domingo, 25 de octubre de 2015
La Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos (CIA, por sus siglas en inglés), instaló y
financió por lo menos tres bases de entrenamiento militar para cubanos
anticastristas y mercenarios durante el último trimestre de 1961, en una zona
ubicada entre Puerto Juárez y Valladolid.
El objetivo de esas
bases, levantadas en campos chicleros del norte de la Península, era organizar
una segunda invasión a Cuba, luego del fracaso de Bahía de Cochinos en abril de
ese año. Los centros de adiestramiento, que contaban con pistas de aterrizaje,
casas y bodegas para armas y equipo, albergaron, por lo menos en septiembre de
1961, entre 300 y 500 milicianos, según informes de la Dirección Federal de
Seguridad (DFS) del gobierno mexicano, desclasificados recientemente y en poder
de Elías Razur Antonio, especialista en temas de seguridad nacional.
Esta segunda invasión
no ocurrió, por distintos motivos, añade el investigador, en entrevista con
Central 9, la Unidad de Investigación Periodística de Grupo Megamedia, pero en
su lugar el gobierno de Kennedy cambió la acción directa por el terrorismo y el
sabotaje, a través de grupos radicales como Alpha 66.
Este grupo, por
cierto, dice, efectuó varias operaciones en Yucatán — “aunque este es otro
tema”—, y si bien la CIA desmanteló los campos de entrenamiento en la
Península, la zona siguió funcionando varios años como área de operaciones y
abastecimiento de distintos grupos anticastristas.
Según el informe
confidencial redactado en septiembre de 1961 por la DFS, con número de
expendiente 12-0-61/H24 L19, los tres campos estaban bajo la dirección de
militares estadounidenses —“yankees”, dice el informe— aunque este documento no
los relaciona explícitamente con la CIA.
En Rancho Viejo, una
comunidad de chicleros, ubicada a 10 kilómetros de Puerto Juárez, había entre
100 y 131 hombres en adiestramiento, de distintas nacionalidades, asienta el
informe 12-0-61/H24 L19, de la DFS.
Este organismo,
encargado de la seguridad interna del Gobierno Federal, estaba dirigido
entonces por Fernando Gutiérrez Barrios, quien luego fue secretario de
Gobernación en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari.
Según ese reporte, en
Rancho Viejo había “una pequeña pista de aterrizaje, de unos 800 metros de
longitud”.
En el campamento
“Santa María”, a 8 kilómetros de Puerto Juárez, se adiestraban “de 132 a 200
milicianos”, también de diferentes países y allí había una pista de aterrizaje
de 1,200 metros de largo por 100 de ancho.
El tercer campamento,
bautizado como “Leona Vicario”, se localizaba a 14 kilómetros de Puerto Juárez
y a 30 de la comunidad del mismo nombre, que hoy pertenece al municipio de
Benito Juárez, Quintana Roo.
Allí, de acuerdo con
el informe de la DFS, había “de 80 a 160 combatientes que llevan armas largas y
pistolas”.
El informe del
Departamento de Estado indica, por su parte, que entre los milicianos
entrenados en esos campos se encontraban cubanos anticastristas, salvadoreños,
hondureños y nicaragüenses.
—Todos recibían 10
dólares diarios de sueldo, más alojamiento, botas, uniformes, hamacas de campo,
equipo médico y armas, principalmente rifles M-1, M-3, ametralladoras, pistolas
y abundante munición.
Estos datos sobre el
armamento aparecen también en el informe de la DFS, indica Razur Antonio, pero
éste relata además que las armas llegaban por avión al campo Santa María, que
tenía la pista más grande, por la noche, en aeronaves sin matrícula y pintadas
de negro. Los vuelos procedían de Guatemala, dice el investigador, donde había
un campo de entrenamiento anticastrista con más de seis mil personas, cerca de
Retalhuleu en la costa del Pacífico.— HERNÁN CASARES CÁMARA
Bases Entrenamiento
La CIA instaló en la
Península bases de entrenamiento para cubanos anticastristas, en 1961.
Informe
Según informes
desclasificados de la Dirección Federal de Seguridad, estas bases se
encontraban en campos chicleros ubicados en el norte de Quintana Roo, aunque la
actividad de la CIA se extendió a Cabo Catoche y Valladolid.
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