El 26 de octubre, ante el antiguo Palacio Presidencial de Cuba, en La Habana, se reúnen decenas de miles de personas para escuchar al jefe de la Revolución, Comandante Fidel Castro Ruz. En el uso de la palabra le precedieron el presidente de la República Osvaldo Dorticós Torrado y los Comandantes Juan Almeida Bosque y Camilo Cienfuegos. Este último se dirigió por última vez al pueblo cubano, pues dos días después desaparecía en trágico accidente aéreo. El breve discurso de Camilo ante su amado pueblo, es considerado como su testamento político, pues en sus palabras define su posición inclaudicable al lado de la Revolución, de los pobres de la tierra y de su querido jefe Fidel Castro Ruz.
En sus palabras a los allí presentes expresó:"Tan altos y firmes como
la Sierra Maestra son hoy la vergüenza, la dignidad y el valor del
pueblo de Cuba en esta monstruosa concentración frente a este Palacio,
hoy revolucionario, del pueblo de Cuba.
Se demuestra esta tarde que no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, que no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del Gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores.
Esta manifestación de pueblo, estos campesinos, estos obreros, estos estudiantes que hoy vienen a este Palacio, nos dan las energías suficientes para seguir con la Revolución, para seguir con la Reforma Agraria, que hoy no se detendrá ante nadie ni ante nada. Porque hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir, si es necesario, por no vivir de rodillas.
Porque para detener esta revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día/ nuestros muertos, alzando los brazos/ la sabrán defender todavía.
¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no cayó en balde"!
Se demuestra esta tarde que no importan las traiciones arteras y cobardes que puedan hacer a este pueblo y a esta Revolución, que no importa que vengan aviones mercenarios tripulados por criminales de guerra y amparados por intereses poderosos del Gobierno norteamericano, porque aquí hay un pueblo que no se deja confundir por los traidores.
Esta manifestación de pueblo, estos campesinos, estos obreros, estos estudiantes que hoy vienen a este Palacio, nos dan las energías suficientes para seguir con la Revolución, para seguir con la Reforma Agraria, que hoy no se detendrá ante nadie ni ante nada. Porque hoy se demuestra que lo mismo que supieron morir veinte mil cubanos por lograr esta libertad y esta soberanía, hay un pueblo entero dispuesto a morir, si es necesario, por no vivir de rodillas.
Porque para detener esta revolución cubanísima tiene que morir un pueblo entero, y si eso llegara a pasar serían una realidad los versos de Bonifacio Byrne: Si deshecha en menudos pedazos/ llega a ser mi bandera algún día/ nuestros muertos, alzando los brazos/ la sabrán defender todavía.
¡Hermanos, la Revolución está hecha, vuestra sangre no cayó en balde"!
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