Costa Rica no se puede comparar con Cuba, me comentó el amigo tico.
Según explicaba la directora del periódico, cito: “No
tenemos ningún vínculo con ninguna organización política, ni con ningún
Gobierno o partido. Simplemente somos un medio de comunicación muy
comprometido con la libertad de expresión y por eso le extendemos la
mano a esa muchacha”.
Al parecer a este periódico le
importa más la “libertad de expresión” que ellos predican, que el
derecho al estudio, sino con toda seguridad ya le hubiesen “tendido la
mano” a alguno que a otro estudiante de su propio país.
Esa es la razón por la cual el
amigo tico no se podía explicar como era posible que para la gran
mayoría de los jóvenes costarricense no exista la posibilidad de
estudiar en la universidad y para una joven extranjera que casi nadie
conocía hasta el momento de hacerse “famosa” sí.
La razón es muy simple, la joven
es cubana y ya se sabe como reaccionan los medios mainstreams cuando de
la pequeña isla del Caribe se trata. Si la joven fuera mexicana o
costarricense nadie se hubiese enterado, de esto si podemos estar más
que seguro, pero la joven es cubana y eso no se puede perdonar. Para eso
están los cipayos latinoamericanos, listo para hacerle el juego a los
mismos adefesios de siempre, esos que se han hecho el propósito de
destruir la Revolución Bolivariana de Venezuela. La estrategia es
siempre la misma.
Se hace más evidente si tenemos en
cuenta que en Cuba en comparación con su país, todos los jóvenes sí
tienen el derecho a estudiar en todas las escuelas y a todos los
niveles, incluso aquellos que son conocidos por todos por no simpatizar
con la Revolución Cubana. También estudiantes ticos han tenido y tienen
la oportunidad de estudiar de gratis en Cuba, pero de eso no habla ni
hablará el mundo, ni el “El Mundo” y valga la redundancia.
El periodista de “El Mundo” debe
saber que cada cubano que haya estudiado en una universidad cubana ha
vivido la experiencia de compartir un aula con un estudiante conocido
por todos como “no revolucionario” o de una familia que no simpatizara
con la Revolución o de contrarrevolucionarios. Incluso hijos de padres
que cumplieron o cumplen años de prisión por haber cometido actos de
terrorismo contra su propio pueblo, también han podido estudiar en
nuestras universidades.
Para citar un ejemplo, en el
verano del 2014 algunos medios revelaron que el hijo del matrimonio
compuesto por Reinaldo Escobar y Yoani Sánchez, altamente conocidos como
mercenarios a sueldo al servicio de una potencia extranjera, comenzaba
sus estudio en una universidad cubana. A él no se le preguntó sobre su
afiliación política, o si militaba o no en la FEU o la UJC, él, con toda
seguridad fue tratado como un estudiante normal con todos sus deberes y
derechos. El joven comenzó sus estudios en la universidad a pesar de
que sus padres no escatiman esfuerzo para divulgar mentiras acerca del
sistema de educación en Cuba, recorriendo medio mundo en viajes
financiados por la Fundación Cubana Americana, la USAID y otras
organizaciones a fines para desacreditar los logros de la Revolución. El
hijo, como muchos otros, pudo o puede estudiar en Cuba a pesar de que
sabemos que la manzana generalmente no suele caer lejos del árbol que la
engendra, como sucedió en el caso que nos ocupa.
Cabe citar al cubano Javier Gómez cuando refiriéndose al caso de la estudiante que nos ocupa, preguntaba retóricamente:“¿Puede
un contrarrevolucionario estudiar en una universidad cubana? Sí, por
supuesto. Pero ¿puede un contrarrevolucionario, hombre o mujer, alumno o
profesor, hacer trabajo político conocidamente contrarrevolucionario en
la universidad? NO. La respuesta es muy sencilla: Estudiar sí, trabajo
político contrarrevolucionario no”, por supuesto.
En Cuba a diferencia de Costa Rica
todos los jóvenes tienen el derecho a su sistema de educación y de
salud. Sí habría que explicarle al periodista tico que lo que en Cuba no
se va a permitir es que las universidades cubanas se conviertan en
plataforma para hacer contrarrevolución, mucho menos por aquellos que
por dinero actúan al servicio de una potencia extranjera en detrimento
de ese mismo sistema de educación del cual se aprovechan para superarse
desde el punto de vista profesional e intelectual.
Creo que sería mucho pedirle a la
mayoría del pueblo cubano, que además de tener que soportar terror,
bloqueos inhumanos y políticas descabelladas, que también permitan que
sus universidades se utilicen para atacar a la Revolución.
Afirmo y reafirmo esto porque
aunque los autoproclamados paladines del periodismo en Cuba y aquellos
que los secundan no escatimen esfuerzos para de forma solapada y mal
intencionada aminorar los logros de la Revolución cubana, podemos
afirmar sin temor a equivocarnos que la educación en Cuba es orgullo del
pueblo cubano y es tan gratuita, que aquellos contrarrevolucionarios
que se han enriquecido a costa del “arte” de desacreditarla, se pueden
dar el lujo de estudiar en ella como también sus familiares sin que
estén obligados a pagar por sus estudios. Es tan gratuita que como parte
de los programas educativos cubanos jóvenes de Costa Rica tienen esa
oportunidad.
Pero de eso con toda seguridad no hablará “El Mundo”.
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