Cuenta en sus memorias un sobreviviente de la catástrofe que “el terremoto de Áncash costó un Perú para su pueblo”. A voz de comarca, por aquellas tierras, todo lo que valga un Perú tiene un precio muy alto. Y así fue. Setenta mil víctimas, un sinfín de heridos y desaparecidos, decenas de comunidades arrasadas dejó el sismo que, a las 15 horas del 31 de mayo de 1970, trastocó a los peruanos.
“Sentimos un tremendo ruido (…) Se asemejaba al de muchos aviones. No sabíamos por dónde venía ni qué pasaba. Finalmente vimos el aluvión de lodo completamente negro con más de 40 metros de altura que avanzaba botando chispas de distintos colores”, relata quien vivió para contar las consecuencias de un seísmo de 7,9 grados en la escala de Richter.
Durante 45 minutos tembló con tanta fuerza la tierra que el Huascarán se zarandeó. Cuarenta millones de metros cúbicos de hielo, lodo y piedras se esparcieron en avalancha sobre ciudades enteras del Norte peruano. Tras la sacudida y el alud, un manto negro de polvo y dolor permaneció durante días en la zona.
En La Habana, pendiente siempre de los cables, Fidel supo de los hechos y las necesidades del pueblo peruano. La nación inca y Cuba no tenían relaciones diplomáticas. El expresidente Manuel Carlos Prado las había quebrado, no vio a bien que la Isla tomara “el camino socialista”. Sin embargo, para el líder de los cubanos esta no sólo era “la tragedia del Perú sino de toda la Humanidad”.
Así consta en el diario Granma de la época y en una fotografía que aparece multiplicada en el ciberespacio. La imagen guarda el instante en que Fidel, con el brazo extendido, donó sangre para los damnificados del terremoto del ‘70. Tras él, más de 150 mil cubanos también lo hicieron.
Decenas de médicos partieron con el equipamiento necesario para instalar cinco hospitales. Llegaron hasta Áncash, Recuay, Huaraz, Carhuaz y otros poblados afectados. Cuba fue el primer país en enviar ayuda para los peruanos. Dos años después, el 8 de julio de 1972, el gobierno de Juan Velasco Alvarado restableció las relaciones diplomáticas con la Isla.
Los doctores cubanos han regresado una y otra vez a Perú, por el terremoto en Pisco (2007) o por las intensas lluvias de Piura (2017). En Áncash hay un parque que se llama Cuba y muchos hombres dispuestos a confesar que tienen sangre cubana en su cuerpo, y los genes de Fidel en el alma.
En 2007, el Gobierno del Perú declaró el 31 de mayo como “Día Nacional de la Solidaridad y de Reflexión en la Prevención de Desastres”.
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