LA HABANA.—Ni la travesía azarosa —primero en un avión de Aerocaribbean que tuvo que aterrizar en otra isla— o el viaje en barco desde Martinica, la devastación, los mareos provocados por la altura o la diferencia de idiomas han impedido que la brigada médica cubana ayude a la población damnificada por la tormenta Erika en la Mancomunidad de Dominica.
El doctor Norberto Ramos, quien viajó al frente del grupo, narró a la AIN vía redes sociales, el panorama del que han sido testigos tras el paso de la tormenta por la isla caribeña, donde hubo grandes deslizamientos de tierra de las montañas que han incomunicado poblaciones, destruido carreteras y derrumbado varios puentes debido al desborde de los ríos.
Desde que llegó a esas tierras, la brigada ha brindado su ayuda solidaria y está desplegada por todo el país, donde la acogida ha sido muy buena, confesó Ramos.
Seis médicos fueron ubicados en los distritos de Saint Joseph, Portsmouth, Gran Bahía, La Plaine, Castle Bruce y Marigot con el objetivo de fortalecer la atención primaria en los centros médicos y realizar actividades de promoción de salud.
La anestesióloga Gisela Hernández está laborando en el hospital Princesa Margarita, el principal centro asistencial del país, donde ha asistido cuatro operaciones.
Hasta ahora el personal de enfermería ha realizado más de 2 000 procederes, tanto en el servicio de hemodiálisis, terapia intensiva y cirugía en el hospital de la capital, como en el Centro de Diagnóstico Integral de Portsmouth, donde labora otro grupo de cubanos, agregó Ramos.
Hasta el sábado último la brigada ha atendido a lo largo de la Mancomunidad de Dominica a más de 350 pacientes afectados, en su mayoría, por hipertensión arterial y la diabetes mellitus, casos tratados con profesionalidad por los galenos de la Mayor de las Antillas, puntualizó el coordinador de la brigada.
El personal médico goza de perfecto estado de salud, respondió el doctor Norberto Ramos, quien está en permanente comunicación con el grupo y ha realizado varios recorridos por todo el país.
Yosvany Vera Jerez, otro de los galenos que partió de Cuba el pasado 31 de agosto a ayudar a los damnificados de Erika, cuenta que en la zona donde está ubicado, Gran Bahía, la devastación es considerable, sobre todo por los deslizamientos de tierra y el arrastre de las aguas a su paso.
Confiesa —vía redes sociales también— que hasta ahora el mayor reto al que se ha enfrentado para su trabajo es la altura cuando hay que trasladarse a otra comunidad, “es un poco molesta pero la mejoramos con gravinol”.
La población es muy mayor, muchos tienen más de 65 años, con una alta incidencia de cuadros de hipertensión arterial, diabetes mellitus, accidentes vasculares, trombosis venosa profunda, entre otras, comenta Vera Jerez.
Pero Yosvany no está solo en la Gran Bahía, allí está también Carlos, de Matanzas, quien asesora el trabajo de vigilancia epidemiológica y visita los albergues de damnificados de dicha región.
El doctor Vera Jerez se despide con la misma frase que en La Habana antes de abordar el avión: “No es fácil estar lejos de la familia, pero de peores he salido, todo saldrá bien”.
La brigada médica que asiste en Dominica está compuesta por nueve médicos y siete enfermeros, incluso algunos especialistas que este mismo año regresaron de la lucha contra el ébola en África Occidental, del terremoto de Nepal y de Chile.
Por su parte, un grupo de ingenieros cubanos realiza labores de asesoramiento y evaluación de los daños causados por el fenómeno meteorológico al principal aeropuerto de Dominica, el cual se encuentra fuera de servicio desde el pasado 27 de agosto. Los mayores esfuerzos en este sentido están dirigidos a lograr la reapertura de la terminal aérea lo antes posible.
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