Los 12 revólveres que Camilo entregó a Los Malagones

Un hecho ocurrido 24 horas antes de la desaparición física del Señor de la Vanguardia
RONAL SUÁREZ RAMOS
PINAR DEL RIO.—Entre las vivencias y emociones que atesoran los primeros milicianos de Cuba, Los Malagones, ocupa un lugar privilegiado el haber conocido personalmente al Comandante Camilo Cienfuegos, con quien departieron en varias oportunidades hasta aproximadamente 24 horas antes de su desaparición física.
"Lo conocimos el 19 de octubre, un día después de haber cumplido la misión que nos encomendara el Comandante en Jefe Fidel Castro, en el recibimiento que nos dieron en Ciudad Libertad, donde se encontraban los principales dirigentes de la Revolución", recuerda Antonio Gómez, más conocido por El Negro o el Político de aquella primera milicia.
Leandro Malagón y los11 restantes milicianos campesinos pinareños que integraban su grupo, fueron atendidos por Camilo y otros dirigentes de la Revolución durante su estancia en el campamento de Ciudad Libertad. En la foto, al lado de Leandro, el Comandante Raúl Castro, y detrás los comandantes Dermidio Escalona, Camilo Cienfuegos y Juan M. Castiñeiras, así como el capitán Antonio Núñez Jiménez.
"Al terminar la reunión, Fidel nos comunicó que durante los días que íbamos a estar en La Habana, Camilo se encargaría de atendernos. Efectivamente, hizo un programa de visitas a centros económicos y sociales de la capital, entre ellos, fábricas de tabaco, de cigarros y librerías, que se cumplió rigurosamente durante toda una semana", agrega Gómez.
El Negro, un gigante cuya piel nítidamente blanca contrasta con su apodo, hace una pausa mientras pone en orden los pensamientos de aquellos días gloriosos, en que 12 humildes campesinos pinareños entraron en la historia patria.
"El día 26 nos encontramos nuevamente con Camilo en Ciudad Libertad. Llegamos al mediodía y estuvimos con él hasta alrededor de las siete. A esa hora partimos para el Palacio Presidencial donde le escuchamos su histórico discurso que finalizó con los versos de Bonifacio Byrne.
"Después nos dijo que al otro día nos llevarían otra vez a Ciudad Libertad para entregarnos una pistola a cada uno. Así fue, a las dos de la tarde del día 27 estábamos allí, pero las armas del tipo prometido no aparecían."
Según Antonio Gómez solo habían podido reunir dos o tres pistolas y Leandro Malagón propuso postergar la entrega hasta que pudieran completarse las 12.
"Entonces Camilo mandó a que nos dieran un revólver calibre 45 con 20 cápsulas per cápita. Explicó que tenía que partir para Camagüey y que al regreso se ocuparía de hacernos llegar las 12 pistolas. Se despidió de nosotros no sin antes ordenarnos regresar a nuestra zona de operaciones a buscar un paracaídas, de los cinco lanzados por un B-26 yanqui el 12 de ese mes, que aún no había sido encontrado.
"El 28 bien temprano ya estábamos en las lomas cumpliendo nuestra nueva misión. Allá fueron a avisarnos de su desaparición, no podíamos creer que aquel hombre lleno de optimismo, que se ganaba el cariño de la gente por dondequiera que pasaba, hubiera muerto."
¿Y de qué hablaron durante sus encuentros? Le pregunté, más que todo para tratar de disipar las sombras que nublan su rostro.
"Camilo estaba muy contento con lo que habíamos logrado en tan poco tiempo, no hacía más que comentar lo acertada de la idea de Fidel al confiarnos a un grupo de campesinos la captura de la banda del ex cabo Lara.
"Nos impresionó mucho su sencillez, la forma amable con que trataba a todo el mundo, su admiración por Fidel, su confianza en el pueblo, no olvide que fue él quien calificó al Ejército Rebelde como pueblo uniformado."
El grupo de fundadores de las Milicias Nacionales Revolucionarias —conocidos como Los Malagones— momentos antes de recibir la medalla conmemorativa XX Aniversario de las FAR que les fuera conferida por acuerdo del Consejo de Estado.
Aquellos 12 revólveres entregados por Camilo a Los Malagones también tienen su historia. Antonio lo recuerda así.
"Vinieron a verme para que aportara algún objeto personal para la Sala de Historia del Estado Mayor Provincial y comprendí que allí esa arma era más útil. Después una comisión convenció, con bastante trabajo de persuasión a los otros 11 Malagones para que también, las donaran al Memorial Granma.
"En esos lugares están ahora los revólveres, pero en nuestros pechos siguen los sentimientos de cariño, admiración y respeto a quien nos los entregó en uno de sus últimos actos antes de pasar a la inmortalidad en el recuerdo de su pueblo."